Tras 40 años de espera, el Ayuntamiento de Teruel por fin ha aprobado el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Aunque a muchos de ustedes les suene a marciano, es uno de los documentos más importantes que toda ciudad debe tener ya que, como su nombre indica, regula cómo se ordena urbanísticamente la ciudad. Y en la nuestra hacía falta con urgencia.
6.764 páginas y 1.107 planos, ahí es nada, para revertir el "desarrollismo" de nuestra ciudad para transformarlo en "sostenibilidad”. Así lo afirmaba en el pleno de este lunes el concejal de Urbanismo, Juan Carlos Cruzado, cuando recordaba que el antiguo plan “no veía límites a la ocupación del territorio” pero que ahora se pretende “un menor sellado de suelo y una mayor sostenibilidad ambiental, una mayor eficiencia económica y la recuperación de la ciudad existente para alcanzar la "sostenibilidad social".
Lo cierto es que costaba seguir algunos de los argumentos que Cruzado fue desgranando durante los 50 minutos de exposición ante el resto de formaciones municipales. Pero entre lo más destacado está el anuncio de que se van a poder crear en Teruel 8.580 viviendas en los próximos 20 años. También se modificaba la previsión de crecimiento de la ciudad y se situaba en 41.190 el número de habitantes que tendremos en 2045. Ya saben que a mí me gusta echar cuentas, así que manos a la obra.
Para que en 20 años se construyan más de 8.500 viviendas tendría que haber una revolución inmobiliaria en nuestra ciudad. Son 7.300 días de margen así que toca a vivienda y pico por día. Teniendo en cuenta que las últimas tres promociones de pisos que han salido a la venta en Teruel tienen entre 16 y 23 pisos de media (a unos precios que ríanse ustedes de las grandes capitales), no sé si la cosa acabará saliendo del todo bien.
Hay otro dato que me llama la atención. Lo de que sólo aumentemos 5.000 habitantes en dos décadas (esto se calcula aplicando el método de la tasa de crecimiento anual acumulativo). De ser correcta la proyección, ¿para qué permitir construir tanta vivienda? Supongo que es un colchón de suelo urbanizable por si nuestra ciudad sufre un boom demográfico gracias al tren de alta velocidad, la inminente autovía con Cuenca, los cohetes espaciales, el grado de Medicina o los técnicos en reciclaje de aerogeneradores…
Sea como sea, está bien que haya suelo urbanizable porque esto, en teoría, debería de abaratar el precio de la vivienda. Y precisamente suelo, en Teruel, tenemos bastante. Eso sí, dice el PSOE que se han dejado los peores terrenos para las viviendas, mientras Vox y Teruel Existe consideran que nuestra ciudad “no es Nueva York”. Ambos coinciden en que no se debe limitar tanto la superficie donde se pueden levantar viviendas y, por ende, el crecimiento de la ciudad (aunque cada formación lo defiende con argumentos bien diferenciados).
Si bien es cierto que se ha reservado más terreno para viviendas de lo que prevén las proyecciones demográficas, no es menos cierto que limitar el suelo disponible lo encarece. ¿A qué promotora le va a interesar obtener menos beneficios por levantar un bloque de pisos porque hay mucha oferta? ¿A qué Ayuntamiento no le viene bien tensar el precio del suelo para poder tener mayores ingresos vía impuestos? Y para rematar la jugada, es ahí donde entra en juego el término usado por Cruzado: “sostenibilidad”. ¿Queremos una ciudad con vivienda barata o queremos una ciudad urbanísticamente sostenible? Los que estén buscando piso tendrán clara la respuesta… Y los que no, pensando en sus hijos, también.
Es cierto que hay que poner fin a ese “desarrollismo” que en Teruel ha permitido levantar edificios de 8 y 9 alturas de forma caótica en calles estrechas, tapando los bloques colindantes e impidiendo ver la luz del sol también deberíamos saber aprovechar la cantidad de terreno que tenemos aún para crecer. Si eso implica que la ciudad se amplíe a lo ancho y a lo largo, que lo haga. Y si eso supone tener que dotarse de una mínima red de transporte público que ayude a no recurrir al coche-para-todo para ser más “sostenibles”, pues pónganse las pilas.
