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En los nueve kilómetros de trazado de ferrocarril que unía las minas de Utrillas con la estación de tren –desde la que se llevaba el carbón a Zaragoza– trabajaron un total de 9 locomotoras de vapor. Llegaron entre los años 1903 y 1918 y se empleaban para transportar el carbón desde el lugar donde se extraía hasta el cargadero. Todas ellas siguen hoy vivas porque están en funcionamiento, expuestas o en proceso de restauración. Eso sí, en vez de carbón ahora llevan vagones llenos de turistas que viajan por unos minutos al pasado a lomos de viejos caballos de hierro.
La más antigua se construyó en el año 1903 y es la Hulla, que actualmente está restaurada y transita por las mismas vías por las que llevaba carbón el pasado siglo, aunque ahora cargada de curiosos que acuden desde diversos puntos de España y algunos del extranjero para verla de cerca.
La Hulla y la 31, que en los papeles figura como Palomar, son las únicas que siguen en Teruel ya que el resto emigraron en los años 80, vendidas como chatarra a coleccionistas alemanes e ingleses. Ahora es posible montar en la Utrillas y la Montalbán en el West Lancashire Light Railway de Gran Bretaña o en el parque Heddesheimer Feldbahn, en Güldenthal (Alemania), respectivamente.
Y es que, como apunta Carlos Abadías, vicepresidente de la Asociación Zaragozana de amigos del Ferrocarril y el Tranvía, que es la encargada del mantenimiento y la puesta en marcha de los trenes de Utrillas, en España el interés por mantener este patrimonio llegó tarde. Así, Inglaterra compró varias de las máquinas de las minas de Utrillas para un parque turístico que ya funcionaba hace más de 30 años. “La Federación de Amigos del Ferrocarril es, después de la de fútbol, la que más asociados tiene”, comenta Abadías.
Los ingleses y alemanes vieron en Teruel un mercado único para sus adquisiciones y compraron todas las locomotoras por entre 400.000 y 500.000 pesetas de las de aquellos años. “No se vendieron ni bien ni mal, se vendieron a precio de chatarra de esos años”, indica Abadías.
Por la Hulla pagó 250.000 pesetas el coleccionista y aficionado a los trenes José María Valero, quien la revendió una vez restaurada de nuevo al Ayuntamiento de Utrillas.
La compañía minera se deshizo de todas las locomotoras menos la número 31, que funcionó hasta el año 1966 y fue la última que se reparó. El Ayuntamiento le construyó un pedestal junto a la travesía y hace ahora un año se desmontó para iniciar el proceso de restauración. La Palomar fue una de las últimas en repararse, por lo que su estado en funcionamiento era mejor que el del resto, además de ser una de las más modernas, puesto que llegó a las Cuencas Mineras en 1918.
El objetivo es que circule junto a la Hulla por el recorrido habilitado junto al pozo de Santa Bárbara. “Permitirá tener un reemplazo y aumentar el número de servicios”, comenta el responsable de la Azaft, quien matiza que se trata de máquinas muy antiguas que necesitan muchos mimos.
Precisamente la 1 y la 31, junto con la 2, la 3, la 4 y la 32 eran las que mas potencia tenían y por eso se empleaban para los trayectos largos. El resto –11, 21 y 22– se utilizaban desde las minas hasta los enlaces.
Todas ellas funcionaron a la vez aunque la número 11, llamada Escucha, se dejó aparcada antes debido a su poca potencia.
Esta era una de la más antigua de todas las que hubo en Utrillas porque salió de la fábrica Black Hawthorn en el año 1884. Ahora está en poder de un coleccionista inglés que la adquirió porque es una de las pocas que se conservan de esa factoría.
Las máquinas de vapor son las más vistosas por su antigüedad y su sistema de funcionamiento, pero en Minas y Ferrocarriles de Utrillas también hubo otras que funcionaban con gasóleo. Entre ellas está una máquina de marca Deutz que es la diesel más antigua, construida en 1930, que ahora está siendo restaurada. Además, hay otra que ya funciona y circula como apoyo de la Hulla.
Por otra parte, había dos locomotoras especiales porque tenían el mismo ancho que las Deutz pero eran eléctricas. Abadías especifica que eran unas Dufel 1.000 fabricadas por Duro Felguera que se utilizaron debido a que tenían mayor fuerza de arrastre y además no echaban humo dentro e la mina. De estas máquinas especiales no se ha conservado ninguna.
En Utrillas se puede viajar hoy en el coche de viajeros de 1904, que fue regalado por el fabricante de las locomotoras por la compra de cuatro máquinas para el ferrocarril de vía estrecha y otras siete para el de vía métrica. Fue un presente, realizado para que los directivos pudieran circular por el tren minero, que acabó también en manos de José María Valero, que fue el que lo recuperó.
Carlos Abadías precisa que el vagón subía hasta Mina Sur, que es la más alta, remolcado por una locomotora y bajaba por lavaderos por gravedad. Los mineros también viajaban en el tren, pero en su caso lo hacían en dos furgones de madera muy sencillos.
Además, en el parque dedicado a la minería se conservan varias de las denominadas vagonas, que son las vagonetas estándar, también llamadas tolvas din, con las que ahora se está haciendo un tren con el fin de que la gente lo vea.
Desde la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y del Tranvía (Azaft) precisan que Utrillas tiene el ferrocarril histórico más puntero de España, “único por el ancho de vía y variedad de vehículos”, concreta Carlos Abadías.
En España hay varios lugares en los que se puede ver en funcionamiento locomotoras de vapor, como en Gijón –donde también son mineras–, Azpeitia (Guipúzcoa) o Riotinto, en Huelva.
El trabajo realizado en Utrillas de recuperación del material del ferrocarril está despertando gran interés en toda Europa. El objetivo del Ayuntamiento es que el tren una todos los museos rehabilitados, desde el Pozo de Santa Bárbara hasta el Museo de la Ciencia Minera que hay en el centro de la población.
Locomotoras de vía métrica
Del ferrocarril que unía Utrillas con Zaragoza no se conserva ninguna locomotora. Este tren estuvo operativo hasta 1969, cuando se vio que no era rentable y todos los materiales fueron vendidos para la chatarra.