Un drama King (Queen en la versión femenina) es un hombre que tiende a exagerar sus emociones, poniendo el acento de sus desgracias en los demás. Es lógico pensar que a una persona así le falta cierta madurez y preparación para afrontar situaciones de gran responsabilidad, pero si lo piensan un poco, en el panorama político actual tenemos muchos.
Nunca me ha gustado personalizar estas líneas, pero ya que se ha apelado a la conciencia colectiva y al compromiso ciudadano al finalizar este paréntesis presidencial que ha paralizado al país y ha eclipsado los medios de comunicación, voy a intentar hacer una reflexión sobre el discurso que dio Pedro Sánchez para decir lo que ya imaginábamos.
La democracia es algo muy serio y comienza en tener unos dirigentes debidamente formados, dispuestos al sacrificio y, sobre todo, eficaces. Creo que no me equivoco si digo que todos deseamos tener un Gobierno dispuesto a resolver las cuestiones que son de verdad importantes, y una oposición moderada y comprometida que sepa controlar cuando nuestros intereses estén en peligro. Todo lo demás es ruido innecesario, una forma de avivar el fuego de la polarización, del cual los votantes somos víctimas y no causantes.
El otro punto fuerte de una democracia sana es la separación de poderes y el sometimiento al Estado de derecho. Mientras haya injerencias entre la política y la justicia, nadie está a salvo, y quien quiera demostrar su inocencia fuera de los juzgados, pierde todo tipo de credibilidad. La verdad es que, si a mí se me acusara de algo grave, estaría deseando poder demostrar mi inocencia ante un juez.
Por último, fango es algo sucio y de contenido indeterminado. Poner el acento en la independencia laboral de las mujeres cuando lo que se está cuestionando es una posible mala praxis empresarial, con independencia del género del ejecutante, también es enfangar. Dar ejemplo sí que sería un buen punto y aparte.
Como ciudadana siento mucha decepción de los unos y los otros. Esto no es política, es un vodevil con demasiados dramas Kings/Queens.
Nunca me ha gustado personalizar estas líneas, pero ya que se ha apelado a la conciencia colectiva y al compromiso ciudadano al finalizar este paréntesis presidencial que ha paralizado al país y ha eclipsado los medios de comunicación, voy a intentar hacer una reflexión sobre el discurso que dio Pedro Sánchez para decir lo que ya imaginábamos.
La democracia es algo muy serio y comienza en tener unos dirigentes debidamente formados, dispuestos al sacrificio y, sobre todo, eficaces. Creo que no me equivoco si digo que todos deseamos tener un Gobierno dispuesto a resolver las cuestiones que son de verdad importantes, y una oposición moderada y comprometida que sepa controlar cuando nuestros intereses estén en peligro. Todo lo demás es ruido innecesario, una forma de avivar el fuego de la polarización, del cual los votantes somos víctimas y no causantes.
El otro punto fuerte de una democracia sana es la separación de poderes y el sometimiento al Estado de derecho. Mientras haya injerencias entre la política y la justicia, nadie está a salvo, y quien quiera demostrar su inocencia fuera de los juzgados, pierde todo tipo de credibilidad. La verdad es que, si a mí se me acusara de algo grave, estaría deseando poder demostrar mi inocencia ante un juez.
Por último, fango es algo sucio y de contenido indeterminado. Poner el acento en la independencia laboral de las mujeres cuando lo que se está cuestionando es una posible mala praxis empresarial, con independencia del género del ejecutante, también es enfangar. Dar ejemplo sí que sería un buen punto y aparte.
Como ciudadana siento mucha decepción de los unos y los otros. Esto no es política, es un vodevil con demasiados dramas Kings/Queens.