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Ismael Peña (La Banda del Mirlitón): “Mi colección de instrumentos me ha echado de casa” Ismael Peña (La Banda del Mirlitón): “Mi colección de instrumentos me ha echado de casa”
Ismael Peña, el domingo pasado en el centro multiusos de La Puebla

Ismael Peña (La Banda del Mirlitón): “Mi colección de instrumentos me ha echado de casa”

Ismael Peña llegó a la fama por su programa de televisión Ismael y la Banda del Mirlitón, emitido en TVE en los años 70 cuando solo había una cadena. Etnógrafo de vocación, en su casa almacena miles de objetos, desde instrumentos musicales a trajes, pasando por una colección de botijos pintados por ilustres artistas como Dalí. El fin de semana pasado participó en Arundo Donax, las jornadas sobre la caña musical de La Puebla de Híjar, donde impartió una de sus entrañables conferencias. -¿Cuántos instrumentos lleva coleccionados? -Pues alrededor de 1.100, aproximadamente. -¿Y de qué tipo son? -De todo tipo y del mundo entero, desde el siglo XVII para acá. -¿A cuál le tiene más cariño? -¡Uy! Eso es como si le preguntas al padre a qué hijo quiere más. Yo, a todos. Siempre hay instrumentos que por alguna razón son más singulares. Por ejemplo, hay un piano del siglo XVIII, un John Forte, que es un piano Jirafa que en vez de tener las cuerdas en horizontal las tiene en vertical. Mide casi tres metros, hay pocos de esos en el mundo. Dos o tres en museos y el que tengo yo. -Ya puede ser grande su casa para albergar todos esos objetos... -¡Me han echado de casa! Tuve que marcharme de Madrid y coger un terreno grande, donde hice unas naves. Porque no solo tengo instrumentos, sino que hay también 2.000 y pico juguetes, 700 trajes, unos 600 encajes y bordados, unos 1.700 aperos y utensilios de la vida diaria... Había también una colección de cerámica, 1.500 piezas, pero la adquirió el Ayuntamiento de Navalcarnero. También tenía una colección de marionetas estupenda que la adquirió el Ayuntamiento de Cádiz, que ha hecho un museo. Y luego hay una pequeñita de una pieza muy popular: el botijo. Se los fui cediendo a pintores que han pintado el botijo entero. Tengo a Dalí, Barjola, Sempere, Viola, Pérez Villalta... Así hasta unos 90. -Síntoma de que ha conocido un montón de gente durante su faceta artística. -Llevo muchos años. Viví del 60 al 70 en París. Fueron unos años muy bonitos y ricos. París en aquel momento era una ciudad maravillosa. Ha ido decayendo, un poco reflejo de la decadencia de este occidente nuestro. Aprendí muchísimas cosas, me relacioné con gente muy bien. No me quejo. -Usted, principalmente, ha sido músico. -Y cantante. ¡Lo que pasa es que eres muy joven! Cuando fui a París con mi primer disco me dieron, en 1965, el Grand Prix Charles Cros du Disque, unos premios a los mejores discos editados en el año en todas las secciones: música clásica, popular, jazz… Pues en la parte folclórica me dieron el premio. Cuando volví a España, en los años 70 tuve un programa de televisión, cuando no había más que una cadena, que duró cinco años: Ismael y la Banda del Mirlitón. Ahí publicábamos artesanías, músicas, bailes y toda la cultura popular. Traía grupos, gente de toda España. Se emitió dos años y medio el sábado por la mañana y después los domingos después del Telediario. -Fue un programa de gran popularidad en aquella época que aún hoy la gente recuerda. -Fue muy agradable, muy bonito. No sé la razón, pero el programa caló enormemente entre los niños. Era mi público. Es muy interesante esa relación. Ahora, allá donde me muevo por España se acuerdan de mí todos los que tienen 50 años. Yo tengo 81. Todo lo que te llama la atención de niño te queda para toda la vida, es fantástico. -Usted es un gran referente de la cultura popular. -Como cantante me he movido en tres campos: la música popular, la música del siglo XV y XVI y, como compositor, he trabajado mucho los poetas. He musicado a Lorca, Salinas, Hernández, Pablo Neruda, etc. Pero sí, me ha gustado mucho cantar, investigar y coleccionar todo lo que ha sido música popular y cultura popular. -De cuando en cuando, sacará de casa algo de la exposición de instrumentos. -La última que se movió bastante fue hace dos años. Se trataba de una exposición de los instrumentos de música citados por Cervantes en su obra. Entonces era el centenario de la primera parte del Quijote. La de los botijos también ha estado moviéndose últimamente. Y luego, pues en Utebo tuve una exposición de instrumentos de música de América latina. Al haber mil y pico, puedo seleccionar por temas. Hice música del mediterráneo, de la Generación del 98, inspirada en Cervantes… voy buscando un título y entresaco todo lo que hay por casa. -También le gusta dar conferencias, como la que impartió en La Puebla de Híjar. -Lo malo es que ya es vicio (ríe). Son mundos muy sencillos, auténticos, no contaminados con todas las modernidades. Esto es ir investigando en el pasado, en las raíces, y para mí es muy satisfactorio y agradable. -¿La cultura popular va camino de la extinción con la globalización o aguantará el tipo? -No, se sigue conservando. Hay que intentar no desvirtuarla y que no te den gato por liebre. Hay que estudiar en manuscritos, documentos antiguos y comprobar que lo que te han dicho de viva voz se corresponde con los documentos. En un mundo globalizado es difícil mantenerse fiel. Está la tendencia del neofolk, dar una visión nueva del folk. La respeto, pero no es la que me interesa. Me interesa más la versión más sencilla, lo más depurada posible. La de la tía Manuela que se acuerda de sus vivencias y te cuenta las cosas muy sinceras. Ahora con esto de la caña de La Puebla he estado investigando también sobre sus usos ya en la escritura egipcia. -¿Conocía que de la caña del Bajo Martín proceden las lengüetas musicales? -Tenía conocimiento, pero no había venido hasta ahora. Con Mario Gros tenía mucha relación por carta, por teléfono, pero nunca había venido. Es un ambiente muy bonito por la sencilla razón de que colabora toda la gente. No solamente es cantar o dar una conferencia, sino que la gente se vuelca en la organización.