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Elena Gómez

De todos es sabido mi carácter optimista, me gusta ver el lado positivo de las cosas y pensar que, por muy difícil que se ponga la vida, siempre hay un resquicio para la esperanza y para continuar adelante. La tragedia que acaba de suceder en muchos lugares de España será difícil de dejar atrás. La impotencia, la rabia y la decepción son emociones que no nos abandonan en las últimas semanas. Las historias terribles se repiten por doquier, pérdidas humanas y materiales imposibles de reemplazar y personas que no volverán a recuperar nunca la normalidad.

Sin embargo, también vemos cómo la vida se abre camino a través de pequeños milagros que consiguen arrancarnos una sonrisa entre tanta tristeza. Por otro lado, ante la desesperación hemos visto que somos capaces de auto gestionarnos y de hacer grande esa frase que se repite por todos los rincones del país: el pueblo salva al pueblo.

Pero no quiero entrar en demagogias, para eso tenemos a los tertulianos televisivos. Lo que pasa es que no puedo evitar pensar en que todas las generaciones que he conocido, y ya son unas cuantas, han despotricado de la juventud con una certeza asombrosa de la debacle hacia la que nos dirigimos cuando esos jóvenes tomen el mando. Y algunos nos hemos convertido en personas adultas y aquí seguimos, con nuestras luces y sombras.

La generación de cristal, esa juventud perdida en pantallas y que no parece tener aspiración ninguna, es la que ha dado un ejemplo de humanidad y colaboración al mundo entero. Voluntarios los hay de todas las edades, pero me sigo estremeciendo cuando veo las imágenes de esos cientos de adolescentes que fueron los primeros que cruzaron puentes caminando para llevar lo indispensable a los que lo habían perdido todo.

No soy tan cándida como para pensar que de esto saldremos mejores, como nos decían en el desastre anterior. Y, aun así, sigue habiendo hueco para el optimismo, la fuerza del ser humano es incalculable y la de los más jóvenes es infinita. Démosles una oportunidad, quizá lo terminen haciendo mejor que nosotros.