Y espero que se me entienda la expresión. Solo se me antoja la palabra machada para hacer comprender lo casi imposible que resulta el objetivo y lo muy complicado que se adivina un futuro turolense en la Segunda B del fútbol español. Apriétense pues los machos porque el próximo domingo nos vamos a tener que salvar por la vía de lo dramático. O sea, en el último momento, rozando la hazaña épica y cuando además ya casi nadie da un duro por nosotros. Claro que ahora se me vienen a la cabeza esos partidos ante el Hércules, Lleida o Barça que hicieron pensar en un Teruel matagigantes que tenía un sitio en esta liga tan intensa y competida que está a punto de acabar. Y se puede hacer. Claro que se puede hacer. Pero solo vale ganar. Peliaguda aspiración. El Cornellá se juega con nosotros y en su casa nada menos que la promoción a la Segunda división. Aunque quizá eso los atenace. Y nuestros directos rivales por el descenso se la juegan entre ellos, o en el caso de Valencia y Castellón nada menos que ante Español y Barcelona. ¡A jugar!, que diría Joaquín Prat.
Y a sufrir. Y a esperar. Y a pensar que este grupo de jugadores, que ha competido mejor fuera de casa que en el propio Pinilla, tiene una bala en la recamara que la hará efectiva ante el potente Cornellá. La bala del amor propio y de la dignidad. Eso mueve montañas si se une a la fe. ¿Y qué es la fe? Poner toda la garra, el coraje y la determinación en pos de un sueño que no debe ser vencido. Y comenzando por Aso, Valera, Dieste… continuando por el presidente, director deportivo y utillero… y acabando por Macario y hasta el último seguidor del Club Deportivo Teruel, no queda otra que creer. Creer en un proyecto que ha insuflado ilusión en todos los fultboleros de la ciudad y más aún, en gran parte de la sociedad turolense. Y que salga el sol por Antequera, ¡qué leche! Con gestas como esta se escribe la historia. Así que a trabajar y a soñar. Hay que ganar, ganar, ganar, ganar, ganar, ganar… Solo cabe eso. Toda una machada.