trufa
“Tenemos que dejar de hablar del cultivo de la trufa como encinares y empezar a hablar de frutales”. Con esta premisa planteó su charla ayer Gerardo Sánchez Peña, técnico forestal e integrante del Servicio de Sanidad Forestal y equilibrios biológicos del Ministerio de Agricultura. Así, propuso un “cambio de visión, un nuevo escenario” porque se trata de “árboles cultivados en terreno agrícola” y sometidos a tratamientos de poda, riego, laboreo. El especialista hizo esta reflexión durante la charla que ofreció ayer por la tarde durante el Curso de Truficultura práctica que concluirá hoy en Mora de Rubielos y en el que han participado un total de 62 personas.
“El marco es diferente porque si hablas de encinares, hablas de un bosque y de cuestiones de impacto ambiental”, aseguró el experto. Este cambio de estrategia posibilitaría una gestión integrada de plagas y el empleo tanto de los fitosanitarios permitidos como de los manejos tradicionales. En cambio, en el campo forestal “prima la componente medioambiental de conservación de la biodiversidad”, aseveró.
“Actualmente cuando hablamos de trufa todavía se tiene la vieja idea de que tenemos un encinar, entendido como bosque” y que se está recuperando un elemento salvaje. En cambio, la realidad es que las explotaciones son terrenos agrícolas con árboles certificados y “puedes usar las herramientas que autoriza la Unión Europea para los campos agrícolas”, aseguró durante su intervención Gerardo Sánchez Peña.
El especialista también hizo referencia a la necesidad de contar con una certificación de calidad de planta como método para mejorar el sector. En este sentido, comentó que hay un grupo de trabajo que está elaborando un Real Decreto que será de obligado cumplimiento en España y constituirá “una herramienta muy importante” para los truficultores y viveristas.
La castaña como ejemplo
Gerardo Sánchez Peña puso como ejemplo de evolución agrícola del sector de la castaña, en el que la constitución de una Mesa Estatal fue decisiva. “Productores y comercializadores han creado un lobby trabajando en conjunto con el Ministerio que ha cambiado el marco de actuación y ha logrado individualizar y singularizar el producto”, dijo. Ese empleo de las herramientas adecuadas para mejorar el rendimiento es posible aplicarlo también al sector de la trufa, donde actualmente cada provincia va por su lado.
Otra de las ponencias corrió a cargo de Pedro Zuriaga, ingeniero técnico agrícola, quien habló a los asistentes de las diferentes plagas que pueden afectar a su cultivo. “Los truficultores que no han sido agricultores de frutal se asustan de todos los bichos que puede haber, pero deben de perder el miedo”, aseguró.
Zuriaga también les informó de los productos fitosanitarios que pueden usar para el control de las plagas “que son muy pocos”, reconoció. Una de las plagas de las que habló fue de la de topillos, que pueden causar un grave problema en los primeros dos años de la plantación porque se comen las carrascas. “Lo que hay que hacer en esos casos son laboreos de la tierra, porque los topillos son muy sensibles al movimiento del suelo y a los ruidos”, dijo.
El ingeniero técnico agrícola del servicio provincial de Desarrollo Rural y Sostenibilidad Gabriel Pérez Casas fue el encargado de hablar sobre Política Agraria Común y en qué medidas puede beneficiar a los productores de trufa. “La gente asocia PAC con ayudas, pero es un concepto mucho más amplio que abarca sanidad vegetal, renta de mercados, calidad agroalimentaria, comercialización...”, argumentó el experto.
Los pasos a seguir
El técnico planteó la charla desde el punto de vista de una persona que quiere poner una plantación y asesoró sobre todos los pasos que hay que dar para cumplir los requisitos legales que se exigen. Desde roturaciones a vallados pasando por distancias de seguridad o las subvenciones que pueden solicitar. Así, los truficultores pueden cobrar ayudas siempre y cuando tengan derechos de pago base y los puedan aplicar sobre las superficies dedicadas a planta micorrizada. También tienen derecho a subvenciones para la incorporación de jóvenes agricultores y podrían contemplar apoyos para infraestructuras de riego, vallado o para la realización de la plantación, según explicó.
Además, durante la jornada de ayer y al igual que ya se hizo el martes, los participantes en el curso tuvieron la oportunidad de conocer la búsqueda de trufa con perro en plantaciones de Gúdar-Javalambre, ver cómo trabaja una empresa de transformación trufera y aprender a observar las raíces micorrizadas a través del microscopio, una práctica muy útil para reconocer con qué especie está inoculado un plantón.
El curso, que culminará hoy en Mora, está organizado por la Universidad de Verano de Teruel -Fundación Antonio Gargallo y cuenta con el respaldo del Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria de Aragón (Cita) y Atruter, la Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa de Teruel.