Si pones Mirambel en un buscador de internet la imagen más repetida es sin duda la del Portal de las Monjas. Ese arco coronado por cuidadas celosías talladas en piedra permite observar la calle Mayor desde el interior, que es desde donde la miraba la madre superiora del Convento de las Agustinas sin ser vista por sus vecinos. Desde el pasado sábado el edificio está abierto al público para las visitas turísticas y durante el recorrido guiado los asistentes tendrán oportunidad de conocer cómo vivían las monjas de clausura que permanecieron en la localidad durante más de cuatro siglos.
El Ayuntamiento de Mirambel ha reforzado las visitas de forma que se pueda recorrer el convento cada hora durante Semana Santa desde las 11 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Además, también hay recorridos guiados uno por la mañana y otro por la tarde por el conjunto histórico y que incluye la entrada a las dos iglesias, según explica la alcaldesa, Mari Carmen Soler. El precio de la entrada para el convento es de tres euros y el de la visita al casco urbano de otros tres euros, pero hay una entrada por cinco para realizar los dos recorridos guiados.
La visita por el interior del convento es sorprendente porque permite hacer el camino que cada día realizaron las monjas a partir del siglo XVI. Según comenta Sonia Sánchez, técnico de Patrimonio de la Comarca del Maestrazgo, para una localidad como Mirambel fue de gran relevancia contar con las religiosas. Fue un convento muy rico y con abundantes vocaciones provenientes de las mejores familias de la zona. Entre sus monjas hubo algunas que adquirieron cierta relevancia en el devenir del convento y que procedían de Cantavieja, La Iglesuela, Forcall o el propio Mirambel, entre otros.
Libros y textiles
Prueba de esa riqueza es el patrimonio que atesoraba y del que aún se conservan diversos manuscritos de los siglos XVI y XVII relativos a la vida de santos. Ahora se pueden admirar en unas estanterías acristaladas pero la idea es colocarlos en unas vitrinas especiales. Tanto estos libros como otros bienes han sido cedidos por las propias monjas del convento al Ayuntamiento de Mirambel.
Entre las piezas hay una rica colección de textiles que son parte de los que debió de tener el convento en su momento álgido como queda patente por los grandes armarios que aún ocupan toda una pared de la sacristía.
El coro es uno de los lugares con más encanto. Allí se conservan las rejas que protegían a las monjas de las miradas de los vecinos y también las sillerías y el órgano que tocaban las religiosas. Pero además, desde esta zona del templo es posible admirar parte de la decoración de escayolas que tuvo en sus orígenes el techo del templo y que después se recubrió con la falsa bóveda que aún lo tapa.
La zona de las celdas es la que despierta una mayor curiosidad en el visitante. En ella se conservan intactos los cubículos donde dormían y rezaban las religiosas. Los dormitorios se distribuyen ordenados a un lado y otro del pasillo y las catas han dejado claro que había decoraciones de grisallas en las paredes, que están pendientes de restauración.
Pero donde más pinturas había, según desvelan las catas, era es en las celdas del fondo. A la derecha está la de la madre superiora, que tenía capilla propia y un balcón protegido de la mirada de los curiosos que daba a la calle Mayor. Al otro lado estaba la celda de castigo, con una ventana al pasillo para alimentar a la monja privada de libertad.
Las Agustinas de Mirambel se marcharon en 1980 porque el convento no reunía las condiciones de habitabilidad y se trasladaron a Benicassim, donde todavía sigue viva la comunidad manteniendo el nombre del Convento de Nuestra Señora de Mirambel. La orden ha cedido el uso del edificio por un plazo de 30 años al Ayuntamiento de Mirambel, que lo ha restaurado con dinero del Fondo Especial para Teruel.
Autor:M. C. Aguilar Mirambel