Hay diferentes teorías sobre el origen de la tortilla de patatas o española
Hoy voy a tratar del noble arte de la gastronomía buscando el origen de tres recetas tan sencillas como suculentas: la tortilla francesa, la tortilla de patatas o española y la tortilla de patatas sin patatas ni huevo. Antes de comenzar, me gustaría precisar que establecer el origen exacto de una receta es harto difícil. Así que, lo que voy a hacer es elaborar una teoría que puede que no sea completamente veraz pero sí verosímil.
El origen de la tortilla francesa tiene que ver, como era de esperar, con Francia, pero no se creó en Francia, sino en España. En el transcurso de una guerra -en este caso acompañada de una invasión-, es normal que los alimentos escaseen y que haya que prescindir de algunos de ellos o sustituirlos por otros. Hablamos de la Guerra de la Independencia (1808-1814), cuando Napoleón quiso instalar en España su residencia de verano. En aquellos momentos, la tortilla de patatas o tortilla española -huevos con patatas, siendo la cebolla opcional- ya era uno de los platos preferidos del pueblo. Varios años sufriendo malas cosechas y el control que las tropas francesas tenían sobre los recursos, hacía muy difícil que algunos alimentos, como la patata, llegasen a las cocinas españolas. Así que, haciendo de la necesidad virtud, decidieron prescindir del preciado tubérculo y elaborar tortillas sin patatas. Esta sencilla receta se siguió elaborando años después y, sin nombre propio, comenzó a llamarse “tortilla de cuando los franceses” que derivó en “tortilla francesa”.
Sobre el origen de la tortilla de patatas o española hay diferentes teorías. Siguiendo con la teoría de la tortilla francesa, descartaremos la que atribuye la autoría de la de patatas a Tomás de Zumalacárregui durante las Guerras Carlistas por librarse años después de la Guerra de la Independencia cuando ya hemos dicho que la tortilla española ya se degustaba. La teoría del científico del CSIC Javier López Linaje sitúa el origen de la tortilla española en la localidad extremeña de Villanueva de la Serena en el siglo XVIII. En su libro «La patata en España. Historia y Agroecología del Tubérculo Andino» hace referencia a documentos que hablan de la tortilla de patatas en esta localidad en 1798, y atribuye su invención a Joseph de Tena Godoy y al marqués de Robledo.
Para buscar nuestra tercera receta tenemos que viajar hasta los difíciles años de la posguerra española, tiempo de hambruna y cartillas de racionamiento, y donde el dicho «el hambre agudiza el ingenio» se hizo demasiado popular. Las cartillas de racionamiento, vigentes hasta 1952, eran de tres clases dependiendo del poder adquisitivo. Aunque su contenido podía variar, con estas cartillas se tenía derecho a 125 gramos de carne, 1/4 litro de aceite, 250 gramos de pan negro, 100 gramos de arroz, 100 gramos de lentejas o garbanzos, un trozo de jabón y un huevo. Lógicamente, la cantidad de comida era insuficiente y la gente tenía que buscarse la vida: los gatos se degustaban por liebres (“dar gato por liebre”), las patatas se elaboraban a lo pobre o al Avión (patatas hervidas con laurel y un toque de colorante marca “el Avión”), las castañas y las bellotas comenzaron a ser las protagonistas de los guisos, la leche se aguaba, se tomaba achicoria por café … pero la más curiosa de las nuevas recetas fue la tortilla de patatas sin patatas ni huevos. Así se elaboraba…
La parte blanca de las naranjas situada entre la cáscara y los gajos (albedo) se apartaba y se ponía en remojo haciendo las veces de patatas cortadas, y los huevos se sustituían por una mezcla elaborada con cuatro cucharadas de harina, diez de agua, una de bicarbonato, pimienta molida, aceite, sal y colorante para darle el tono de la yema.
El origen de la tortilla francesa tiene que ver, como era de esperar, con Francia, pero no se creó en Francia, sino en España. En el transcurso de una guerra -en este caso acompañada de una invasión-, es normal que los alimentos escaseen y que haya que prescindir de algunos de ellos o sustituirlos por otros. Hablamos de la Guerra de la Independencia (1808-1814), cuando Napoleón quiso instalar en España su residencia de verano. En aquellos momentos, la tortilla de patatas o tortilla española -huevos con patatas, siendo la cebolla opcional- ya era uno de los platos preferidos del pueblo. Varios años sufriendo malas cosechas y el control que las tropas francesas tenían sobre los recursos, hacía muy difícil que algunos alimentos, como la patata, llegasen a las cocinas españolas. Así que, haciendo de la necesidad virtud, decidieron prescindir del preciado tubérculo y elaborar tortillas sin patatas. Esta sencilla receta se siguió elaborando años después y, sin nombre propio, comenzó a llamarse “tortilla de cuando los franceses” que derivó en “tortilla francesa”.
Sobre el origen de la tortilla de patatas o española hay diferentes teorías. Siguiendo con la teoría de la tortilla francesa, descartaremos la que atribuye la autoría de la de patatas a Tomás de Zumalacárregui durante las Guerras Carlistas por librarse años después de la Guerra de la Independencia cuando ya hemos dicho que la tortilla española ya se degustaba. La teoría del científico del CSIC Javier López Linaje sitúa el origen de la tortilla española en la localidad extremeña de Villanueva de la Serena en el siglo XVIII. En su libro «La patata en España. Historia y Agroecología del Tubérculo Andino» hace referencia a documentos que hablan de la tortilla de patatas en esta localidad en 1798, y atribuye su invención a Joseph de Tena Godoy y al marqués de Robledo.
Para buscar nuestra tercera receta tenemos que viajar hasta los difíciles años de la posguerra española, tiempo de hambruna y cartillas de racionamiento, y donde el dicho «el hambre agudiza el ingenio» se hizo demasiado popular. Las cartillas de racionamiento, vigentes hasta 1952, eran de tres clases dependiendo del poder adquisitivo. Aunque su contenido podía variar, con estas cartillas se tenía derecho a 125 gramos de carne, 1/4 litro de aceite, 250 gramos de pan negro, 100 gramos de arroz, 100 gramos de lentejas o garbanzos, un trozo de jabón y un huevo. Lógicamente, la cantidad de comida era insuficiente y la gente tenía que buscarse la vida: los gatos se degustaban por liebres (“dar gato por liebre”), las patatas se elaboraban a lo pobre o al Avión (patatas hervidas con laurel y un toque de colorante marca “el Avión”), las castañas y las bellotas comenzaron a ser las protagonistas de los guisos, la leche se aguaba, se tomaba achicoria por café … pero la más curiosa de las nuevas recetas fue la tortilla de patatas sin patatas ni huevos. Así se elaboraba…
La parte blanca de las naranjas situada entre la cáscara y los gajos (albedo) se apartaba y se ponía en remojo haciendo las veces de patatas cortadas, y los huevos se sustituían por una mezcla elaborada con cuatro cucharadas de harina, diez de agua, una de bicarbonato, pimienta molida, aceite, sal y colorante para darle el tono de la yema.