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Dos Españas Dos Españas

Dos Españas

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Elena Gómez

España se quema mientras observamos impotentes imágenes apocalípticas desde la comodidad de nuestros salones. Pero los que vivimos en un pueblo nos pasamos los veranos mirando el horizonte, esperando no avistar una columna de humo o una avioneta antiincendios. Cada año empeora la situación y el miedo subyacente a que el próximo monte en desaparecer sea el tuyo, hace que las olas de calor se vivan de forma muy diferente.

Como contrapunto a este desastre sin precedentes, los bomberos de Madrid estuvieron "regando" cada dos horas a los fans de Rosalía que estaban haciendo cola para un concierto. Contradicciones del primer mundo… No voy hacer demagogia aquí, los bomberos de Madrid no pueden dejar sin servicio a la capital para apagar fuegos en bosques lejanos. Pero se clava como un puñal en el estómago el desperdicio de agua por el capricho de algunos, que bien podrían haber previsto que pasarían calor y poner medios propios para paliar sus efectos.

Según nuestros gobernantes, la culpa es del cambio climático. No les quitaré la razón, el calentamiento global es evidente y la falta de lluvia un claro síntoma de que algo está cambiando de forma radical en nuestro planeta. Pero yo me pregunto, si llevo escuchando sobre ello desde que era niña y ya rondo los 50, por qué existe tal falta de previsión y de dotación de medios si el problema se agrava cada año. Me destroza el alma ver un pueblo calcinado y a sus habitantes diciendo que fueron ellos los que intentaron apagar el fuego, a los brigadistas haciendo turnos eternos porque si descansan verán desaparecer lo que más aman, y a todos esos agricultores y ganaderos que lo han perdido todo.

Las dos Españas siguen estando muy diferenciadas. La rural, abandonada por una administración que da la espalda a los incendios excepto cuando llegan en verano. Y la urbana, contemplando el drama como si de una película se tratara, gastando de forma abusiva los recursos que tan escasos van a ser dentro de muy poco. Llegará el día en que muchos se arrepientan de esto, ojalá me equivoque.

España se quema mientras observamos impotentes imágenes apocalípticas desde la comodidad de nuestros salones. Pero los que vivimos en un pueblo nos pasamos los veranos mirando el horizonte, esperando no avistar una columna de humo o una avioneta antiincendios. Cada año empeora la situación y el miedo subyacente a que el próximo monte en desaparecer sea el tuyo, hace que las olas de calor se vivan de forma muy diferente.

Como contrapunto a este desastre sin precedentes, los bomberos de Madrid estuvieron "regando" cada dos horas a los fans de Rosalía que estaban haciendo cola para un concierto. Contradicciones del primer mundo… No voy hacer demagogia aquí, los bomberos de Madrid no pueden dejar sin servicio a la capital para apagar fuegos en bosques lejanos. Pero se clava como un puñal en el estómago el desperdicio de agua por el capricho de algunos, que bien podrían haber previsto que pasarían calor y poner medios propios para paliar sus efectos.

Según nuestros gobernantes, la culpa es del cambio climático. No les quitaré la razón, el calentamiento global es evidente y la falta de lluvia un claro síntoma de que algo está cambiando de forma radical en nuestro planeta. Pero yo me pregunto, si llevo escuchando sobre ello desde que era niña y ya rondo los 50, por qué existe tal falta de previsión y de dotación de medios si el problema se agrava cada año. Me destroza el alma ver un pueblo calcinado y a sus habitantes diciendo que fueron ellos los que intentaron apagar el fuego, a los brigadistas haciendo turnos eternos porque si descansan verán desaparecer lo que más aman, y a todos esos agricultores y ganaderos que lo han perdido todo.

Las dos Españas siguen estando muy diferenciadas. La rural, abandonada por una administración que da la espalda a los incendios excepto cuando llegan en verano. Y la urbana, contemplando el drama como si de una película se tratara, gastando de forma abusiva los recursos que tan escasos van a ser dentro de muy poco. Llegará el día en que muchos se arrepientan de esto, ojalá me equivoque.