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Joaquín Ureña invita a pasear por su estudio de Lérida desde Puertomingalvo Joaquín Ureña invita a pasear por su estudio de Lérida desde Puertomingalvo
Joaqu?in Ure?ña

Joaquín Ureña invita a pasear por su estudio de Lérida desde Puertomingalvo

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La realidad virtual que hace uso de la informática, la electrónica y la óptica para sumegir al usuario en aquellos lugares donde sus pies no pueden, o no quieren llegar, en realidad no es algo que el arte tradicional no haya hecho antes. Más allá de esa función de representación o de apelación simbólica, el arte tiene la capacidad de inmersión, de introducir al observador en el tema mismo de la obra.

Y no siempre es una forma figurada o metafórica de hablar. Determinadas manifestaciones artísticas logran conseguir ese efecto envolvente no solo en lo emocional, sino también en lo sensorial.

Es el caso de Papeles II, la exposición que el artista ilerdense Joaquín Ureña inauguró la pasada semana en la Sala de la Villa de Puertomingalvo, y que puede visitarse hasta el próximo 3 de septiembre.

Lo primero que llama la atención de la muestra, que reúne acuarela y escultura, es que la mayor parte de las obras están realizadas a tamaño natural, en gran formato.

La más espectacular es la titulada El taller expandido, que Joaquín Ureña llama familiarmente “la L”. Se trata de un políptico formado por nueve piezas, que alcanza más de quince metros de largo por casi dos metros de alto. Representa su propio estudio de pintura en Lérida, y ante el espectador se despliega como un auténtico paseo por esa sugerente estancia.

Lo consigue no solo a través de la plasmación de los objetos, cuidadosamente desordenados, a tamaño natural, sino también apelando a un acabado ultra realista que lo hace difícil de distinguir de una fotografía. Algo que tiene todavía más mérito teniendo en cuenta que está realizado con acuarela, una técnica que no permite errores ni correcciones en su ejecución. Pinturas, apuntes, libros, y mesas de trabajo se disponen de tal forma y con un acabado tal que, en un primer vistazo a cierta distancia, a nuestro cerebro le cuesta averiguar que todo cuanto vemos está plano sobre el enorme lienzo.

Pero además Joaquín Ureña demuestra ser un experto en mirar el mundo que le rodea antes de representárselo a los demás. Podría hacer propio el célebre aforismo atribuido a Lincoln;?si tuviera ocho horas para talar un árbol pasaría seis afilando el hacha. El taller expandido no refleja la realidad que se extiende ante quien visita su estudio leridano con la perspectiva lineal clásica del arte occidental;?esto es, desde un único punto de vista con un punto de fuga que proporciona a la panorámica cierto hieratismo, como si la observáramos sentados en una silla. En su lugar, Joaquín Ureña utiliza la perspectiva oriental, heredada de China y Japón, que consiste en pintar el cuadro por partes de forma secuencial, aplicando un punto de fuga diferente a cada parte, que coincide con el observador a medida que se va desplazando por el cuadro.

El efecto es que se dispara el efecto realista y de envolvimiento de la obra, ya que esta no requiere de un punto exacto de observación para que perspectivas, sombras y la figuración de los volúmenes sea óptima.

En su lugar, con la perspectiva oriental se consigue que mirar el cuadro sea lo más parecido a realizar un travelling lateral con una cámara frente al propio estudio de Ureña.

El desorden calculado del estudio de Ureña, con discos, pinturas, anotaciones, libros, muebles y mil objetos ofrece numerosos puntos de atención a medida que la vista se mueve por un interminable paseo a lo largo de los 15 metros de cuadro. La ventana del balcón del estudio abierta, la vista del exterior y el reflejo del interior sobre los cristales incrementa aún más la sensación de realismo. La obra no es, en sentido casi estricto, una representación de su estudio, sino que es su estudio mismo.

Entre diversas partes del políptico algunas zonas del estudio se repiten, y en un momento dado la obra forma un ánguno de noventa grados, de forma que el observador se siente todavía más rodeado por ella.

El taller expandido viene acompañado por otra acuarela, también de gran formato aunque no de dimensiones mastodónticas como el políptico, que representa otro estudio en el que trabaja el leridano.

Apuntes en directo

También se encuentran expuestos en la Sala de la Villa de Puertomingalvo los primeros apuntes en directo que Ureña tomó durante la inauguración de la exposición. “Eso es algo que a mí me gusta muchísimo”, explicaba el artista. “Que los propios espectadores vean cómo es el proceso de pintado y que además acaben formando parte de la exposición”.

Así, durante el acto de exposición de la muestra, el 23 de julio, y en los días subsiguientes, Joaquín Ureña está realizando una serie de retratos a tamaño natural, en acuarela, a los visitantes que se ofrecen para ello. En apenas unos minutos Ureña muestra, ante los incrédulos modelos improvisados, la enorme pericia de una técnica, la acuarela, que gracias a virtuosos como él se ha convertido en grande.

Escultura

La exposición Papeles II?de Puertomingalvo se completa con tres conjuntos escultóricos no menos especiales que las pinturas. Se trata de volúmenes construidos con papel de acuarela, también a tamaño natural.

El primero y más llamativo se titula Photocall, y representa una serie de fotógrafos y camarógrafos disparando sus máquinas sobre un objetivo común. El espectador se rinde a la tentación de colocarse frente a ella para observarla y sentirse a su vez observado por la propia obra, una escultura que Joaquín Ureña realizó para un festival de cine.

Los otros dos grupos tienen mayor valor simbólico. Uno representa una pareja de jóvenes, un chico y una chica, dándose la espalda y pendientes únicamente del teléfono móvil que llevan en sus manos. Una crítica a quien no sabe mirar o no sabe a qué o a quién mirar.

El tercer grupo tampoco está exento de crítica y de ironía, de sentido del humor. Se trata de dos personas, con aspecto de intelectuales con bufandas y gafas, que están mirando los cuadros de una exposición y opinando sobre ella. No se sabe si Ureña se rie de los críticos que sientan cátedra sobre lo ajeno, o de sí mismo, al situar dos espectadores de papel en su exposición, por si faltaran espectadores de carne y hueso.

Sea como fuere, Ureña puede permitirse cualquier lujo. Ha protagonizado más de 75 exposiciones individuales y tiene unos cuarenta premios nacionales de pintura, entre ellos el Premio Extraordinario Reina Sofía. Un auténtico regalo para los sentidos de quien visita su estudio de Lérida o su trasunto, que hasta el 3 de septiembre podrá verse en Puertomingalvo.

El turismo cultural se abre paso en Puertomingalvo

El alcalde de Puertomingalvo, Manuel Zafón, estuvo presente durante la apertura de la exposición de Joaquín Ureña, que de nuevo trae una excepcional muestra hasta la localidad. “Para nosotros esto está suponiendo atraer al pueblo un nuevo tipo de turismo que antes no venía. Un turismo cultural que ahora, desde que hace ocho años recuperamos esta joya que es la Sala de la Villa, viene atraído por las exposiciones de verano que realizamos anualmente”. La Sala de la Villa es un recinto de más de 300 metros cuadrados que forma parte del Ayuntamiento gótico levantino del siglo XIV. Es una sala diáfana, con dos columnas poligonales, artesonado de madera y cuatro ventanas góticas con un artístico parteluz. Alberga una exposición temporal cada verano, y también una muestra permanente que cada año va creciendo y que se nutre de aportaciones pictóricas de todos los artistas que van pasando por la sala.