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Halladas en la torre de la Bombardera  un millar de balas de la Batalla de Teruel Halladas en la torre de la Bombardera  un millar de balas de la Batalla de Teruel
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Halladas en la torre de la Bombardera un millar de balas de la Batalla de Teruel

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Los alrededor de un millar de casquillos, balas, peines y cajas de munición de la Guerra Civil hallados en un espacio de unos 45 metros cuadrados en la torre de la Bombardera aportan un nuevo testimonio de la dureza de la Batalla de Teruel. Los proyectiles fueron localizados en la excavación interior de esta bestorre durante las excavaciones realizadas por la empresa Carpetania Integra, encargada del control arqueológico y de las obras de rehabilitación del tramo de muralla comprendido entre el torreón del Agua y la Bombardera, que acaban de concluir.

La mayor parte de la munición se concentraba junto a dos casamatas abiertas en la torre en la etapa carlista para instalar cañones y que durante la Guerra Civil se emplearon como puestos de francotiradores, señaló el arqueólogo Arturo Suárez.

Según explicó, los alrededor de un millar de proyectiles, buena parte de ellos sin detonar, debieron de utilizarse en un máximo de dos días en el periodo comprendido entre la toma de la ciudad por el Ejército republicano, a principios de enero de 1938, y su reconquista por el bando franquista, el 22 de febrero del mismo año.

La munición corresponde a rifles Mauser, tradicionales en el Ejército español, y Mosin-Nagant, estos últimos de fabricación rusa y aportados por la República. La mayor parte de las balas son de origen soviético, lo que ha llevado a los arqueólogos a determinar que el hallazgo corresponde al periodo de defensa republicana de la ciudad antes de que fuera reconquistada por el Ejército franquista. Según su hipótesis, en la torre de la Bombardera se habrían situado francotiradores para proteger ese acceso al casco urbano.

Latón y hierro

Entre los proyectiles hay piezas de latón junto con otras de hierro. Buena parte de ellos están sin detonar, seguramente por haber caído al suelo cuando se recargaban los peines con la precipitación a que obliga la batalla. También se han encontrado algunas balas que, según los arqueólogos, debieron de explotar en el momento de ser disparadas, dentro del rifle, por la deficiente calidad o el mal estado de la munición.

Junto a los proyectiles y en el mismo nivel de excavación del interior de la torre, se han encontrado restos de hogueras que habrían empleado los soldados para calentarse por las bajas temperaturas que se registraron durante la Batalla de Teruel y que alcanzaron los 18 grados bajo cero. También han aparecido un gran número de latas de conserva vacías con las que se alimentaban los combatientes durante las horas que permanecían en la torre.

Los del interior de la torre no son los únicos hallazgos de la última contienda aparecidos durante la rehabilitación de la muralla, ya que el pasado mes de septiembre se encontró un obús que aún conservaba su carga explosiva en el cuerpo superior del lienzo, durante el desescombro del adarve o espacio entre las dos hojas de la fortificación. El proyectil, de 26 centímetros, tuvo que ser retirado por los equipos de desactivación de explosivos Tedax de la Policía Nacional para su posterior explosión controlada.

En la torre, los restos de la Guerra Civil aparecieron a varios metros de profundidad, ya que, según indicó Arturo Suárez, la torre de la Bombardera se usó en las últimas décadas como “vertedero”. Su excavación se inició con la retirada de la primera capa de escombros que en algunos puntos tenía hasta un metro de espesor. Bajo ellos se localizó el suelo de demento de la etapa en que la torre se empleó como perrera municipal. Tras levantar el piso de hormigón, los arqueólogos encontraron otro suelo de tierra batida, también del siglo XX, y por debajo de este nivel, el correspondiente a la Guerra Civil con los restos de munición.

Tras su retirada, la excavación continuó hasta hallar un suelo de ladrillo que los arqueólogos datan en el siglo XIX, en la época carlista. “Suponemos que en esa etapa el interior de la torre se utilizó como vivienda, porque es un suelo de ladrillo muy bonito, aunque deteriorado en parte cuando se instaló la tubería de abastecimiento de agua de uralita”, detalló Suárez.