En los Altos de Celadas todavía se camina sobre la guerra civil con la Asociación Pozos de Caudé
Redacción
Teruel
En los Altos de Celadas todavía se camina sobre la guerra civil. El suelo sigue lleno de vestigios que rememoran los combates que tuvieron lugar allí hace 80 años, y al pisar los escenarios históricos no es difícil imaginarse la dureza de las condiciones de vida a las que tuvieron que hacer frente los combatientes. Participantes en las XIII Jornadas de memoria histórica organizadas por la Asociación Pozos de Caudé visitaron el sábado estos enclaves para conocer sobre el terreno lo que fue la Batalla de Teruel y las ofensivas previas que hubo a la del invierno de 1938.
Las salidas de campo se han convertido en un signo de identidad de estas jornadas de memoria histórica, hasta el punto de que desde el año pasado se facilita el acceso a estas excursiones fletando un medio de transporte colectivo que recibe el nombre de Autobús de la Memoria. El sábado visitó los Altos de Celadas y el Muletón, donde se desarrollaron algunas de las ofensivas y de los combates más cruentos de la Batalla de Teruel.
A pesar de la mañana desapacible que hacía, alrededor de cuarenta personas participaron en esta actividad en la que se ascendió primero a los Altos de Celadas, se recorrió después las zonas defensivas, y se accedió a un monte para tener una visión panorámica y contemplar el Muletón.
Los asistentes a esta excursión guiada pudieron comprobar sobre el terreno la multitud de vestigios que todavía se conservan de la guerra civil, no solo zonas defensivas y refugios en la retaguardia para descansar, sino latas de comida, restos de botellas, balas y fragmentos de morteros. Durante la visita el guía advirtió que si alguien encontraba algún tipo de munición no la tocara y diera aviso, ya que es uno de los requisitos básicos al visitar estos enclaves de la guerra, la prudencia.
Al frente de la visita como guía estuvo Roberto Rodrigo, estudioso de la guerra civil y de los escenarios de la Batalla de Teruel, que comentó la importancia que habían tenido durante la guerra tanto los Altos de Celadas como el Muletón.
Rodrigo aseguró que desde el principio de la guerra, en septiembre de 1936, los Altos de Celadas fueron tomados por una columna de caballería de la República, y desde entonces hasta enero de 1938 fueron posiciones republicanas.
“Posteriormente aquí se desarrollaron otras series de combates, pero la mayor importancia la tuvo en enero del 38 después de que los republicanos han tomado Teruel el día 8 de enero”, indicó el experto, quien recordó que cuando Franco pretendió recuperar la ciudad, “montaron una ofensiva muy potente con dos cuerpos del ejército, en la que actuó el cuerpo del Norte del Turia con cuatro divisiones, mandado por el general Aranda, y pretenden envolver la ciudad y a esta unidad le correspondía tomar el Muletón”.
El guía comentó que luego tenían que bajar hacia el Alfambra y que ese punto en concreto era muy importante para poder tomar la capital. “Si no se dominaba el Muletón, era muy difícil volver a recuperar la ciudad por los franquistas”, afirmó.
Además, Rodrigo comentó que las fuerzas republicanas fallaron en la defensa de esa zona. “En mi opinión, con lo que se ve hoy día, a pesar de que los franquistas hablan de fortificaciones muy potentes, en las cotas que defendían la bajada hacia el sur por los Altos de Celadas, no parece que las hubiera, y aquí había tres brigadas que tuvieron que hacer frente a cuatro divisiones franquistas y a un bombardeo muy potente el día 17 de enero, el más grande de toda la guerra civil”, explicó.
Buen conocedor de la zona y de los movimientos militares que tuvieron lugar allí, Rodrigo opinó que estos sitios tienen un gran potencial para recorrer los escenarios bélicos y recordar la historia en los lugares donde tuvo lugar.
