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Toponimia hispana en Norteamérica Toponimia hispana en Norteamérica

Toponimia hispana en Norteamérica

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Javier Sanz
Según la RAE, toponimia es el conjunto de los nombres propios de lugar de un país o de una región y/o la rama de la onomástica que estudia el origen de los nombres propios de lugar, así como el significado de sus étimos. Lógicamente, las lenguas de los diferentes pueblos que han pasado u ocupado el lugar en cuestión han dejado huella en su toponimia, como el latín o el árabe en España o el castellano y las lenguas precolombinas en Centroamérica y Sudamérica. Y aunque el inglés o el francés, por causas obvias, han tenido mayor trascendencia en la toponimia de Norteamérica, el castellano está muy presente al norte del río Bravo (para los mexicanos) o Río Grande (para los estadounidenses). Por ejemplo, el gran número de ciudades españolas con localidades homónimas en EEUU: Sevilla, Granada, Salamanca, Madrid, Laredo, Durango, Valencia, León, Córdoba, Andalucía, Aragón, Oviedo, Ebro, Toledo, Coruña, Cádiz o Navarra. Y también en los nombres de varios estados.

California


Amadís de Gaula fue una obra maestra de la literatura medieval en idioma español y uno de los más famosos de los llamados libros de caballerías, que tuvieron una enorme aceptación en la península ibérica. De hecho, fue un referente cervantino para crear su Quijote: “Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos imitar todos aquellos que debajo de la bandera del amor y de la caballería militamos.También lo fue para Garci Rodríguez Montalvo, autor del libro Las sergas de Esplandián (Las proezas de Esplandián) de 1510, y en esta obra aparece una isla de fantasía llamada California.

Sepan que a la diestra de Indias muy cerca del Paraíso Terrenal … había una isla llamada California.

Cuando los españoles desembarcaron en California en 1534, se pensaba que era una isla (hay mapas en las que aparece separada del continente). Los descubridores asociaron aquel lugar idílico con la descripción que ofrecía Montalvo -su libro era muy popular en aquella época- y le otorgaron este nombre. Habría que precisar que el término sergas no existe, se debe a una confusión con la palabra erga, que en griego significa hecho, hazaña. Montalvo utilizó, erróneamente, esta palabra para acreditar el origen griego, casi épico, del personaje Esplandián.

Colorado


La palabra ‘colorado’ proviene probablemente del color rojizo del río Colorado. Los primeros exploradores españoles en la región de las Montañas Rocosas que encontraron el río lo llamaron «tizón» o «colorado» por el sedimento que el agua arrastraba desde las montañas. De esta forma, la denominación se fue asentando en base al característico color de las aguas de este río y acabaría convirtiéndose en el nombre del estado.

Florida


Una de las teorías expresa que Ponce de León llamó así al territorio debido a su abundante vegetación y el colorido de esta. Sin embargo, la teoría más comúnmente aceptada entre los historiadores es que se denominó así a la zona ya que su «descubrimiento» coincidió con la Pascua de Resurrección en 1513, conocida también como Pascua Florida. En 1565 se escribiría una de las páginas más importantes del legado español de Estados Unidos cuando Pedro Menéndez de Avilés fundó en la Florida el pueblo de San Agustín, el asentamiento más antiguo habitado de forma ininterrumpida en lo que es hoy Estados Unidos

Montana


El nombre es una derivación de la palabra «montaña». Se debe a que los primeros exploradores españoles llamaron «Montaña del Norte» a la zona montañosa del oeste del territorio estadounidense (Montañas Rocosas). Sin embargo, como en inglés no existe la letra ñ, pasó a denominarse Montana, tras la decisión, en 1864, del congresista James H. Ashley.

Nevada


La palabra «nevada» hace referencia a la abundancia de nieve presente en sus montañas. Fue el sacerdote español Pedro Font quien decidió llamar Sierra Nevada a una cordillera que se sitúa mayormente en el estado de California, pero que también penetra en el estado de Nevada y que fue el elemento que luego le dio nombre al estado. Escogió este nombre por su nieve y basándose en la cordillera granadina Sierra Nevada.

