Alejo Lorén participa esta semana en el Tributo al Festival de Cine de Teruel, después de que en los años 80 llegara a ser jurado del mismo. Realizador cuya primera película la hizo en 8 mm con solo 19 años, es uno de los cineastas históricos aragoneses.
- ¿Qué le evoca el Tributo al Festival de Cine de Teruel?
- Fue un festival al que asistí dos veces como jurado y tengo muy buenos recuerdos de él y de la televisión aquella que se montaba. Me tocó un año durante la huelga aquella que le hicieron a Felipe González, y entonces los que estábamos en el jurado declaramos un jurado en servicios mínimos, que aunque fue una broma la prensa lo contó así. Yo me inicié con el cine en 8 mm, que es lo que traigo ahora, porque me parece un buen momento para reflexionar sobre aquellos años. Tengo una película en blanco y negro que hice en Caspe cuando no sabía hacer cine y me había leído solo un librito sobre el cine.
- ¿De qué año es?
- La hice en el año 64, yo tenía 19 años entonces y se titula Primer deseo. Es muy navideña además y trata sobre un niño que escribe la carta a los Reyes Magos y es su primera frustración porque no le traen lo que quiere.
- Cómo suena eso a Buñuel: deseo, frustración...
- Sí, suena a Buñuel pero luego más bien es un poco ñoña.
- ¿Qué suponía el Super 8 para gente como usted que comenzaron así para saltar después al formato profesional?
- Ni siquiera era el Super 8 porque se inventó antes el 8 mm. Se hacía cine con muchas dificultades. Ahora es tan fácil hacer imágenes que no se da cuenta la gente joven de eso. Antes para hacer cine se requería una mínima infraestructura de difícil acceso. Pero es también como se inició Almodóvar, que presentaba películas mudas que tenían que ser habladas y explicadas por él. Aquello suponía una iniciación realmente y luego hemos visto que lo hacían así también Spielberg u otra gente. Pero aquí en España no había demasiada costumbre porque eran escasos incluso los tomavistas de 8 mm, que no los podía tener cualquiera.
- ¿En qué ha cambiado hoy el acceso al audiovisual, ya que con un simple móvil se pueden hacer películas?
- Debería ser igual porque la gramática es la misma, pero lo que falta ahora al cine es el contenido, el qué contar. En el cine de ahora siempre digo que hay mucha cáscara y poco contenido.
- ¿La tecnología ha acabado devorando la creatividad?
- Sí, en mucha gente sí, aunque seguirá habiendo otros que no. Hay mucha gente joven que ya se plantea el cine como género y ya no piensa el qué contar sino hacer género. A mí eso me parece un error porque siempre te llega más una película que te cuente algo tuyo, aunque sea muy sencillo, que una película en la que imites a otros.
- ¿Añora aquel cine que con pocos recursos tecnológicos hicieron los cineastas amateurs aragoneses?
- Hubo muchos además, como Alberto Sánchez y toda esta gente. Yo personalmente añoro aquella época. Ahora hablas con gente joven y ves incluso que hasta el blanco y negro no lo entienden, les molesta o les parece una deficiencia. Y?si lo analizas lo que se hace ahora, faltan los contenidos, falta un enfrentamiento al cine como obra cultural y no simplemente como una forma de ganar dinero o una forma lúdica.
- ¿En qué ha cambiado el cine entonces?
- Ha ido hacia los efectos especiales y con la irrupción de los videojuegos ha cambiado también la temática. Ahora se va a un cine trepidante, cuando antes en la escuela me acuerdo que nos decían que un plano debía durar cuatro o cinco segundos, cuando ahora a veces son fragmentos de segundo y el cine se convierte en una especie de ensalada o de gazpacho que el cerebro lo coge casi subliminalmente. Pero por otro lado se sigue haciendo el cine de siempre, porque siempre queda alguien que trabaja el cine con un lenguaje más clásico.
- ¿Cómo ha visto la evolución del cine en Aragón, donde en los últimos años está habiendo mucha producción incluso de largometraje?
- Ha habido un cambio muy grande en eso, lo que no sé es si puede tener futuro porque para mí el cine es bastante universal, siempre he pensado que no puede haber cines regionales. Pero me ha sorprendido mucho que se haya hecho tanto cine en Aragón, y lo único que echo en falta es como más relación entre las antiguas generaciones y las nuevas aunque solo sea para darte un abrazo y por afectividad y por sentirte del mismo sector. Yo desconozco a los autores modernos y naturalmente ellos desconocen que existo yo.
- ¿Cómo repercute eso?
- Eso puede crear una cierta carencia de creerte que no hay una tradición y la hay, muy pobre, muy humilde pero la hay. Igual que pasa, y se reivindica, y este festival lo hace, con el cine amateur, que se despreciaba. Yo mismo las experiencias que tuve con un turolense, con Antonio Maenza, despreciábamos el cine amateur, lo dejábamos al margen, y en cambio había gente que eran muy buenos, y muchas veces sus obras pueden competir con profesionales.
- ¿Qué recuerda de Maenza, cuál fue la aportación al cine de este personaje olvidado pero que se está rescatando como un realizador de culto?
- Olvidado pero que tiene ya tesis doctorales, documentales y que ha pasado de ser persona a personaje, que incluso sale en una novela. Desde que lo conocí se veía que era una persona muy singular. Para mí Maenza era un amigo y tengo esos recuerdos y los del cineasta, que por otro lado era un chico muy intuitivo y con una creatividad que es lo interesante de él. Y?luego hay que tener en cuenta el lado político que dio a sus películas, que en aquel momento era muy rupturista. Maenza fue como un profeta del 68; es muy curiosa su figura.
Autor: F.J.M. Teruel