“En caso de que consiguiéramos que se hiciese el museo o memorial por la paz, aquí habría que hacer una ruta guiada”, argumentó, precisando que no sería partidario de recuperar las posiciones y las dejaría tal como están, “porque esta es la demostración de la barbarie y del gran bombardeo que hubo y lo que ocurrió aquí fue fundamental en la Batalla de Teruel”.
A este respecto, aseguró que una vez acabada la batalla, “Franco aprovecha que ha traído aquí un montón de tropas para seguir hacia el Mediterráneo y cortar la zona republicana”.
Entre quienes participaron en el recorrido se encontraba Carlos Valero, alcalde pedáneo de Concud, barrio rural de Teruel por el que se accede a estos escenarios, que valoró también la importancia de este tipo de salidas al campo para conocer los vestigios de la guerra, así como el valor que tendría recuperar estos escenarios para que puedan ser visitables.
“Este tipo de actividades me parece que son muy interesantes, no solo porque es un recordatorio de lo que es la historia que ha tenido lugar aquí en España, sino porque tiene un interés doble ya que más allá de aprender y conocer todo lo que ha ocurrido en esta parte de Concud, es descubrir cosas que se desconocen”, aseguró Valero.
Memorial por la paz
El alcalde pedáneo aseguró que apoya el proyecto del memoria de la paz “y de cualquier tipo de actividad relacionada con esto por dos motivos, porque es historia y porque es turismo”. Reconoció no obstante que por lo que es conocido Concud es por la paleontología, y que únicamente es la Asociación Pozos de Caudé la que se interesa por mostrar estos vestigios.
En ediciones anteriores de estas jornadas, Concud ha sido un colaborador activo al ceder las instalaciones que tienen en el pueblo para el desarrollo de charlas y conferencias. “Este año no ha habido oportunidad, pero vamos, tienen abiertas las puertas del pueblo para lo que necesiten”, apuntó.
Entre los participantes en la salida de campo había personas cuyos familiares combatieron en la zona, como es el caso de la barcelonesa Montse Escartín, cuya familia por parte de abuelos paternos es aragonesa.
No es la primera vez que Escartín participaba en estas jornadas, ya que lo ha hecho con anterioridad porque tras el primer contacto que tuvo con el presidente de la Asociación Pozos de Caudé, Francisco Sánchez, “me interesó venir y lo hemos hecho durante más de cinco o seis años seguidos”.
Consideró que deberían recuperarse todos estos vestigios y señalizarlos para hacerlos visitables porque es fundamental para conocer la historia. En este sentido, recordó que como señalan los historiadores, “un pueblo pierde su dignidad cuando empieza una guerra y solo la recupera cuando entierra al último de sus muertos”.
“Nosotros tenemos a la mayoría de nuestros familiares tirados en cunetas, y en mi caso concreto por las dos partes; mis dos tíos no sé dónde están, sé que uno con 21 años desapareció aquí en la zona de Celadas y el otro conduciendo una ambulancia en la Batalla del Ebro”, explicó.
Eso le llevó a colocar una placa en Celadas después de haber vivido durante décadas el sufrimiento de su abuela pensando cuál había podido ser el destino de su hijo, “si es que habría caído enfermo o prisionero, siempre la búsqueda de qué pudo ser de él”.
Comentó al respecto que “si hubiéramos sabido que estaba muerto hubiera sido otra cosa, pero esa sensación de que no sabes qué fue de él y que no hay un certificado de defunción”. Rememoró que al morir sus abuelos, la parte de herencia que le correspondía a su tío se la quedó el Estado “porque no apareció a reclamarla, lo cual no deja de ser una burla”.
Recorrer esos mismos escenarios en los que estuvo su tío aseguró que suponían para ella “mucha emoción, pensar que nosotros estamos aquí en un día de lluvia, pero con un tiempo bastante aceptable, mientras que en enero del 38 aquí se estaba a treinta bajo cero y muchos soldados murieron de congelación; pensar en las condiciones en que combatieron ellos y bajo órdenes muchas veces absurdas te provoca muchas emociones”.