La torre de la iglesia de Santo Domingo de Silos de Lechago amenaza ruina y en los últimos meses ha habido desprendimientos de algunos de los ladrillos que recubren el bien, que está incluido en la lista del mudéjar aragonés declarado Patrimonio de la Humanidad.
La Asociación de Amigos de Lechago ha remitido al Gobierno de Aragón un informe en el que detallan el estado en el que se encuentra la torre. Varios miembros de la agrupación le entregaron personalmente el documento hace una semana al director general de Patrimonio, Nacho Escuín, con quien se reunieron para manifestarle su preocupación tanto por el estado del monumento como por el riesgo que supone para los vecinos.
Desde el Gobierno de Aragón confirmaron que está previsto que se desplacen a Lechago unos técnicos a analizar la situación y adelantaron que aunque no hay compromiso presupuestario, sí colaborarán en la realización de inspecciones y estudios.
En este sentido, el alcalde pedáneo, David Sánchez, concretó que en las últimas semanas se ha producido la caída de varios cascotes y uno incluso provocó la rotura de un cristal de una vivienda vecina. El primer edil de la pedanía indicó que va a solicitar al Ayuntamiento de Calamocha, del que depende Lechago, que la brigada municipal instale unas vallas en las inmediaciones de la torre para evitar un accidente entre los peatones. Así, anunció que quiere que las medidas de prevención estén colocadas para la próxima Semana Santa. "Ahora estamos poca gente en el pueblo y la gente ya no aparca ahí por si acaso, pero en Semana Santa hay mayores y críos y así evitaremos riesgos", aseguró.
La torre de la iglesia se construyó en el siglo XVII y es de estilo barroco aunque con elementos mudéjares. De hecho, está declarada Patrimonio Mundial por la Unesco dentro del mudéjar aragonés.
El reloj se cayó en 2007
Agustín Martín, de la Asociación de Amigos de Lechago, indicó que el monumento lleva muchos años en continuo deterioro y concretó que en el año 2007 el reloj se cayó. En ese momento la agrupación cultural ya envió una carta a la entonces Diputación General de Aragón solicitando la reparación de la torre por el mal estado en el que se encontraba.
Algunos años antes, en 2001, y en prevención por los desprendimientos, se colocó en el primer tramo del campanario una cornisa protectora para recoger los cascotes que pudieran caer. "La cornisa se hizo entre la parte de piedra y la de ladrillo y se construyó con ladrillos asemejando el estilo mudéjar", concretó.
Esta es la única actuación que se ha llevado a cabo en las últimas décadas en un monumento cuya degradación avanza día a día. "Hay que acometer una obra de urgencia cuanto antes", argumentó el alcalde. Para Sánchez, la actuación principal es en el revestimiento exterior, que es el que se está desprendiendo. También sería necesario, a su juicio, intervenir el interior del campanario, al menos para que cumpliera "unas condiciones mínimas de seguridad".
En Lechago se plantearon varias actuaciones incluidas dentro del Plan de Restitución por la construcción del pantano pero la rehabilitación de la torre no se planteó porque en el momento que se elaboró el documento de necesidades el campanario no estaba en malas condiciones. De hecho, como apuntan desde la Asociación de Amigos de Lechago sí se incluyó la restauración de la ermita de la Virgen del Rosario. Agustín Martín indicó que aún quedan por acometer algunas de esas obras compensatorias y no descartó incluir una intervención en el campanario pero matizó que "tal y como está la situación económica no se haría a corto plazo y aquí hay que actuar urgentemente".
Un cuerpo menos
El campanario del templo dedicado a Santo Domingo de Silos es de estilo mudéjar aragonés de época barroca. Se construyó en el siglo XVII a los pies de la iglesia parroquial y en su estructura combina la mampostería de piedra y ladrillo, en el que perviven elementos decorativos de tradición mudéjar.
Según explica Emilio Benedicto, del Centro de Estudios del Jiloca (CEJ), el monumento contaba con un cuerpo más que fue derruido a finales del siglo XIX porque amenazaba ruina. "Estamos hablando de una época en la que el patrimonio no se valoraba como ahora y los arreglos se hacían en función del dinero del que disponían en ese momento", matizó.
Esta decisión salomónica no fue la única de tal calibre que se tomó en el Jiloca ya que como recuerda Benedicto, en la pedanía de Collados se derribó la torre en los años 80 por el elevado grado de deterioro que ofrecía.
Autor:M. Cruz Aguilar Teruel