Nuevo México


Francisco de Ibarra fue el primero en acuñar el nombre de Nuevo México para la zona, ya que conocía el territorio mexicano y la similitud del terreno le llevó a describir esta zona como un «Nuevo México». Más adelante, en la expedición de Chamuscado y Rodríguez, la región situada al norte del Río Grande se denominó San Felipe del Nuevo México y Juan de Oñate estableció el nombre de este estado de manera oficial en 1598.

Texas


Viene del nombre taysha, que significaba “amigo” en lengua caddo, el idioma de la tribu que dominaba este territorio antes de la llegada de los españoles. Taysha fue castellanizada dando lugar a la palabra Texas o Tejas, que de acuerdo con el castellano antiguo se pronuncian igual. De hecho, los primeros españoles llamaban a los miembros de la tribu “los tejas”.

Utah


El nombre del estado deriva del nombre apache Yuttahih o Yuddah, que significa ‘está más arriba’ o ‘los que están más arriba’. Los exploradores españoles pronunciaron y escribieron esta palabra como ‘Yuta’. Lo que posteriormente produciría que las personas de habla inglesa la adaptaran como Utah.

Arizona


En el caso de Arizona tenemos dos teorías. Una defiende que el nombre deriva de la expresión nativa alÄ­ sonak, que significa ‘primavera pequeña’. Los primeros españoles que exploraron el territorio castellanizaron la expresión dando lugar a la palabra Arizonac que con el paso del tiempo se convertiría en el nombre del estado. Otra teoría sugiere que el nombre está unido a España, pero no al español ya que provendría del vasco. Se piensa que el nombre de Arizona podría venir de las palabras vascas Aritz onak, que literalmente significan ‘robles buenos’.

Oregón


Y aquí ya nos movemos en el terreno de la incertidumbre. La teoría más extendida es que debe su nombre la palabra ‘orejón’ utilizada por exploradores españoles que definieron así bien a los nativos o bien a algunos accidentes geográficos, e incluso se ha especulado con que el nombre puede derivar de la palabra ‘orégano’, que crece en la parte sur de la región. La versión francesa asegura que el nombre proviene de la palabra su vocablo ouragan (huracán o tormenta de viento), y que estaría basado en cuentos de los nativos americanos sobre los poderosos vientos Chinook en la zona

Puerto Rico (Estado libre asociado)


Aunque el nombre original de la isla fue San Juan Bautista, posteriormente este cambiaría por su nombre actual, que hace referencia a las riquezas que partían desde la isla y deriva inequívocamente del español y de la presencia española en la isla.

¿Y en Canadá?


Aunque nos hemos centrado en los EEUU, también hay versiones sobre el origen hispano de Canadá. Partiremos de la base de que la acepción más generaliza del origen de Canadá es la del francés Jacques Cartier (1534) que lo sitúa en el término «Kanatta», que según él sería de origen hurón-iroqués y que significaría «villa».  Según Juan Francisco Maura, profesor de la Universidad de Vermont (EEUU), Canadá provendría del término «cañada» que, al igual que Montaña (estado) o Cabo Cañaveral, habría perdido la virguilla y quedado como «n». ¿Y de dónde vendría esa «cañada»? Se llamaría así, según varios documentos y mapas, al canal de entrada casi paralelo que se extiende entre la península del Labrador y Terranova, que forma en sí un estrecho o canal, o si se prefiere, una cañada fluvial y que hoy se llama «Belle Isle». Así lo llamarían los balleneros vascos que faenaban en Terranova, al igual que el origen de «iroqués» sería vasco y significaría «gente asesina». Por cierto, el término «hurón», para dar nombre a ese grupo indígena, también defiende el profesor que se lo pusieron los españoles como reflejo del uso que los naturales hacían de las pieles de estos animales. Y para rematar la faena, la palabra «Canada» o «Kanatta» que oyó usar Cartier a los nativos, era, al fin y al cabo, otra palabra española.