Tienen una vida buena, con los problemillas derivados de tener hijos en plena recta final de su formación profesional, todos ellos fuera de Teruel, eso sí, y con todo lo que eso implica. Están también pendientes de unos padres mayores que necesitan atención y cuidado especial, más acentuados si cabe en estos momentos. Llevan más de treinta años al pie del cañón, en consultas y en quirófanos, porque son médicos por convicción y por vocación, entregados a su profesión desde mediados de los ochenta cuando siendo jovenzuelos pasaron el MIR como rayos, igual que la carrera facultativa. Fueron estudiantes brillantes y sus expedientes académicos, tan completos, no les impidieron tener tiempo para enamorarse en el ambiente universitario de la Zaragoza de entonces y así siguen, juntos, unidos ahora también en las trincheras sanitarias de estos días.
Tienen una buena vida. Construida peldaño a peldaño con su trabajo, pleno de tensiones derivadas de la profesión, pero sólida, fundida en el objetivo común de ser felices junto a sus hijos que, prácticamente, ya vuelan solos. Y de pronto, como tantos miles y miles de colegas, se han encontrado ante un reto vital y profesional que les está poniendo a prueba y al que no le pierden la cara a pesar de que están con el miedo en el cuerpo, como tantos otros de ese ejército de batas blancas y verdes.
Nunca se relajaron, qué va, y su reciclaje profesional ha sido continuo para poder vivir estos días plenos de facultades y sin hacerse mayores preguntas. Están acostumbrados a convivir con el fino hilo que separa la vida de la muerte y han construido sus afectos con familias y amigos con la serenidad que otorga el experimentar a lo largo de muchos años, los disgustos que da la fragilidad humana, vivida en carne propia y en los ejemplos de sus pacientes.
En estos días extraños mis pensamientos están con ellos y recuerdo el entusiasmo veinteañero de sus inicios que, a buen seguro, habrán renovado en la marejada del coronavirus. Tienen una vida buena, sí, y entendería sus repentinos miedos ante lo que se les ha venido encima, pero resolverán, decidirán y pasarán malos momentos, pero ahí estarán, contra lo que venga.