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Atletas con perro Atletas con perro

Atletas con perro

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Juanjo Francisco

Mientras se está cociendo la futura Ley de Protección Animal y afloran debates, también en sede parlamentaria, sobre cómo han de comportarse los humanos con sus mascotas y la fauna que nos rodea en la vida diaria -que la política está también para eso, no lo olviden- me pregunto cómo encajarán la norma algunos congéneres que han hecho de sus perros unos compañeros incondicionales de vida. Y no hablo de los cazadores, que esos siempre han tenido claro qué es y para qué sirve un perro, sino de todos aquellos que han metido un peludo en su hogar sin medir bien las consecuencias.

No sé ustedes, pero yo estoy viendo más gente que nunca atada a una correa que lleva un animalico en el extremo. La pandemia y sus restricciones -¿recuerdan?- causó una verdadera revolución en las tiendas y refugios de mascotas. Casi todo el mundo se agenció una para poder salir a la calle y pasear un ratico.

Y desde entonces parece que la vida con perro, en los ámbitos urbanos,  es un hábito tan extendido como tomarse un vermú y, a veces, puede rozarse el esperpento.

Hay, por ejemplo, algunos que salen a correr con el perro incorporado. Estos atletas urbanos talonan estupendamente cada zancada, sudan lo justo, y miran al frente. Todo muy académico. Otra cosa es el animalico que va tras ellos. Decir que la lengua se le sale por el hocico es quedarse corto: van ladeado, con los cuartos traseros de remolque y, si hay piedras en la ruta, es posible que llegue a la meta  con las almohadillas de las patas lastimadas. ¿Regulará la futura ley esta novedosa práctica deportiva?

Sin dármelas de entendido en la materia me atrevo a pensar que esas carreras obligatorias no parecen muy naturales desde la óptica del animal. Creo que los perros, si corren, tienen que hacerlo a su ritmo y en libertad, y para eso también hay campo y naturaleza.

No creo que condensar en una ley el comportamiento humano hacia esos seres sintientes que viven con nosotros suponga una revolución social. El que no tenga conciencia animalista no la adquirirá porque le obliguen. Y en cuanto a estos atletas tan peculiares, me gustaría ver a alguno con galgo incorporado.