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Las bacterias, las grandes aliadas de la trufa Las bacterias, las grandes aliadas de la trufa
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Las bacterias, las grandes aliadas de la trufa

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Los investigadores sobre cultivos de Tuber melanosporum están trabajando con las bacterias ya presentes en la propia trufa con el fin de incrementar el nivel de producción de las encinas en el campo. La trufa es un hongo que crece asociado a la raíz de un árbol y cualquier afección en la carrasca puede repercutir en el desarrollo de la micorriza. Por eso se trata de un cultivo en el que no se añaden fertilizantes ni sulfatos que puedan perjudicar esa delicada simbiosis. Los trabajos científicos desarrollados al respecto tienen que ver principalmente con bacterias que están ya en la trufa de forma que no le provocan daños. "Partimos de componentes orgánicos y bacterias naturales", explica Xavi Vilanova, director técnico de la empresa catalana Micofora, Micología Forestal y Aplicada, que está trabajando sobre este tema en sus viveros y plantaciones propias. Los técnicos seleccionan en el laboratorio aquellas bacterias de las que se conoce su mecanismo de acción para aportar los componentes que benefician al árbol o a la micorriza. La compañía ha realizado investigaciones a dos niveles, en vivero y en campo. En lo que respecta al vivero, Vilanova matiza que contaban con estudios antiguos en los que ya se proponía el uso de cepas concretas para aplicarlas en el momento de inocular la planta, de forma que el nivel de micorrización era más alto. Actualmente la investigación en el vivero va dirigida a captar nutrientes como el nitrógeno o el fósforo, que benefician al árbol. "El hecho de que crezca más sano y rápido está totalmente relacionado con la producción de trufa en la raíz", dice el experto. El objetivo es que la carrasca se alimente mejor porque se ha comprobado que el tamaño del árbol y el diámetro del tronco sí repercuten en la producción del hongo que crece en su raíz. Durante el estudio, comprobaron que en el estado de vivero el empleo de determinadas bacterias aumentaba la concentración de micelio de trufa, algo que está íntimamente relacionado con la producción trufera. Según la edad del árbol En campo comprobaron que el efecto de unas bacterias u otras varía en función de la edad del árbol. Así, hay algunas que favorecen la producción de micelio en los primeros años mientras que otras son más efectivas en las plantaciones adultas. "Los tratamientos evolucionan con la edad del árbol", reconoce el experto. Para mantener la simbiosis  entre hongo y árbol hay que tener mucho cuidado con el fertilizante que se emplea en la carrasca porque, según apuntan los expertos, el abonado perjudica la micorrización debido a que el árbol debe seguir necesitando a la trufa, “esa es la clave a la hora de diseñar los nutrientes”, sentencia Vilanova. Las bacterias las obtienen a través de la propia trufa o mediante cepas comerciales, porque, como matiza el investigador, éstas resultan más operativas de cara a elaborar un producto para su comercialización. Los primeros resultados  se están obteniendo ahora, aunque ya hay algunas bacterias que se están comercializando porque Micofora ha comprobado su efectividad. En este sentido, Marcos Morcillo, director de Micología Forestal y Aplicada, indicó que habían aislado varias cepas y las habían probado en los cultivos y, para sorpresa de los investigadores, todas ellas habían provocado, en mayor o menor medida, un aumento del micelio. Micofora ha terminado el proyecto sobre el aumento de concentración de micelio pero todavía falta aplicarlo a la producción de trufa, algo que esperan esté relacionado porque son parámetros que siempre van unidos. Pese al interés que este tipo de investigaciones van a despertar en el sector trufero, desde Micofora indican que la mayor parte de estos estudios "son aplicados", es decir, que consisten en pruebas ensayo-error porque "no hay tiempo ni presupuesto para fijarnos en el porqué", precisa Xavi Vilanova.