Licenciada en Historia del Arte y Doctora en Historia del Arte por la UNED. Ha participado en varios congresos internacionales y jornadas de investigación, además de realizar publicaciones en revistas científicas y trabajos colectivos. Ha trabajado en varias instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo del Agua y Patrimonio Hidráulico. Es miembro del Consejo Internacional de Museos y en la actualidad es investigadora, directora del proyecto Patrimonio del Exilio Republicano Español, y profesora del Taller Multinacional Buró Proyectos de Arte Contemporáneo. Participó en la inauguración de la exposición El último suspiro del Quijote en Molinos.
Inmaculada, ¿por qué eligió como tema de estudio del legado de los artistas españoles en el exilio?
Yo estaba especializándome en el trabajo de las instituciones museísticas y desde la universidad me propusieron indagar en el tema del exilio porque hay una gran laguna a nivel estudio. Fue ahí cuando intentamos fusionar las dos especialidades, exilio y museos. En un principio iba a ir más encaminada sobre los museos en el exilio pero me di cuenta que antes de hacer ese planteamiento había que indagar en muchas otras cuestiones previas que hasta entonces no se habían planteado, como por ejemplo, cuándo regresa ese patrimonio, por qué se crearon esos museos, esas colecciones… Esos planteamientos previos son los que finalmente han podido dar respuesta a cuestiones como cuál fue el periodo más prolífero para la creación de las instituciones, de qué iniciativas gubernamentales han partido, qué personalidades estaban detrás de la recuperación de estos legados… Esto me permitió tener datos tan interesantes que me di cuenta que lo más importante no solamente fue la creación de esos museos sino la consolidación de un proceso de recuperación que hasta entonces no se había investigado
¿Hay más museos de artistas exiliados fuera o dentro de España?
Dentro de España, porque algo que llama la atención es que, aunque la trayectoria y el período de consolidación lo hayan desarrollado en el exterior, los únicos lugares donde han tenido preocupación por integrar todo el conjunto de esas colecciones en museos monográficos ha sido en España y, concretamente, en sus lugares de origen. Se produce una llamada de atención sobre estas personalidades, que eran y habían sido personas renombradas en el exterior pero no en su tierra. Cuando llamaron la atención de algún interesado a nivel local que se dio cuenta de la existencia de los mismos, comenzaron a preocuparse por recuperar esas figuras. Y, por otra parte, están los artistas que cuando regresaron se dieron cuenta de que en España nadie los conocía y muchas veces ellos, de forma completamente desinteresada, fueron donando sus obras a los museos, incluso a los provinciales, para poder estar representados
¿Fueron muchos los artistas exiliados?
Si, muchos. Se contabilizan en torno a trescientos.
¿Dónde se exiliaron principalmente los artistas?
A Francia se fueron una parte bastante representativa, y muchos quedaron muy vinculados a la Escuela de París. Algunos, como por ejemplo Blasco Ferrer, terminó residiendo en París y frecuentando la zona de Toulouse. Muchísimos se fueron también hacia la zona de México y Argentina, a este último país sobre todo los gallegos. Los que cruzaron el Atlántico se desplazaron mucho por Santo Domingo, México, otros hacia Nueva York, pero en general se movieron mucho de un lugar a otro.
¿En cuales se ha centrado y por qué?
Hice una selección de artistas y al final me centro en trece de ellos, aquellos cumplían varios requisitos: que tuvieran un compromiso político, que se hubieran marchado al exilio, que hubieran retornado el artista y la obra y que se hubiera musealizado.
¿Cree que su estudio hace justicia a este grupo de artistas en cierta manera olvidados?
La intención la he tenido, por lo menos poner en valor que hay un patrimonio que se desconoce muchísimo y que es un patrimonio que tiene una gran valía. Son obras que tuvieron el reconocimiento internacional pero que en España a día de hoy siguen pasando realmente desapercibidos, y son museos que no son muy frecuentados. Yo he intentado poner en cuestión que hay un elevado número de instituciones museísticas que conservan el patrimonio del exilio, que son espacios de la memoria, pero que actúan de forma individualizada y que tampoco se suelen encontrar en los itinerarios turísticos, por lo que mucha gente, incluso en las propias ciudades donde se encuentran, no los conoce.
¿Usted es la principal impulsora de la asociación Patrimonio del exilio republicano, PAEXRE, ¿Qué le ha llevado a ello? ¿Cuáles son sus objetivos?
