Teruel fue la gran protagonista ayer en las Jornadas Científicas de Meteorología que se están celebrando en la capital mudéjar. De la mano del escritor, periodista y meteorólogo aficionado, Vicente Aupí, ayer los expertos de toda España hablaron del Polo del Frío Español, el triángulo formado por Teruel, Calamocha y Molina de Aragón, y también de la incidencia que tuvo el frío en uno de los pasajes claves de nuestro pasado más reciente, la batalla de Teruel.
Al mediodía de hoy se darán por clausuradas las XXXIV Jornadas Científicas de la Asociación Meteorológica Española y del XVII Encuentro Hispano Luso de Meteorología que se han celebrado en Teruel desde el pasado lunes. En torno a un centenar de expertos de toda España y de Portugal han tenido en el antiguo edificio del Banco de España de la capital el centro neurálgico de uno de los congresos de referencia en el que se ponen en común experiencias, proyectos y avances técnicos y científicos en el campo de la meteorología.
El general Invierno en España
El frío ha jugado un papel absolutamente decisivo en la historia del hombre, así como en una de sus manifestaciones más dramáticas, la guerra. Fueron las guerras las que impulsaron a los científicos a investigar cómo prever el tiempo para adelantarse a sus efectos, y son muchos los ejemplos de batallas en las que la meteorología ha jugado un papel capital en inclinar la balanza de un lado o de otro, sobre todo a propósito del frío (Invasión napoleónica de Rusia, invasión nazi de la URSS), pero también de los temporales marinos (desastre de la Armada Invencible) e incluso el calor (campaña del norte de África durante la segunda guerra mundial).
Estos fenómenos en los que el General Invierno es decisivo suelen localizarse en latitudes extremas, pero en el pasado reciente de la península ibérica hay un ejemplo muy claro, el terrible invierno de 1937-38 en el que se inscribió la batalla de Teruel.
De ella se habló en una de las dos sesiones vespertinas de las Jornadas Científicas dedicadas a la provincia. Vicente Aupí, escritor turolense y aficionado a la meteorología desde hace treinta años, y autor de Guía del clima en España o El triángulo de hielo entre otras obras, explicó la enorme incidencia que tuvo el frío extremo en la contienda.
El invierno anterior había sido más bien cálido, según Aupí, por lo que no se previó lo que se venía encima en diciembre de 1937 y ninguno de los dos ejércitos estaba pertrechado en condiciones para combatir en esas circunstancias. "Hubo una clarísima relación entre el frío y los sucesos de la batalla de Teruel", asegura, "Y si uno estudia al mismo tiempo los partes meteorológicos y los partes de guerra, desde que empieza la campaña el 15 de diciembre de 1937 hasta el 22 de febrero de 1938, ve que corren siempre en paralelo".
Una peculiaridad del General Invierno español es que no siempre combatió en el mismo bando, ni favoreció necesariamente al defensor como suele suceder. Aunque la nieve y el frío hizo muy dura la toma de Teruel, no impidió que el ejército republicano recuperase la ciudad a finales de 1937. "A partir de ahí hubo unos episodios de frío que favorecieron a los republicanos defensores. En la Nochevieja las tropas de Franco estaban preparadas para el asalto, pero una nevada paralizó las tropas".
A partir de ahí y conforme avanzó la contraofensiva franquista el frío jugó un papel de desgaste que favoreció a los rebeldes. Transportes detenidos por la nieve, temperaturas de hasta -18º y equipos que no funcionaban por el frío convirtieron la zona en un infierno helado. Hasta el punto de que las fotografías de las 15ª Brigadas internacionales que se conservan en la Universidad de Nueva York están catalogadas bajo el epígrafe Polo Norte. Sector Teruel. Mal pertrechados y aislados, el largo y crudo invierno minó la moral y la resistencia física de los defensores gubernamentales, hasta que el 22 de febrero los franquistas volvieron a controlar Teruel.
A pesar de ello, Aupí asegura que "nunca se podrá decir que la batalla de Teruel se ganó o se perdió por culpa del frío. Pero que fue un elemento decisivo en su resultado final, es evidente".
Pies de Teruel
En su libro El triángulo de hielo Vicente Aupí se hace eco del fenómeno Pies de Teruel: "En la primera guerra mundial los médicos comprobaron que además de muchos heridos de bala, en las trincheras había soldados que presentaban problemas en los pies, por la humedad sobre todo, y nació el término Pie de trinchera. En Teruel se habló sin embargo de Pie Negro o Pie de Teruel, porque lo que ocurría es que a los soldados se les congelaban las extremidades".
Se calcula que más de 15.000 soldados de los dos ejércitos sufrieron congelaciones en Teruel. Se ignora la cifra de los que murieron, aunque la mayor parte sufrirían amputaciones de diversa índole.
El humor negro era el único que tenía lugar en mitad de la guerra, y entre los combatientes existía el tópico de que morir de frío era una muerte dulce porque en muchas ocasiones se describe a los congelados como cadáveres sonrientes, por la contracción de los músculos faciales. Sin embargo Vicente Aupí opina que "debía de ser terrible morir de frío", y explica que "los combatientes en Teruel estaban obsesionados con que no les quitarán la manta, porque era mayor garantía de supervivencia que el propio fusil".
Sin embargo no hace falta remontarse a los años treinta o irse a latitudes extremas para comprender que el frío es un peligro real. Este mismo fin de semana, durante el temporal, murieron dos excursionistas de Castellón. "Hay que concienciarse de que no es tan complicado morir de frío. El riesgo es importante incluso para alguien experimentado cuando el temporal es fuerte. Y cuando existe una alerta naranja es por algo", concluye Aupí.
30 años de meteorología
En la otra sesión protagonizada por Vicente Aupí en la que se trataron temas turolenses, el escritor habló sobre la experiencia personal que ha supuesto poner en marcha y mantener una estación meteorológica en Torremocha que funciona desde 1985. Además de instrumentos meteorológicos, la estación posee un telescopio desde el que Aupí ha realizado importantes observaciones, y de hecho es autor de libros como Guía para exploradores del cielo, Fotografías el cielo o Atlas del firmamento, entre otros.
La importancia de la estación de Torremocha, cuyos datos Aupí comparte con la Agencia Estatal Meteorológica, radica en que se encuentra dentro del polo del frío, un triángulo que registra algunas de las temperaturas más bajas en España, y donde se dio la mínima histórica en un lugar habitado, con los -30º de 1963.
Pero si Teruel no está especialmente al norte, ni más alto que otros lugares, ni tampoco más interior... ¿por qué es un triángulo de hielo? La clave, que explica Aupí, hay que buscarla en el fenómeno de inversión térmica. "Todos sabemos que conforme ascendemos en altura, cada vez hace más frío. Pero a veces y bajo ciertas circunstancias, con cielo despejado y viento el calma, el aire más denso y frío desciende a las capas bajas y se queda atrapado, sobre todo si en el suelo hay nieve y todavía enfría más ese aire". En zonas de Teruel, especialmente el valle del Jiloca, se dan las condiciones idóneas para la inversión térmica.
Una sus particularidades es que, en contraste, las temperaturas diurnas turolenses acostumbran a ser más benignas que en puntos de Castilla y León, donde la inversión térmica puede durar más días. "En Teruel, por el contrario, es poco habitual ver como la niebla se queda estancada varios días".
Autor:Miguel Ángel Artigas Gracia Teruel