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Teruel no es Laponia Teruel no es Laponia
isabel Toril

Teruel no es Laponia

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No les gusta que les comparen con los esquimales. “¿A quién se le puede ocurrir que yo vivo como un esquimal, tú me ves vivir como un esquimal?”, me espetó Isabel en El Toril en cuanto le dije que estaba haciendo un reportaje de despoblación. Elegí mal día para recalar en la puerta de su casa. Hacía poco más de una semana que había salido publicado un reportaje en una revista de tirada -mucha tirada– nacional y no le había gustado nada. Desde el titular a las descripciones, todo le pareció mal. Por supuesto ni ella ni otro vecino que había por allí quisieron contarme nada, pero su ira me sirvió de mucho. Reafirmó la creencia que ya tenía que por mucha densidad de población similar a Laponia que tengamos no somos comparables. Un elefante y un ratón tienen el mismo número de patas para un solo cuerpo, pero no tienen nada que ver. En Laponia también son pocos, pero Teruel no es Laponia. Cuando piensas en un esquimal te lo imaginas en un lugar frío, tapado hasta las orejas. Lo iba viendo en mi cabeza mientras hablaba con Isabel, que estaba remangada y liada con sus plantas bajo un sol de justicia pese a que era abril.  Quedamos que no la sacaría, pero al final me dejó tirarle una foto. La conversación con Isabel fue reveladora. Son pocos, pero están a gusto con la vida que viven y hartos de que hablemos de ellos como si fueran gente huraña que habitan en lugares inhóspitos por obligación. Claro que la mayor parte de ellos echan de menos a los niños por las calles, compartir charlas con más vecinas o echar la partida todos los días y no solo los que hay suerte y suman cuatro a la hora del café. Pero eso no significa que estén a disgusto con su día a día. “Pues no estamos poco bien, puerta con puerta con el médico”, ahondó Isabel. La charla con Isabel no fue lo más llamativo del viaje. Descubrí a Cristóbal, un anciano que aprovechaba el sol leyendo  en un banco a Paul Preston. Le sorprendió que le hiciera una foto y supongo que aún se sorprendería más si supiera que se habló de él –y de rebote también de Preston– en las redes sociales. Aunque igual lo vio, quien sabe.