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La 'rave' real La 'rave' real

La 'rave' real

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Javier Silvestre

“Hay cosas que sólo pasan en Teruel. Una amiga enviaba el sábado por la noche a un grupo de Whatsapp el siguiente mensaje: “Estoy en una fiesta” y lo acompañaba de un vídeo donde se veía a gente metida dentro de una gran tienda de campaña con música y luces parpadeantes. “¿Pero dónde estás?”, le preguntaba otro amigo, que estaba esperando a que ella se uniese al resto de amigos para ver juntos Eurovisión 2024. “Una rave en la rambla Barrachina”, contestaba ella con una foto desde fuera donde se podía apreciar el inconfundible corte de las montañas de arcilla, mutadas por el color cambiante de unos potentes focos láser.

Ahí quedó la cosa. Suiza ganó el Festival, España quedó fatal otra vez y el televoto abrazó a Israel. Pero en la rambla Barrachina seguía la fiesta hasta llegada el alba y mucho más allá. “¿Una rave?”, pensé yo, acostumbrado a enviar de forma sistemática a reporteros a cubrir fiestas de este tipo porque acaban siempre siendo carne de televisión. Pero me equivocaba totalmente. Resulta que la rave que estaba celebrándose en nuestra ciudad era un rodaje de una película del director gallego Oliver Laxe (cuyo nombre no había oído hasta la fecha, lo reconozco).

Bueno, el tema es que los responsables del largometraje alquilaron un terreno privado y pidieron permiso al Ayuntamiento para celebrar esta fiesta -normalmente clandestina, secreta y prohibida por las autoridades- porque se trataba de un rodaje cinematográfico. Pero el equipo de rodaje quiso darle “realismo” a la secuencia en la que un padre buscaba desesperado a su hija y anunció la rave en diferentes foros nacionales e internacionales. El resultado: más de 1.000 asistentes de diferentes lugares de Europa que tenían un código QR para acceder gratis al recinto a cambio de ceder su derecho de imagen a los productores de la película.

Si bien es cierto que la jugada de otorgar realismo a la secuencia convocando una rave real es digno de elogiar, tampoco es descartable apostillar que usar esta fórmula permite ahorrarse los gastos que generaría contratar a mil extras para rodar la escena en cuestión.

El tema es que la rave de ciencia ficción se acabó convirtiendo en algo muy real con más de un millar de personas con furgonetas de verdad, caravanas con la ITV pasada, puestos de comida ambulantes, equipos de música tuneados y alguna que otra sustancia estupefaciente tan real como ilegal. Quiso la fortuna que la lluvia hiciese desistir a los participantes de seguir dándolo todo la noche del martes, es decir, cuatro días después de que hubiese acabado el rodaje oficial. Y en cuatro días en una rave pueden pasar muchas cosas…

Y claro, saltó la noticia. Encuentran dentro de una de las furgonetas de los asistentes a un hombre muerto. Por sobredosis. Es su compañera sentimental la que avisa a las autoridades y cuando el 061 llega a la rambla Barrachina sólo puede certificar la muerte del hombre de nacionalidad italiana. Esto no es todo. El martes, un vecino de Teruel acude a la comisaría para denunciar que alguien le ha robado una minimoto de motocross. ¿Dónde dirían que aparece? ¡Correcto! En la rave que lleva cuatro días dale que te pego sin descanso. Los agentes localizan a un chaval que está conduciendo como un loco entre los asistentes. Interviene la policía y el aprendiz de Marc Márquez se lía a patadas y puñetazos con los que intentan reducirle. Resultado: dos detenidos, el ladrón de la moto y el piloto loco.

Dicen los responsables del rodaje que están “consternados” por la muerte de un hombre y por lo ocurrido tras la finalización del rodaje. E insisten que había un “supercontrol de seguridad” pensado para 3.000 personas. Lo que no dicen es que grabaron y se largaron. Y el marrón nos lo dejaron a nosotros.

Poco se lió para lo que pudo haber sido aquello. Porque estas fiestas suelen tener fecha de inicio, pero no de final. Quizás el Ayuntamiento, a partir de ahora, tenga que estudiar más a fondo las consecuencias de dar ciertos permisos, que acaban siendo una patata caliente que pagamos todos con nuestros impuestos. Si Segundo de Chomón levantase la cabeza…