Teruel no es Nueva York, ni pretende serlo. Pero siendo la capital de provincia más pequeña de España resulta chocante comprobar que los precios de los pisos nuevos te hacen preguntarte si acaso te estás comprando un ático en el Manhattan de Aragón.
6.764 páginas y 1.107 planos, ahí es nada, para revertir el "desarrollismo" de nuestra ciudad para transformarlo en "sostenibilidad”. Así lo afirmaba en el pleno de este lunes el concejal de Urbanismo, Juan Carlos Cruzado, cuando recordaba que el antiguo plan “no veía límites a la ocupación del territorio” pero que ahora se pretende “un menor sellado de suelo y una mayor sostenibilidad ambiental, una mayor eficiencia económica y la recuperación de la ciudad existente para alcanzar la "sostenibilidad social".
Lo cierto es que costaba seguir algunos de los argumentos que Cruzado fue desgranando durante los 50 minutos de exposición ante el resto de formaciones municipales. Pero entre lo más destacado está el anuncio de que se van a poder crear en Teruel 8.580 viviendas en los próximos 20 años. También se modificaba la previsión de crecimiento de la ciudad y se situaba en 41.190 el número de habitantes que tendremos en 2045. Ya saben que a mí me gusta echar cuentas, así que manos a la obra.
Para que en 20 años se construyan más de 8.500 viviendas tendría que haber una revolución inmobiliaria en nuestra ciudad. Son 7.300 días de margen así que toca a vivienda y pico por día. Teniendo en cuenta que las últimas tres promociones de pisos que han salido a la venta en Teruel tienen entre 16 y 23 pisos de media (a unos precios que ríanse ustedes de las grandes capitales), no sé si la cosa acabará saliendo del todo bien.
Hay otro dato que me llama la atención. Lo de que sólo aumentemos 5.000 habitantes en dos décadas (esto se calcula aplicando el método de la tasa de crecimiento anual acumulativo). De ser correcta la proyección, ¿para qué permitir construir tanta vivienda? Supongo que es un colchón de suelo urbanizable por si nuestra ciudad sufre un boom demográfico gracias al tren de alta velocidad, la inminente autovía con Cuenca, los cohetes espaciales, el grado de Medicina o los técnicos en reciclaje de aerogeneradores…
Sea como sea, está bien que haya suelo urbanizable porque esto, en teoría, debería de abaratar el precio de la vivienda. Y precisamente suelo, en Teruel, tenemos bastante. Eso sí, dice el PSOE que se han dejado los peores terrenos para las viviendas, mientras Vox y Teruel Existe consideran que nuestra ciudad “no es Nueva York”. Ambos coinciden en que no se debe limitar tanto la superficie donde se pueden levantar viviendas y, por ende, el crecimiento de la ciudad (aunque cada formación lo defiende con argumentos bien diferenciados).
Si bien es cierto que se ha reservado más terreno para viviendas de lo que prevén las proyecciones demográficas, no es menos cierto que limitar el suelo disponible lo encarece. ¿A qué promotora le va a interesar obtener menos beneficios por levantar un bloque de pisos porque hay mucha oferta? ¿A qué Ayuntamiento no le viene bien tensar el precio del suelo para poder tener mayores ingresos vía impuestos? Y para rematar la jugada, es ahí donde entra en juego el término usado por Cruzado: “sostenibilidad”. ¿Queremos una ciudad con vivienda barata o queremos una ciudad urbanísticamente sostenible? Los que estén buscando piso tendrán clara la respuesta… Y los que no, pensando en sus hijos, también.
Es cierto que hay que poner fin a ese “desarrollismo” que en Teruel ha permitido levantar edificios de 8 y 9 alturas de forma caótica en calles estrechas, tapando los bloques colindantes e impidiendo ver la luz del sol también deberíamos saber aprovechar la cantidad de terreno que tenemos aún para crecer. Si eso implica que la ciudad se amplíe a lo ancho y a lo largo, que lo haga. Y si eso supone tener que dotarse de una mínima red de transporte público que ayude a no recurrir al coche-para-todo para ser más “sostenibles”, pues pónganse las pilas.
Teruel no es Nueva York, ni pretende serlo. Pero siendo la capital de provincia más pequeña de España resulta chocante comprobar que los precios de los pisos nuevos te hacen preguntarte si acaso te estás comprando un ático en el Manhattan de Aragón.