El refugio de la Protectora de animales de Alcañiz está al borde del colapso con 71 perros que cuidar
El crecimiento de la Asociación Protectora de Animales y Plantas de Alcañiz (APAP) fue paulatino, moderado y se mantuvo constante hasta la llegada de la crisis. Entonces todo se disparó. Por un lado, las ayudas públicas, que se derrumbaron en sentido inverso a como lo hizo la llegada de animales. Al mismo tiempo que el principal sostén económico (un convenio del Ayuntamiento) pasaba de 15.000 a 8.000 euros, la gente se dio cuenta así, de sopetón, de que no podía mantener a su perro, de que le salían alergias al niño por culpa del animal, de que había que cambiarse de comunidad de vecinos y en la nueva no aceptaban animales de compañía o de que al trasladarse de ciudad no se lo podían llevar.
La cuestión es que las instalaciones han tenido que crecer de manera improvisada, haciendo un habitáculo aquí, ensanchando en aquella explanada, subiendo una valla en aquella otra y construyendo nuevos departamentos para ir acogiendo a los perros que, con el paso de los años, se han ido sumando a esta comunidad de vecinos canina en la que no hay día en que no aparezca un residente nuevo.
A algunos los encuentran las cuidadoras dentro de las instalaciones cuando llegan por la mañana, y eso que la valla alcanza los dos metros y medio. Pero hay quien aprovecha el camuflaje que brinda la oscuridad de la noche para echar a su perro dentro del albergue, cuando las voluntarias de la protectora se han ido a casa y el punto limpio (está al lado) ha cerrado sus puertas. “A estos y a los que nos encontramos vagando por ahí les pasamos el detector del chip, pero no todos lo llevan, a pesar de que es obligatorio, así que a veces resulta imposible saber de dónde vienen y quién su dueño”, contó Rosario Serrano, presidenta de APAP.
[caption id="attachment_61463" align="alignleft" width="200"] "Cari", la perra que vive en el pasillo.[/caption]La asociación se fundó en 2004 a iniciativa de varias enamoradas de los animales que tuvieron la valentía de constituir una organización para dar cobijo a los perros que por aquel entonces vagaban por la ciudad y su entorno. Llegaron a tener una media de “20 o 25 animales, sin llegar a superar nunca los 30, ya que sí que había perros que entraban nuevos, pero siempre había adopciones”. Aquello no tiene nada que ver con lo que ahora se ve en el albergue, donde habitan ahora 71 animales. Y como todos no caben donde deberían estar, las voluntarias tienen que hacer encaje de bolillos. A ‘Pancho’ lo han puesto dentro de la oficina y a ‘Cari’, enferma, la han dejado en el pasillo por el que se accede a las casetas del resto. En el aparcamiento también hay dos y otro en la jaula de la Policía Local.
“Llevamos así desde hace dos o tres años”, explicó la presidenta. Y aunque lo cierto es que hay adopciones, el problema es que “la gente quiere perros pequeños y si puede ser de raza, y la verdad es que la mayor parte de los que tenemos aquí son perros grandes. Los pequeños se adoptan enseguida”.
Las adopciones nunca superan a las entradas. “Siempre entran nuevos perros”, según Serrano, y muchas veces no de uno en uno. “La semana pasada, por ejemplo, entraron seis cachorros cruce de pastor alemán y collie, y menos mal que pusimos un anuncio a través de Facebook y les encontramos una casa de acogida enseguida, porque aquí, al ser tan pequeños, pueden contraer enfermedades que pueden resultar fatales”.
Algunos de los perros más grandes y viejos “terminarán aquí sus días”, reconoce la presidenta de la protectora. Golfo, Vera, Chispa, Lluvia, Clara… llevan años en este “refugio”, nombre con el que se refieren las cuidadoras a las instalaciones cedidas por el Ayuntamiento. Éste será su hogar definitivo.
Para los 71 perros y 10 gatos este lugar es su guarida, su hogar. Se han dado casos de animales adoptados, acogidos en una familia que les cuidaba “muy bien”, relató Serrano, y que se escapaban a diario porque querían volver a la que, después de tantos años, era su casa.
La asociación ha realizado un llamamiento recientemente, pero no solo para recoger ayuda económica -que también la necesitan- sino para encontrar voluntarios. Las personas que forman parte de la Junta se reparten el trabajo que conlleva el mantenimiento del refugio, que comienza a primera hora de la mañana con la limpieza de los habitáculos y la alimentación de los 71 perros y 10 gatos. Por la tarde vuelven para vacunar o dar de comer a los cachorros.
“Una de las voluntarias, Olga, se encarga del trabajo más duro, desde las 8.30 a las 13.30 horas, limpia con la manguera, les pone comida, y lo hace de manera totalmente altruista. Por la tarde va una persona a medicar y a ver a los cachorros, y así los siete días de la semana, incluso los domingos, por eso necesitamos gente que nos complemente y apoye”, justificó la presidenta.
En cuanto al Presupuesto anual, la asociación ha solicitado más apoyo, económico o logístico, al Ayuntamiento, al tiempo que ha acordado una serie de medidas para mejorar la recaudación y así poder contratar a una persona al menos a media jornada que se encargue del cuidado de los animales por las mañanas.
[caption id="attachment_61461" align="alignright" width="300"] Perros en la protectora de animales de Alcañiz.[/caption]Según Serrano, hay voluntarios que ayudan a pasear a los animales, principalmente estudiantes del Instituto, y afirmó que es una función “necesaria, porque en caso de adopción, ya están acostumbrados a pasear atados”. Sin embargo, añadió que “nos falta gente que se comprometa a apoyar en el trabajo diario del refugio, y el problema es que hay poca disposición al compromiso”. Sin ir más lejos, a la Asamblea general de socios de esta semana -había 245 convocados- “aparte de las personas de la Junta, sólo acudieron cuatro personas”.
Al trabajo en el refugio se suman los papeleos: facturas, documentos, vacunas, justificaciones de ingresos y gastos, programaciones, etc.
El trabajo se ha desbordado tanto que la asociación ha dejado de hacer seguimiento de los animales que se adoptan. “Ya no podemos. Como mucho, si en la ciudad a la que se han llevado un animal tenemos algún conocido, le pedimos que se acerque a ver cómo está cuidado el animal, pero si no, resulta imposible”.
La ley de protección animal
Los animales están protegidos por la ley de protección animal, pero a efectos prácticos las consecuencias sobre aquel que ha maltratado a un animal de compañía se quedan “en nada”, según Serrano. APAP ha puesto “un montón de denuncias” desde que comenzó a funcionar como asociación hace 12 años, y desde entonces “tenemos constancia de que sólo en dos casos hubo consecuencias”. Para Serrano está claro qué tipos de medidas habría que adoptar para reducir los índices de maltrato animal: “mientras no se toque el bolsillo del maltratador no hay nada que hacer”.
Las instalaciones de la protectora están ahora colapsadas, pero la realidad es que seguirán llegando animales cada día. Si hay suerte y llevan chip, la asociación se encargará de localizar al dueño y de avisarle de que su perro extraviado ha sido localizado. Si no lo llevan, el animal entrará a un hogar que cada día está más copalsado.