Casi medio kilómetro de la antigua muralla que rodeaba Albarracín es lo que se ha acondicionado en los últimos cinco años. No son todos los tramos, pero sí los que estaban en peor estado. Unen desde la Catedral hasta la zona de la Torre Blanca y en su mayor parte fueron construidos en la alta Edad Media, entre los siglos XIII y XIV.
Desde el año 2010 la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón concede una partida anual para intervenir en la muralla –salvo en el año 2013 que no hubo financiación para este proyecto–. En total la inversión se ha elevado a 255.000 euros y se ha acometido en tres fases. A ella hay que sumar una actuación anterior que sirvió para adecentar el tramo de muralla que hay justo bajo el castillo.
2 metros de ancho y 8 de alto
La muralla de Albarracín tenía entre 1,5 y 2 metros de ancho y en el tramo más conservado se levanta hasta ocho metros, pero la mayor parte de la construcción conserva únicamente un par de hiladas o tres de sillares, según comenta Antonio Jiménez, que es el gerente de la Fundación Santa María. El responsable matiza que la fortificación estaba en muy mal estado puesto que parte de las piedras se habían reutilizado para construcciones posteriores. Además, había viviendas adosadas a la muralla y en la última intervención se descubrió un trujal para el almacenaje de vino. También contribuyó a la degradación un ajardinamiento que se hizo en la zona de la explanada de la Torre Blanca en los años 70, cuando se colocaron plantas en el borde del meandro.
La recuperación de la muralla en la zona de la Torre Blanca, en la parte del viejo cementerio, ha supuesto la ampliación del camino que discurre por allí, que ha pasado de poco más de 1,5 metros a un total de cinco. Ahora la Fundación Santa María se plantea llevar a cabo alguna intervención paisajística en esa zona para convertirla en un espacio de paseo y, a la vez, evitar el paso de vehículos salvo los que acceden al cementerio municipal.
Las almenas
Las sucesivas intervenciones han acondicionado uno de los flancos del meandro, quedaría por actuar en el otro y también en la muralla de la parte alta, que dibuja el paisaje característico de Albarracín. La actuación en este tramo de lienzo es clave para poder llevar a cabo la iluminación posterior, según señaló el alcalde, Francisco Martí. En este sentido, señaló que hay almenas que se han perdido y habría que recuperar primero la fortificación antes de colocar en ella las luminarias incluidas en el proyecto de alumbrado del casco histórico de Albarracín.
En este sentido Antonio Jiménez destacó que la intervención en esta zona de la muralla es más compleja ya que implica restaurar las dos caras de la misma y colocar para ello un andamio doble. "Hasta ahora hemos ido poco a poco, a medida que llega el presupuesto, pero esa zona habría que hacerla en conjunto", dijo. Otra de las complicaciones de este tramo es el traslado hasta allí de los materiales ya que se trata de una zona peatonal.
Según explica Antonio Jiménez, los restos arqueológicos más importantes se localizaron en el único torreón circular que tiene todo este trayecto, ubicado bajo el castillo. En su interior se evidencian diferentes etapas constructivas que dan pautas de incluso la existencia de un torreón cuadrado previo.
Junto al museo y en el último tramo restaurado, en el acceso a la Torre Blanca, han aparecido también algunos restos de desagües y muros de edificaciones medievales. Más moderno es el trujal que se localizó en la zona más cercana al cementerio, en cuyo interior había algunos elementos cerámicos y de vidrio que pudieron pertenecer al siglo XVIII y que ahora están siendo analizados por los expertos en arqueología.
Colocación difícil de los andamios
La actuación en la muralla de Albarracín ha sido compleja tanto por el mal estado en el que se encontraba esta construcción –que en su mayor parte se levantó en el siglo XIII aunque sobre unos muros que bien podrían ser del siglo XI– como por la dificultad y el coste que entraña la colocación del andamiaje para intervenir en los tramos que dan al río. Algunos de los lienzos estaban prácticamente perdidos y los técnicos del Centro de Restauración de la Fundación Santa María han tenido que recrecerlos para que la muralla se dibujara de nuevo.
Mortero de cal
En los trabajos han empleado piedra, mucha de ella recuperada de las inmediaciones, y mortero de cal, tanto hidráulica como cal pura, para diferenciar aquellos tramos que han sido recrecidos. Una buena parte de la muralla estaba prácticamente perdida y oculta bajo la vegetación que durante siglos había ganado terreno al muro.
La Fundación Santa María seguirá interviniendo en la recuperación de la muralla siempre y cuando cuente con fondos para ello. Los tramos que faltan por acondicionar son la continuación de la zona que ahora se ha restaurado y que une la Torre Blanca con el paseo fluvial que parte tras ella y la zona de muralla de la parte alta, que va desde la población hasta los torreones más altos.?El tramo más deteriorado es el contiguo al casco histórico ya que en el resto se hizo en los años 80 alguna actuación de afianzamiento.
Autor:M. Cruz Aguilar Teruel