Para visitar el Parque Geológico de Aliaga hace falta tener una gran imaginación. Y es que todo lo que se ve en vertical hay que pensar que en su momento estuvo en posición horizontal. Un gran anticlinal de 20 kilómetros de longitud, que va de la pedanía de Campos hasta Villarroya de los Pinares, es el culpable de la aparición de caprichosas formas que dejan boquiabierto a turistas y lugareños siempre que pasan por ellas
El simple hecho de verlas ya merece la pena, pero además Aliaga cuenta con un centro de interpretación y una guía que convierte cualquier mañana de agosto en una completa clase de geología, pero mucho más divertida. Julia Escorihuela lleva quince años explicando los pormenores del parque y su interés principal es sensibilizar a los que pasan por allí y dotarles de información, una herramienta clave para que puedan valorar y cuestionar, si procede, cualquier proyecto ambiental que se quiera poner en marcha en sus lugares de origen
El itinerario guiado arranca en el centro de interpretación, que ocupa las instalaciones de lo que fue un antiguo almacén de la central térmica de Aliaga. Donde antaño se guardaban las piezas de repuesto ahora hay fósiles y paneles que ayudan a entender las formaciones geológicas. Y es que por allí pasan cada año cientos de estudiantes que quieren ver en directo lo que antaño solo se explicaba en los libros, como recordaba ayer Santiago, un turista de Pamplona que estaba recorriendo la zona: "Anda que no es más entretenido traer a los críos aquí que estudiar en clase como nosotros", decía
La visita es en orden cronológico ya que se inicia en el Mirador de Camarillas, donde se aprecian a la perfección los plegamientos del Triásico Superior. El recorrido sirve para aprender mucho y no se hace pesado porque la guía sabe aprovechar el paseo para explicar múltiples curiosidades de las rocas de la zona así como dar para conocer algunos de los usos tradicionales de las plantas. Con todo, la cantidad de información que se ofrece al visitante en las algo más de dos horas y media que dura la visita es ingente. "Nos han explicado tantas cosas que tendremos que volverlas a leer en un libro para poder procesarlas", decía ayer una turista zaragozana.
Aliaga supone un manual a cielo abierto para estudiar geología y es el lugar ideal para entender lo que es un sinclinal, un micropliegue, una marca de oleaje o un plano de falla con estrías de fricción. En el Parque Geológico todas esas formaciones son tan visuales que es muy sencillo conocer el proceso, solo hace falta que alguien te lo cuente. Como indica Julia Escorihuela en la zona hay pliegues que "hasta que no te los explican son difíciles de interpretar". Su discurso fluido y su amplio conocimiento del terreno hacen corta una visita que es apta para todos los públicos y que sirve para captar la esencia de todo el Parque Geológico
Jesús Calvo veranea en Ejulve, su localidad natal, y había estado en Aliaga muchas veces. "Tengo incluso libros y conozco algunos de los puntos que hemos visto hoy, pero la visita me está pareciendo muy interesante porque da una visión global, de conjunto", aseguró
A lo largo del recorrido la guía insiste en los múltiples daños que hacen tanto particulares como investigadores en el patrimonio geológico y muestra diversos lugares en los que aún está fresca la huella del martillo o incluso de la radial. Se trata principalmente de las zonas en las que hay unas baldosas indicativas de la formación junto a la que están, por lo que la encargada del parque cuestiona la utilidad de las mismas.
Aclara que a veces sus comentarios en defensa del medio ambiente se intensifican porque "en muchas ocasiones los profesores de los institutos me piden que de la visita desde una perspectiva depredadora", es decir, haciendo hincapié en los daños que el ser humano con sus acciones provoca en la naturaleza
La Porra, que es una roca con esta forma que está a pie de carretera; la peña del Barbo, por su similitud con este pez, o las crestas de los Estrechos de la Aldehuela son algunos de los lugares más vistosos del Parque y están incluidos en la visita. Pero también se recorren los pliegues del carbón, se admiran algas fosilizadas o se buscan piedras de carbonato cálcico, algo que engancha a los más pequeños
Y es que los que mejor se lo pasan en el recorrido son los niños y adolescentes, que pueden mostrar a sus padres todo lo que han aprendido en clase de ciencias naturales. Desde luego un viaje cultural es el que hicieron Dolores y Santi con sus hijos Thais y Yago, de Crevillente (Alicante), ya que acudieron hasta la provincia atraídos por Dinópolis y han aprovechado las vacaciones para recorrer el Museo Minero de Escucha y el Parque Geológico.
Cada año pasan por el centro de interpretación unas 5.000 personas. Y solo son una cuarta parte de las que se calcula que visitan el Parque Geológico. La mayor parte de ellas son investigadores o estudiantes, pero también hay un buen número de particulares interesados en los viajes culturales que acuden por recomendación de amigos y familiares. "El boca a boca funciona muy bien", reconoce Escorihuela, quien reconoce aprender mucho de las visitas que los expertos en geología hacen continuamente a este espacio natural
Autor:M. Cruz Aguilar Aliaga