A lo largo de la investigación me di cuenta que todos los museos que había ido estudiando caminaban de forma individualizada y tenían bastantes problemas a la hora de conocer, por ejemplo, las obras del artista que estaban conservando, las que éste pudiera tener en otros museos, artistas del mismo periodo Entonces me di cuenta que para poder entender realmente el patrimonio que se conserva en esos museos había que mirarlo en una perspectiva mucho más amplia, que la idea principal sea poder conectar a todos esos museos, que conozcan qué trabajo están realizando. El objetivo principal sería poder hacer publicaciones de forma conjunta, intentar dar visibilidad a lo que hacen y que tengan un punto de comunicación
Según usted, ¿qué es lo singular de la colección de Blasco Ferrer en Molinos?
Una de las cosas más importantes de la colección de Blasco Ferrer es que prácticamente la totalidad procede del exilio, lo que permite conocer la obra que el artista hizo en la diáspora. Es muy interesante, por ejemplo, ver como él trabajó en el ámbito de las Vanguardias, cómo llego a desarrollarlo en su obra, también conocer esos trabajos que hizo en París y en Toulouse. En esta ciudad del sur de Francia se desarrolló muchísimo la cultura española, Blasco consiguió introducirse en ese ambiente y tuvo un gran desarrollo, ya que según la prensa era uno de los grandes allí presentes. Además la colección tiene un gran fondo documental que no todos los artistas conservan y que nos habla de la preocupación del propio artista también por hacer perdurar su memoria, esos recortes de prensa que al final son testimonios y que nos permiten indagar y saber mucho más de las obras de arte que hoy no conocemos, cuál es su procedencia, saber y tener testimonio de en qué exposiciones participaron, de tal manera que podremos hacer un largo recorrido de la vida de las propias obras, En general es un artista que está bastante bien representado en la colección, aunque tiene algunas carencias, como la falta de escultura en hierro, que podría haber sido mucho más relevante, más representativa, porque para él fue su obra más excelente. Pero bueno, es un artista que favorece mucho la investigación porque la colección que se conserva es muy amplia y muy diversa y entonces para los investigadores interesados en él tema tenemos una fuente de información bastante amplia
¿Hay huellas del exilio en sus obras?
Sí muy evidentes. Además ya no solamente en la temática, que evoca mucho el tema del exilio, sino también en sus escritos. Muchos artistas terminan escribiendo sus propias memorias, y en ellas, en las cartas que escriben, se nota que quedaron marcados por la partida, por el exilio, porque fue algo que los condicionó para siempre. La idea de marchar de una forma completamente impuesta, y tener que dejar atrás todo sin poder llevar nada con ellos. El no conservar nada de sus primeras etapas hace que muchas veces se lamenten y algunos ponen anuncios en los periódicos cuándo vuelven para que la gente que conserve algo de sus primeras etapas se lo devuelva, e incluso terminan comprando obra a los coleccionistas que les vendieron porque se dan cuenta que conservaban muy poca colección para todo lo que hicieron, porque la venta fue el principal recurso de subsistencia de estos artistas. En definitiva, el exilio los deja muy marcados a nivel personal y artístico, pero también a nivel literario, por lo que es muy raro que no escriban alguna poesía o alguna carta de reflexión donde siempre queda muy marcada la idea del retorno y la sensación de que se les desconoce en su patria aunque a nivel internacional hayan sido muy reconocidos
¿Qué significo para Blasco Ferrer la figura del Quijote? ¿Qué significa para los artistas exiliados?
El Quijote fue una figura muy representativa porque fue el símbolo, el emblema, de los exiliados republicanos españoles que vieron en ese caballero andante, que vagaba de un lugar a otro su reflejo, el caminar desorientado en busca de un destino. Al final los artistas fueron un poco trotamundos, nunca se establecieron en un lugar único, sino que fueron vagando de un sitio a otro El Quijote fue tema de representación tanto en la literatura como en las obras de arte. Por ejemplo Blasco Ferrer, Ramón Gaya, Rodríguez Luna, Joaquín Peinado Ellos vieron en él el espejo de aquello que buscaban y al final se convirtió en un tema de representación común en todos ellos. En el caso de Blasco Ferrer está representado en varios dibujos, en varias esculturas. El último suspiro de Don Quijote, se convirtió en el colofón, en la obra más destacada de toda su trayectoria, que se expuso en París y tuvo un gran reconocimiento en la prensa internacional. Lo mismo pasó con Rodríguez Luna, cuya obra más destacada también representa la figura del Quijote
Autor:Cristina Mallén Molinos