Hace más de cuarenta años la pareja flamenca Lole y Manuel hacían hincapié, con la canción Todo es de color, en la necesidad de trabajar por un mundo en paz, que podría ser mejorado gracias a una poderosa arma. La buena voluntad. La canción es una llamada a la responsabilidad y ha sido una de las claves para definir Un jardín de invierno, el proyecto interdisciplinar en el que los alumnos del IES?Lobetano de Albarracín han trabajado para, a través del Land Art, dar color y con él alegría a los exteriores del centro educativo.
[gallery link="file" ids="65119,65120,65121,65122,65123"]La profesora de Educación Plástica, Visual y Audiovisual del IES?Lobetano, Carmen Martínez Samper, ha sido la coordinadora del proyecto, que de algún modo bebe de fuentes como el bosque de Oma, en Vizcaya, pintado en su día por Agustín Ibarrola. “Nuestro instituto está situado en una de la zonas más agrestes de Albarracín”, explica. “Y comprendimos que sería una gran idea intervenir a través de Land Art para crear un paisaje nuevo, o mejor dicho renovado, en el jardín de acceso”.
El Land Art es una corriente artística contemporánea que utiliza elementos de la naturaleza como troncos, piedras, tierra, agua o el propio viento para construir su discurso artístico, que queda ligado al paisaje donde se crea.
El peso de la intervención artística recayó en los propios alumnos de Educación Plástica de la ESO, participando cada uno de ellos en una fase distinta;?desde elaborar un texto que se incorporó a la propuesta hasta la recogida de ramas tras la poda, organizar el taller, dar color a las ramas y construir un árbol en recipientes que después de plantaron en el exterior.
Antes y durante la intervención las clases de Plástica han servido para estudiar como el color nace con la luz y la luz ilumina los espacios. “El color también abre la mente a nuevas sensaciones, emociones y percepciones sensibles que nos llenan de vida”, asegura Martínez Samper. Para argumentar esa afirmación, la pintora y escultora recuerda como antiguamente los manuscritos se decoraban con imágenes coloreadas. Estas imágenes solían denominarse miniaturas, no por su reducido tamaño –se le dio ese significado a la palabra solo a partir del s. XVII– sino porque estaban elaboradas con minio, un óxido de plomo que daba al tinte un característico rojo brillante. Los monjes especializados en este trabajo de dar color a los manuscritos eran los miniaturistas o iluminadores, por la idea de luz que aportaba ese color.
“Nuestra aportación, la de todos, la que desde el arte y la cultura traemos al presente, es iluminar nuestro entorno y hacer de él un lugar más agradable para vivir”, asegura la artista. “Es ahí donde nos convertimos en creadores, idealistas, magos... porque tenemos el poder de mejorar las cosas y de invitar a reflexionar sobre ellas”.
Una canción francesa
El proyecto ha integrado también al departamento de Francés del IES?Lobetano de Albarracín con la colaboración de la profesora Mari Carmen Pascual, relacionando arte plástico y poesía a través de la letra de la canción francesa Le rêve interdit (Los sueños rotos), de Timeo, que habla de positividad frente a las dificultades. La canción viene a decir también que una vida sin sueños no merece la pena ser vivida, que es como un árbol sin raíces. “Y en nuestro caso estas ramas secas que nos han facilitado los jardineros, coloreadas y plantadas, representan los propios sueños. Ha sido una labor grupal de la que hemos formado parte sin darnos casi cuenta”, subraya Martínez Samper.
Para la artista y profesora del IES?Lobetano de Albarracín, “la cultura, la educación, es la savia que retroalimenta a estos jóvenes árboles en crecimiento. Nuestra misión es hacer que cada día crezcan un poco más, aportando conocimiento y mostrándoles otras formas de asomarse al mundo para mirar con nuevos ojos su propio paisaje;?el que van construyendo cada día en su interior y el que renuevan cada día en nosotros con su imaginación y creatividad”.