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Documentos originales, ilustraciones, objetos y armas. Esos son algunos de los materiales que los visitantes tendrán la oportunidad de ver a partir del viernes en la exposición Tiempos convulsos en el Maestrazgo en Cantavieja. La muestra cierra en la capital de la comarca un periplo de diez años que le ha llevado por Fortanete, Castellote, Tronchón, Mirambel y La Iglesuela del Cid. En cada uno de ellos la exposición se ha enriquecido con nuevos paneles y materiales porque precisamente ese era el objetivo de la misma: investigar sobre este periodo clave para el Maestrazgo y acercarlo un poco más a la población local.
Por eso, en la muestra los vecinos de esta tierra han descubierto buena parte de su patrimonio. Historias desconocidas que, hasta este momento, se quedaban en el ámbito de las habladurías o de lo mítico, según explica Pedro Rújula, que es historiador y el director del proyecto y también del Museo de las Guerras Carlistas de Cantavieja. “Les hemos dado cronología y certidumbre a diferentes hechos y los hemos concretado en términos históricos”, asegura el experto.
Mostrar la historia cercana con sus propios documentos y en el territorio donde se ha producido es la mejor forma de que esos episodios, muchas veces ajenos a los lugareños, calen en el conjunto de la población, especifica el historiador.
La iniciativa ha sido impulsada por el área de Patrimonio cultural de la Comarca del Maestrazgo cuya técnica, Sonia Sánchez, destaca esa doble vertiente de investigación para conocer “cómo afectó a la sociedad el paso de las guerras” y a la vez comunicación de los descubrimientos realizados. De hecho, Sánchez concreta que la muestra arrancó en Fortanete con cuatro paneles y ahora en Cantavieja se mostrarán una decena. “Está muy bien dotada de contenido y muy centrada en el territorio, en este caso Cantavieja”, dice. No obstante, aclara que no se trata de una historia local sino que “esta zona fue estratégica, aunque ha habido menos investigación que en otros lugares, como País Vasco o Cataluña”, especifica Sonia Sánchez.
Entre las piezas hay varios retratos, entre ellos el de Carlos V y el del general Cabrera, puesto que se ha hecho un gran esfuerzo por “ilustrar y ponerles cara a los que participaron en la contienda y a los que estuvieron en este territorio”, asegura la técnico.
Las guerras del siglo XIX empezaron en el Maestrazgo en 1808 y concluyeron en 1876 por lo que las gentes de este territorio convivieron durante casi un siglo con estos conflictos. Implicaron saqueos y violencia y crearon una gran tensión física e ideológica en los habitantes de estos pueblos. Sin embargo, como matiza Pedro Rújula, la posición de los vecinos con respecto a los ejércitos fue cambiando con el paso de las décadas. En un principio, y a diferencia de conflictos posteriores como la guerra civil española, los ejércitos, tanto carlistas como liberales “son considerado como algo ajeno”. Las comunidades no se quiebran sino que “hacen frente común a un problema común, se enfrentan en bloque”, dice el historiador. Su idea colectiva es preservar los intereses de la comunidad porque así mantienen también los individuales. “Cuando los carlistas exigen a un pueblo como Tronchón, éste se resiste apoyado por su Ayuntamiento”, comenta Rújula, “pero también hay un intento de dilación cuando se lo piden los liberales”, añade.
Los pueblos del Maestrazgo van empobreciendo a medida que avanza el siglo XIX por lo que la resistencia hacia las tropas es una necesidad. Pero el experto en este periodo histórico apostilla que las guerras terminan politizando el territorio y en el último de los conflictos las gentes ya se identifican con uno u otro bando.
Entre las piezas que se muestran hay ilustraciones, noticias de prensa, armas o partes de ellas y una de las insignias con las que se condecoraban a los hombres que luchaban en el frente. Se trata de una medalla con pasador que incluye tres colgantes, dos de ellos redondeados y el central con forma de cruz.
La muestra ha itinerario por Fortanete, Castellote, Tronchón, Mirambel, La Iglesuela del Cid y ahora está en Cantavieja. Por todos estos municipios han pasado varios centenares de personas y algunas de ellas han visitado varias de las muestras, según comenta Sonia Sánchez, quien precisa que ha habido público interesado tanto del Maestrazgo como de comarcas limítrofes.
Y es que en cada uno de los pueblos la exposición ha tratado aspectos concretos, ha adoptado “un discurso ajustado” a esa localidad y ha mostrado los documentos que lo sustentaban, describe Rújula. En Castellote el episodio central fue el asalto del castillo por parte del general Espartero en 1839, mientras que en Mirambel tuvo su sede la Junta Superior Gubernativa de Aragón, además de editarse un periódico. “La Iglesuela fue el lugar palaciego donde se alojó el rey carlista y Cantavieja la capital administrativa y militar”, enumera Pedro Rújula a modo de ejemplo.
La exposición permanecerá un mes en el Ayuntamiento de Cantavieja y durante la Semana Santa habrá un horario de apertura especial con el fin de que todos los turistas puedan verla. Además, desde la Comarca ofrecen la posibilidad de hacer visitas específicas tanto para grupos como para colegios e institutos.