A pesar de que el frío arreció ayer, como queriendo por fin hacer acto de presencia en este tibio inicio de invierno, y de que las carreteras turolenses no invitan precisamente a recorrer la provincia cuando uno está de trabajo y no haciendo turismo, Sus Majestades los Reyes de Oriente no quisieron perderse su cita anual con los niños de todas las comarcas de Teruel para darles en mano algún obsequio y recordarles que, incluso en estos tiempos infaustos, es legítimo seguir soñando y tener ilusión.
Llegaron de todos los modos posibles; en coche, en carroza tirada por tractor, a caballo, en tren e incluso en flamantes motos de nieve como hicieron para acceder a las pistas de esquí de Aramón Valdelinares. El caso era no decepcionar a ningún niño y conseguir estar en tiempo y forma en todos los pueblos, aunque necesitaron la ayuda de sus pajes y tuvieron que tirar de magia de la buena para lograr visitarlos todos durante la frenética tarde-noche que vivieron ayer.
En muchos de los sitios que recorrieron por toda la provincia el frío fue inclemente, y en general prefirieron repartir sus regalos entre los pequeños al resguardo de salones, iglesias o hasta ayuntamientos.
Allí pudieron dar en mano sus regalos a los más pequeños e incluso departir con ellos y preguntarles de viva voz si realmente han sido buenos durante 2015. Algo innecesario, porque los Reyes Magos saben perfectamente quién merece regalos y quién carbón, pero a sus Majestades les encanta charlar con los niños y solo tienen un día al año para hacerlo.
Y además alguna ventaja tendría que tener vivir en alguno de los pequeños pueblos de Teruel. Aquí los niños no disfrutan de cabalgatas con grandes despliegues técnicos, pero se permiten el lujo de sentarse en el regazo de los Reyes, darles un beso e incluso tirarles de la barba con curiosidad, como barruntando rasgos conocidos en alguno de ellos -¡Qué imaginación tienen los pequeños!-. Algo con lo que los niños de las grandes ciudades, que tienen que conformarse con verlos desde la distancia en las macrocabalgatas, no pueden soñar.
Porque de soñar es de lo que se trataba en la noche de ayer. El fantasma de la despoblación se cierne sobre buena parte de la provincia turolense, pero en días como el de ayer todo el mundo se esfuerza, y los viajeros Reyes Magos los primeros, en que incluso los pueblos más pequeñitos se vean iluminados, aunque solo sea por una noche, por la potente luz de las sonrisas y los ojos como platos de los niños turolenses.
Autor:Miguel Ángel Artigas Gracia Teruel