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El fango El fango
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Desde que volvió de su retiro de cinco días en el que se planteó si merecía la pena seguir gobernando España o no, el presidente del Gobierno ha puesto en la diana a los medios de comunicación. O, en el nuevo lenguaje con el que Pedro Sánchez quiere convencer a la ciudadanía, pseudomedios de comunicación que se dedican a esparcir bulos sobre los negocios a los que se dedica su mujer.

A estas alturas del juego, presidente, deberías saber que la mujer del César no solo debe serlo, sino que también debe parecerlo. A estas alturas del partido, presidente, es tramposo y engañoso que hayas dividido el mundo en amigos o enemigos; en estás conmigo o contra mí. Eres tú y solo tú el que intentas fijar un nuevo marco mental ante la sociedad: la verdad es lo que te beneficia y, lo que te perjudica, todo mentira.

Debería el presidente del Gobierno decir qué noticias sobre su mujer son bulos y no esparcir la mierda sobre todos “los digitales”, como enfatiza de forma bastante despectiva cada vez que tiene oportunidad de hacerlo. Si tiene algo que desmentir, que diga qué. A ver si resulta que el que activa la máquina del fango es él, y no “los digitales” a los que, por cierto, no les ha llegado ninguna rectificación sobre ninguna noticia de la mujer del presidente.

La finalidad última de un Gobierno y también de la prensa, de los periodistas, no debe ser nunca levantar muros, sino derribarlos. La finalidad última de los medios de comunicación es arrimar un foco de luz donde alguien quiere que siga habiendo oscuridad. Luego serán los jueces los que decidan si esa información es, o no, motivo de encausar a alguien, sea la mujer del presidente del Gobierno o la vecina del quinto piso.

En lugar de poner el ventilador para colocar la sombra de la duda sobre la espalda de todo pichichi, debería responder la esposa del presidente, o él mismo, varias preguntas a las que todavía no ha dado respuesta. ¿Por qué se reunió con el consejero delegado de una empresa cuando estaba siendo rescatada por el Gobierno que preside su marido? ¿Por qué firmó una carta de recomendación a compañías en concursos que concede el Gobierno que preside su marido? He visto y escuchado muchas quejas, pataletas, del jefe del Ejecutivo, pero ninguna respuesta a estas cuestiones que podrán no ser ilegales, pero, bajo ningún concepto, son éticas.

En una sociedad dividida en dos trincheras: o eres de derechas o de izquierdas, o eres sanchista o perteneces a la fachosfera, hoy más que nunca debe prevalecer el periodismo veraz y contrastado que se nutre de hechos certeros y que evite copiar dogmas y replicar relatos oficiales. Hoy más que nunca es imprescindible el periodista para sacar del fango a la profesión del periodismo, un lugar en el que tan indignamente lo ha colocado el mismísimo presidente del Gobierno y que merece un respeto.  

La verdad, la capacidad de diferenciar qué es verdad de qué es mentira, es uno de los principales retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Me obsesiona defender la verdad, por encima de todo y de todos, le guste a quien le guste y caiga quien caiga. La verdad como premisa única y exclusiva en la que debe trabajar el periodista y que debemos cuidar todos. La verdad como valor supremo. La verdad como algo indiscutible.

Contar la verdad, porque los hechos son sagrados y, luego, las opiniones de cada uno son libres. Que no nos cuenten cuentos chinos: queremos saber la verdad.