Esto que les he contado es una ficción, por fortuna y de momento, mi economía familiar se encuentra bien. Pero imaginen por un instante que mi casa es el Estado (que no es lo mismo que el Gobierno). Por fin va a llegar la esperada rebaja de impuestos sobre la energía y los combustibles, pagaremos menos por ellos para que los que están haciendo su agosto con esto no lo noten. Por otro lado, se ha prometido un incremento en el gasto para la defensa, ya que nuestro territorio y el de nuestros aliados se ve amenazado.
Si conseguimos simplificar lo que está ocurriendo, nos daremos cuenta que pagaremos menos a final de mes en cosas que necesitamos, pero ya podemos ir olvidándonos de que mejoren otras a las que estamos acostumbrados. Si se quita de un sitio y se pone en otro que no era tan preciso, las cuentas no salen y no tardaremos mucho en ver recortes en sanidad, políticas sociales, educación, etc. Porque claro, los lujos no se van a quitar y doy por sentado que los privilegios de los gobernantes, y de los que no lo son, no van a desaparecer.
Cuando hay una emergencia de este calibre, el sacrificio siempre ha sido y será del ciudadano de a pie. Nos lo podrán diluir o esconder o disimular, pero "los de siempre" no van a dejar de vivir como siempre. Mientras tanto, nos esperan tiempos muy difíciles pero no dejaremos de ser solidarios con aquellos que lo están pasando peor que nosotros. Siempre se ha dicho que en casa del pobre, donde comen tres, comen cuatro.