Un trufero atiende a una compradora en la plaza de Belmonte
Charlas, cocina en directo y degustaciones intentan sacar del ostracismo a la trufa de verano en Belmonte
Cuando Josep Fargas preguntó en Belmonte del Mezquín qué podía cultivarse en una finca de su mujer y le contestaron que trufas no tenía prácticamente ni idea de lo que eran. Comenzó a investigar, a estudiar y terminó siendo un experto en el mundo de la truficultura hasta el punto que, defraudado por el escaso conocimiento del público de la trufa de verano, decidió organizar una feria dedicada a la trufa blanca.
Con la que se celebró ayer en este pequeño pueblo bajoaragonés ya van cuatro ediciones. Fargas es un embajador de la trufa de verano (tuber aestivum), de la que no se cansa de repetir sus peculiaridades organolépticas y todas aquellas ventajas que, a su juicio, la equiparan con la reina de las trufas, la negra (tuber melanosporum). "Es una trufa mucho más barata y mucho más abundante que la negra, con un olor más avellanado y no tan intenso, lo que permite su uso con gran variedad de platos", señala el organizador del evento.
(Más información en la edición en papel del 25 de junio de 2017)