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Teruel y el asesinato de Miguel Ángel Blanco: "La Vaquilla es vida, no dejéis que nos "secuestren" la Vaquilla”

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Hubo un año en el que la Vaquilla del Ángel se tiñó rojo ante la sinrazón y el salvajismo de una banda de asesinos llamada ETA, como lo describía este periódico en sus páginas de apertura del 13 de julio de 1997. En la mente de todos está aquel año en el que la fiesta de la Vaquilla, una explosión de alegría permanente, tuvo un sabor amargo por el secuestro y la muerte de Miguel Ángel Blanco. La coincidencia en el tiempo de este trágico suceso que cambió la historia de España, con las fiestas de la ciudad, obligó a cambiar el transcurso de algunos de los actos protocolarios y sobre todo, mostró el sentimiento de solidaridad de toda una ciudad que paró por momentos la celebración para gritar su rechazo e indignación.

Cada vaquillero podrá recordar sin mucho esfuerzo qué estaba haciendo cuando se enteró de la muerte del concejal de Ermua. Minutos después de que el alcalde de Teruel, Luis Fernández Uriel llamara a la fiesta desde el balcón del Ayuntamiento, se hacía público que ETA había cumplido su amenaza y había disparado al concejal del PP, Miguel Ángel Blanco, que acabaría falleciendo esa noche en el hospital.

Ese chantaje había comenzado un día antes cuando secuestraron al concejal y, a través de una llamada al diario Egin, amenazaron con matar al concejal, si en un plazo de 48 horas el Ministerio del Interior no trasladaba a cárceles vascas a los casi 400 presos de la banda que cumplían prisión en centros penitenciarios de toda España.

El primer día

A lo largo de aquel viernes 11 de julio, se produjeron concentraciones a las puertas de los ayuntamientos de toda España, también en Teruel, rechazando este chantaje, tal y como recogía este periódico en su edición del sábado 12 de julio.

La consternación se podía contemplar ayer (publicado el sábado 12 de julio de 1997) en los rostros de los cientos de turolenses que hicieron un paréntesis en el ambiente festivo, para reivindicar la libertad de Miguel Ángel Blanco. La noticia de la concentración recordaba también que tras el feliz desenlace del cautiverio de Ortega Lara y Cosme Delclaux hace tan solo diez días se esperaba una reacción de la banda terrorista, tal y como afirmó el delegado del Gobierno en Aragón, Luis Rosel.

Tensa espera

La Subdelegación suspendió entonces el acto institucional que celebraba habitualmente por estas fechas y el suceso también en

risteció, decía la crónica, la recepción de la Reina y Damas de las fiestas, que se hacía en la Diputación de Teruel.

Hasta las 4 de la tarde

El plazo dado por la banda para cumplir su amenaza terminaba a las 16 horas del sábado, a escasos minutos de que en Teruel se celebrase la puesta del Pañuelico, así que los actos más multitudinarios de aquella fiesta estuvieron marcados por el secuestro del concejal.  Por eso, las palabras del alcalde Luis Fernández Uriel en el balcón tuvieron una carga emotiva especial cuando gritó “la Vaquilla es vida, no dejéis que nos “secuestren” La Vaquilla”. Y entre los cánticos de los reunidos en la plaza del Torico a la espera de la puesta del Pañuelico se coló uno muy emotivo que decía “es etarra el que no vote”, a la espera de que el pequeño Christian, de 7 años, colocara aquel año el pañuelo al astado.

Lazo azul

Por la mañana, Interpeñas había colgado de la columna del Torico un gran lazo azul y por la tarde, cuando ya se había conocido la noticia de que el concejal estaba grave por los disparos de los terroristas, minutos antes de que comenzara la corrida de toros, una representación de peñistas saltó al ruedo para quitarse las casacas y colocarlas en la arena en señal de dolor. A continuación salieron las cuadrillas yy se guardó un minuto de silencio recuerda el periódico.

El programa de actos de la fiesta se alteró, y la Misa del Santo Ángel se celebró en la Iglesia de los Paules en el Ensanche, en lugar de en el Salón de actos del Ayuntamiento como es habitual en homenaje a Miguel Ángel Blanco, y para que pudiera asistir más gente.

Hubo incluso un pleno extraordinario de repulsa y se suspendieron los actos que quedaban pendientes, como el tradicional paseíllo que la Corporación municipal realiza desde el Ayuntamiento hasta la plaza de toros la tarde del domingo para asistir a la merienda.

Allí, en el coso, 9.000 personas entre público y peñistas, estos últimos ocupando por completo el ruedo, guardaron un minuto de silencio como gesto de repulsa hacia el terrorismo y en memoria de su última víctima.

Misa el martes de Vaquilla

También la ciudad mostró su indignación y su dolor acudiendo a la misa funeral oficiada el martes 15 de julio en la Catedral en recuerdo el concejal asesinado, a la que asistieron más de mil personas, según recoge la crónica del periódico de aquella jornada. Además de acudir a la celebración religiosa, los asistentes se concentraron luego a las puertas del templo de manera espontánea. La noticia del día recogía: Fernández Uriel comentó que los turolenses han demostrado durante sus fiestas mayores su solidaridad, y añadía la noticia: “La ciudadanía está muy concienciada, porque conseguir que en la Vaquilla se pararan bailes y tuviese un espacio la solidaridad es importante”. Añadía además que en los gestos y rostros apesadumbrados de los ciudadanos se podía comprobar la sensibilización de los turolenses que protagonizaron una concentración espontánea en la puerta de la iglesia tras la celebración.