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Muface Muface
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Elena Gómez

Sinceramente, no comprendo el ataque a Muface, sin conocimiento previo, por parte de la opinión pública, incitada por el sesgo de decisiones políticas populistas. Yo soy funcionaria del Estado, aunque no notaría mucho el cambio porque opté por la atención sanitaria pública. Aun así, me declaro defensora de este modelo y voy a dar mis razones.

Para empezar, hay que decir que Muface es extinguible por muerte natural ya que, desde hace años, los nuevos funcionarios cotizan a Seguridad Social y tienen atención sanitaria pública. Sin embargo, hay quien se empeña en dar una estocada mortal a este sistema mutualista.

En tiempos donde la sostenibilidad y calidad de los servicios públicos están en el centro del debate, este sistema ha demostrado ser un modelo eficaz y eficiente, conciliando la calidad asistencial con la optimización de recursos. Desde su creación, Muface ha garantizado el acceso a prestaciones sanitarias y sociales de sus mutualistas, combinando lo mejor de la gestión pública y la colaboración con entidades privadas.

Sin embargo, su existencia está siendo cuestionada bajo argumentos que se basan en percepciones erróneas y enfoques simplistas. Muface no es un privilegio, sino una alternativa que descarga presión sobre el sistema público de salud al tiempo que asegura a sus usuarios servicios de calidad. Los mutualistas aportan sus cotizaciones y contribuyen directamente a mantener esta estructura, reduciendo la carga sobre los presupuestos generales. Muface no genera desigualdades, sino que garantiza derechos en igualdad de condiciones para todos, sin aportaciones extras del Estado, como nos han hecho creer.

En un contexto donde la presión sobre la sanidad pública es cada vez mayor, Muface actúa como un pulmón, aliviando cargas. La defensa de Muface es la defensa de un sistema eficiente, justo y sostenible, cuyo desmantelamiento aumentaría la presión sobre el sistema sanitario público. En definitiva, que no “les vendan la moto”. Si Muface termina desapareciendo, perderemos todos. Sus bolsillos lo terminarán pagando.