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Juanjo Francisco

El Colegio de Médicos de Teruel ya ha lanzado la primera advertencia: con la puesta en funcionamiento de los nuevos hospitales de Alcañiz y de la capital será necesario aumentar en un 10% la plantillas estructurales de estos centros. Estamos en febrero de 2025, cuando ya se atisba en el horizonte la apertura de instalaciones si se cumplen los calendarios previstos.

Da un poquito de grima escribir sobre las carencias sanitarias de este territorio porque, por mucho que se haga, nunca se consigue apenas nada. No sirven advertencias, ni avisos, ni quejas -que le pregunten al Movimiento de Acción Rural-, ni siquiera las consecuencias fatales de las carencias permiten atisbar cambios de situación.

Basta darse un garbeo por las consultas de especialidades que ofrecen las clínicas privadas para convencerse de que vienen tiempos duros. Y, si a todo ello añadimos la próxima aplicación del Estatuto Marco de la profesión médica, que está en plena elaboración con la puntual contestación de los profesionales, que exigen un acuerdo de máximos en condiciones laborales, concluiremos que se va a poner en chino la posibilidad de que un especialista, unos más que otros, venga a trabajar a Teruel.

Y que conste que no quiero cargar toda la responsabilidad a la administración, que vive sujeta a unas normas que constriñen sus decisiones y que tanta demagogia genera entre la clase política, atenta siempre a utilizar la alternancia en en el gobierno y la oposición para zumbarle al otro con el problema sanitario, nunca resuelto del todo.

Pero, aún con todo y con el tremendo reto de estrenar dos nuevos hospitales en la provincia, hay que urgir al Gobierno de Aragón a que arbitre soluciones lo antes posible al posible déficit de batas blancas porque, o se hace así, o el aumento de quirófanos en Teruel y el estreno de Uci en el centro bajoaragonés serán dos auténticos brindis al sol cargados de mucha mala leche ciudadana derivada de los más que posibles traslados a Zaragoza para ser debidamente atendidos. Qué pesado es volver siempre a lo de siempre.