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Alfambra bebía en la Edad Media agua depurada gracias a un sofisticado aljibe Alfambra bebía en la Edad Media agua depurada gracias a un sofisticado aljibe
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Alfambra bebía en la Edad Media agua depurada gracias a un sofisticado aljibe

M. Cruz Aguilar Alfambra A veces lo que vemos en las películas poco tiene que ver con la realidad de la Edad Media y muchas de las obras realizadas, sobre todo en décadas pasadas, fueron demasiado agresivas con el patrimonio, tanto que hoy serían impensables. Todo esto y sobre todo que Alfambra tiene un castillo que puede dar mucho juego lo aprendieron ayer las casi 60 personas que realizaron la visita guiada por la fortaleza durante la III Jornada de los Castillos de Teruel organizada por Arcatur, la Asociación para la Recuperación de los Castillos Turolenses. En ella, el arqueólogo Javier Ibáñez y el historiador Rubén Sáez ofrecieron algunas pinceladas de lo que fue en el pasado este enclave privilegiado por el que pasaron cuatro órdenes militares. A simple vista poco se puede ver actualmente de lo que fue el castillo de Alfambra. Un torreón, posiblemente de origen islámico, al igual que la primitiva fortaleza y un aljibe que es único por el sofisticado sistema de decantación que presenta. Así, Ibáñez indicó que no había ninguno igual en la provincia porque dispone de dos vasos de decantación además del depósito. Esto permitía que los restos de mayor tamaño se quedaran en el  primer depósito, los menos pesados en el segundo y el agua pasara limpia, salvo elementos en superficie, al receptáculo del que se extraía. Entre los participantes en la visita guiada había mucha gente de Alfambra y también de otros pueblos de la zona, como Escorihuela o Camañas. La mayor parte de los vecinos de la localidad conocen palmo a palmo el espolón donde se ubican los restos del castillo. "Nos metíamos por una entrada del aljibe y salíamos por otra, pero íbamos reptando, era como una conejera", relataba ayer Duvi Abril. Jesús Abril recordaba a su vez cómo de críos subían hasta el promontorio por la ladera norte, que ahora es una cortada inaccesible. Según indicaron los expertos, en su origen la explanada debió ser de mayor tamaño. Javier Ibáñez destacó las posibilidades que tiene la fortaleza, en la que las excavaciones arqueológicas permitirían descubrir los muros con los que dibujar el plano de lo que fue un castillo-convento ocupado por diversas órdenes militares. "Debió de tener en la parte noble un pequeño patio al que se abrirían estancias como el refectorio, la cocina, la biblioteca o el arsenal", matizó el arqueólogo, quien precisó que el gran patio de armas estaría ubicado en otro nivel más bajo. Taller de empleo El alcalde, Francisco Abril, reiteró ayer su intención de recuperar los restos de la fortaleza porque a su juicio sería un importante repulsivo turístico para la localidad. Rubén Sáez calculó que con 100.000 euros sería suficiente para realizar algunas excavaciones y hacer visitable parte de los restos arqueológicos, una cifra que, en palabras de Abril, no es demasiado elevada y que incluso en parte podría asumirla el propio Ayuntamiento. De momento ya están preparando un proyecto para solicitar un taller de empleo de arqueología y albañilería cuyo principal objetivo sería trabajar en el yacimiento. Además, el Gobierno de Aragón ha aprobado el plan director para esta fortaleza, un primer paso muy necesario antes de abordar cualquier actuación. En la visita tomó parte el diputado Rafael Samper, quien hizo hincapié en la importancia que tiene el turismo de castillos para Teruel y España. "Lograr que fuera visitable sería muy importante para Alfambra", indicó. En el cerro del castillo se encuentra actualmente un gran Cristo redentor que se construyó en el año 1955 sobre una escalinata de piedra. "Debajo están todos los nombres de la gente que vivía en ese momento en Alfambra", recordó Víctor Crespo, cuyo nombre no figura en la caja sepultada bajo toneladas de piedra porque nació ese mismo año pero después de que se inaugurara la estatua. "Mi suegro trabajaba en la fábrica de harina, llevaba un camión, y siempre contaba que, durante las obras, los fines de semana se tenía que dedicar a subir las piedras con el camión, que entonces no había muchos", narró ayer el vecino. Esta es una de las actuaciones que en la actualidad no autorizaría Patrimonio. Otra de las más controvertidas fue la colocación de hormigón sobre la pared de arcilla que hay bajo el torreón. Esta intervención se llevó a cabo hace menos de una década y el objetivo era evitar la caída de cascotes. Sin embargo, la capa de hormigón se está ahora desprendiendo de la arcilla, que es un material más maleable y se está erosionado. Además de visitar el castillo, los participantes recorrieron los restos de la Iglesia Vieja de Alfambra, una construcción que se abandonó en el siglo XV y de la que quedan dos robustos muros. En ella se han colocado algunas armas de asedio que son reproducciones de las que se usaron en la Edad Media. Rubén Sáez, que es el que las ha construido, explicó cómo se asaltaba una fortaleza en la época en la que no había dinamita y derribó algunos de los mitos cinematográficos. "En las películas es habitual ver lanzar aceite hirviendo, pero el aceite nunca se utilizó como arma, al igual que el agua, eran bienes muy preciados, lo que sí lanzaban era arena, que calentaban en braseros y alcanzaba temperaturas de 400 grados", relató. El historiador, que es experto en armamentística del medievo, explicó cómo los granos de arena se metían entre las anillas de la cota de malla que llevaban los soldados en la época, provocándoles una muerte muy dolorosa. Estas reproducciones de la Iglesia Vieja se complementan con las maquetas que se exhiben en la casa de cultura. En total suman 30 armas que permiten conocer un poco mejor cómo eran las guerras de la Edad Media. La muestra, titulada Alfambra, nido de águilas,  se podrá visitar en el municipio durante todo el mes de agosto. El programa de ayer también incluyó la entrega de premios a los ganadores del concurso de fotografía. Santiago Albertos fue el ganador del primero y el tercer premio por sendas imágenes nocturnas de las fortalezas de Peracense y Mora de Rubielos, respectivamente. El segundo premio se lo llevó Emilio Viso Soriano por una imagen, también tomada de noche, del castillo de Camarillas. Además, durante la mañana de ayer Javier Ibáñez ofreció una charla sobre la historia del castillo a la que acudieron varias docenas de vecinos que deseaban conocer mejor el pasado de la localidad. La jornada se cerró con la asamblea general de Arcatur, asociación que cuenta con una veintena de socios.