Con un lleno absoluto y la presencia de varios actores caracterizados como aquellos que asistieron a la apertura del teatro turolense en 1918, ayer se procedió a la reapertura del Marín tras cinco meses cerrado por reformas, con un excepcional concierto en el que la música turolense fue la protagonista.
La Orquesta Sinfónica Santa Cecilia de Teruel, que daba ayer su segundo concierto desde su debut en abril y que mañana tocará de nuevo en la iglesia parroquial de Celadas, abrió y cerró una gala que estuvo conducida por la periodista Cristina Teruel y cargada de momentos brillantes. Una gala cuyas entradas se vendieron en apenas dos horas tras ser puestas a la venta, el pasado jueves, y cuyos beneficios –los músicos actuaron de forma altruista– serán para el Grupo Avanzamos, que reúne diversas asociaciones turolenses que trabajan a favor de personas con discapacidad.
En primer lugar la Sinfónica, bajo la dirección de Alberto Navas, interpretó uno de los movimientos más conocidos de la espectacular Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak, y para cerrar el concierto reservaba al público turolense una actuación junto a David Civera, que interpretó Qué caprichosa la vida, uno de los dos temas inéditos –junto al single Yo no soy un canalla– que aparecen en el duodécimo trabajo discográfico del turolense, 15º Aniversario, que salió a la venta el viernes.
Pero antes de ese colofón las dos horas largas de gala dieron para mucho más. Tras la apertura de la Sinfónica hicieron su aparición todos los actores de época que durante el V Fin de Semana del Modernismo están dando a las calles turolenses el sabor de primer cuarto del siglo pasado. Entre ellos nada menos que Pablo Monguió, el responsable del primer proyecto del Teatro Marín que se inauguró con la comedia El Señor Pandolfo hace 98 años, o el mismísimo tenor Andrés Marín, que da nombre al teatro turolense, y que en rigurosa primicia Marín no llegó a cantar nunca sobre este escenario interpretó ante el respetable, a capella, Ay, ay, ay, que popularizó Miguel Fleta. Por si fuera poco, se da la circunstancia de que el actor que daba vida a Andrés Marín es David Montolío, nacido en Rubielos de Mora, afincado en Madrid, cantante profesional y descendiente del propio tenor Marín.
La alcaldesa de Teruel, Emma Buj, y el presidente del Círculo de Recreo Turolense, Mariano Giménez, se dirigieron al público para hacerles partícipes de la remodelación del espacio, que con medio millón de presupuesto ha rehabilitado la cubierta, ha mejorado los accesos y le ha dotado de un sonido y una iluminación modernos, y también para compartir con ellos el convencimiento de que era una tarea insoslayable dar una solución viable al equipamiento, que a partir de ahora y en virtud de un convenio con el Círculo de Recreo será de gestión municipal.
Para cerrar las intervenciones y dar paso de nuevo a la música, se proyectó un vídeo en el que diversas personalidades de la sociedad y la cultura local compartieron sus recuerdos personales que, como ocurre con cualquier turolense, les vinculan de forma muy especial al Marín. Antonio Pérez, Manuel Blasco, Chema López Juderías, Vidal Muñoz, Amador Guillén o Jesús, a quien todo el mundo conoce por ser el acomodador del Cine Marín, fueron algunos de los que desgranaron sus recuerdos y anécdotas en torno a un espacio emblemático de la ciudad.
Concierto ecléctico
Cuando las luces se apagaron de nuevo subieron al escenario Les Morenillas, con Salomé Abril, Sarabel Delgado, Frankcho Gallego, Diego López y el gran Alberto Mateo, que interpretaron un sugerente repertorio de músicas del Mediterráneo, turcas, árabes y sefardís. En concreto Uskudara, cuya versión más conocida es la turca o la griega, aunque Bosnia, Croacia o Bulgaria la reivindiquen como propia; Bint el-shalabiya, un tema popular libanés que hizo famoso Fairuz, una de las cantantes de referencia del mundo árabe; Si veriash, un tema infantil de origen serfadí y Aunque yo no vendí nada, también sefardí aunque de origen desconocido, quizá del siglo XVIII, que habla de un mercader que vende joyas y artículos de lujo, no tanto por el dinero sino por visitar el mercado donde puede ver a la mujer a la que ama.
A continuación fue el turno del grupo de música tradicional Santa Cecilia, que tocó la ranchera El prisionero, el bolero Bésame mucho y el clásico Sierra de Luna, que encontró numeroso eco entre la abarrotada platea del teatro.
Tras ellos subió al escenario otra de las formaciones de la Asociación Cultural Banda de Santa Cecilia de Teruel, la Big Band Teruel, muy bien acompañada por los cantantes Ade Laredo y David Sancho. En solitario tocó In the mood, de Glenn Miller, mientras que Ade cantó una excepcional versión de Georgia on my mind, el inolvidable blues que popularizó Ray Charles y que actualmente es el himno del estado sureño de Georgia a pesar de que la Georgia de la canción no se refería a él sino a la hermana de Hoagy Carmichael, que escribió la canción en 1930.
Para concluir su actuación, la Big Band de la capital turolense acompañó a David Sancho en Sway, un tema original de 1954 que hace una década volvió a popularizar Michael Bublé con una versión mucho más swing.
El quinto artista que desfiló por el nuevo escenario del Marín, antes de que la Sinfónica y David Civera cerrarán el recital, fue Mario Lafuente. El cantante pop turolense interpretó uno de sus temas más populares, Mil vueltas al sol, que da título a su último álbum, y avanzó Un trocito de ti, que será su próximo single y otro de los temas inéditos que compondrán el próximo LP?que edite.
Autor: Miguel Ángel Artigas Gracia Teruel