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La nube de polvo sahariana abandona Teruel y pone rumbo a Moscú

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Durante estos días los turolenses, al igual que la mayor parte de los españoles, hemos vivido inmersos en una nube de polvo que ha sido visible a simple vista

Durante estos días los turolenses, al igual que la mayor parte de los españoles, hemos vivido inmersos en una nube de polvo que ha sido visible a simple vista. Desde el mediodía de ayer la atmósfera vuelve a verse tan limpia como es habitual por estos lares, pero hasta ahora se distinguía perfectamente una banda marrón traslúcida sobre el horizonte que dificultaba la visión, una fina capa de polvo naranja producto de la depositación y de la precipitación por las lluvias del domingo al lunes cubría el suelo; y en el ocaso o al amanecer el Sol aparecía debilitado por la calima, de suerte que su disco brillante parecía más una Luna sin manchas que el propio astro rey.

Lo que hemos tenido envolviéndonos ha sido polvo en suspensión procedente del Sahara. Es un fenómeno poco habitual en la península ibérica que se produce cuando hay una situación de viento sur prolongada. Por su cercanía esta calima es muy habitual en las islas Canarias, cuando el componente del viento es este.

Según Rafael Requena, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en Aragón, el frente frío que cruzó España de norte a sur y que dejó alguna nieve en la provincia de Teruel durante la semana pasada se partió y uno de sus brazos "se instaló en forma de borrasca al este de las Canarias, sobre Marruecos".

Como los vientos giran al rededor de una borrasca en sentido contrario al de las agujas del reloj, esa zona de bajas presiones llevó vientos fríos y húmedos del norte hasta las islas, provocando este fin de semana una de las mayores nevadas de la historia de Tenerife.

Tras descargar su humedad y siguiendo su viaje en sentido antihorario alrededor de las Canarias, los vientos pasaron por el desierto del Sahara, llevándose polvo y arena del Sahara y arrojándolo después, literalmente, sobre la península ibérica.

Cuando esto ocurre normalmente el fenómeno no va más allá de la mitad sur de la península, pero cuando las circunstancias meteorológicas lo permiten, como ha sido el caso, la nube de polvo, visible desde el espacio, viaja y se extiende hasta alcanzar incluso el Pirineo.

En los mapas y previsiones de la AEMET se observa como hasta la mañana de ayer buena parte de España estaba cubierta por la nube, de diferente densidad según la zona. Tras pasar por Italia y Grecia, está previsto que la nube abandone Europa occidental a última hora de esta noche. Sin embargo en su enorme viaje, el polvo sahariano va a llegar, aunque evidentemente en mucha menor medida, hasta la cordillera de los Urales en pleno corazón de Rusia, a unos 7.000 kilómetros de distancia de su punto de origen.

No se puede establecer una conexión entre la calima y el efecto invernadero, como causa o consecuencia. "Hay situaciones extremas de sequías o inundaciones que sí tiene relación, pero en este caso no", ya que la calima se produce cuando se combinan una serie de factores meteorológicos que por sí solos son normales.

Este fenómeno de calima, que siempre hace referencia a partículas sólidas en suspensión otra cosa es la evaporación del mar en zonas costeras, con efectos parecidos pero causas totalmente distintas, puede llegar a tener alguna repercusión en la salud, aunque para ello tendría que prolongarse mucho en el tiempo. Según Rafael Requena,"el aire que estás respirando está cargado de polvo en mayor o menos concentración. Si una vez establecida la nube se diera una situación anticiclónica de estabilidad el polvo persistiría varios días y quizá sí que tuviéramos que tomar alguna medida, exactamente igual que si se tratara de contaminación. Pero desde luego en esta ocasión no ha sido el caso".

En casos extremos la calima puede originar problemas de visibilidad en la aeronáutica, provocar bajadas bruscas de temperatura, porque el polvo hace efecto albero reflejando hacia el exterior parte del calor que llega del Sol, e incluso provocar problemas respiratorios o, en otras partes del planeta, contribuir a la transmisión de patógenos que causan algunas enfermedades respiratorias.

En Teruel la calima es muy poco habitual. Durante las últimas horas del fin de semana pasó desapercibida porque la ciudad tenía su propia nube encima, la de las hogueras de las jaimas de las Bodas de Isabel. Y ayer el mayor efecto que provocó fue el de poder disfrutar de un amanecer y un anochecer poco habitual en la ciudad, al que los habitantes de las grandes urbes supercontaminadas, sin embargo, están acostumbrados.

Autor:Miguel Ángel Artigas Gracia Teruel