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Maternidad

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Elena Gómez

Existe un momento en la vida de toda mujer en el que hay que tomar una decisión de gran trascendencia: la maternidad. Algunas dicen que nuestra misión de procrear es un constructo cultural, pero creo que es algo mucho más intrincado y complejo. Que es un derecho y no una obligación, está fuera de toda duda. Sin embargo, estamos programadas genéticamente para crear vida, y de ahí el instinto maternal, el reloj biológico y el sentimiento de responsabilidad que todas hemos experimentado en alguna ocasión.

Tomar la determinación de tener hijos no es cosa baladí, la sensatez y la coherencia deberían estar por encima de cualquier anhelo porque está en nuestras manos el futuro de otros seres humanos. El deseo de ser madre está también directamente relacionado con las circunstancias personales de cada una, y debo confesar que a mí nunca se me dio la ocasión en la que podría haberme planteado esta experiencia. No obstante, estoy casi segura de que, de haberme encontrado frente a semejante tesitura, habría decidido no quedarme embarazada.

Muchas mujeres con AME han procreado con éxito. Ellas han ejercido su derecho de tener una vida plena en todos los ámbitos de la vida y han querido demostrar al mundo y a la medicina que nuestra enfermedad no es invalidante para llevar a término los procesos biológicos naturales. Pero yo siempre me he preguntado si son conscientes de su egoísmo y de la irresponsabilidad de sus actos. Traer al mundo a un bebé supone hacerse cargo de esa pequeña persona para siempre, y por mucha atención emocional que le podamos dar, una mujer con AME no puede ofrecer los cuidados físicos imprescindibles. Por mucho apoyo familiar que se tenga, tengo la sensación de que esos niños tienen muchas carencias.

Por eso aplaudo la valentía de estas mujeres, a la vez que la conveniencia de sus actos me genera grandes dudas. No creo que debamos demostrar nada, somos lo que somos y no pasa nada. Luchar por conseguir los apoyos para nuestra propia subsistencia ya es demasiado agotador, como para meterse en más problemas.