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En Lamborghini a Tormón En Lamborghini a Tormón

En Lamborghini a Tormón

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Javier Silvestre

Mañana arranca en Teruel la siempre tan esperada Semana Europea de Movilidad, en la que todos los municipios de nuestro continente tratan de “sensibilizar, tanto a responsables políticos como a la ciudadanía, sobre los beneficios tanto para la salud pública como para el medio ambiente asociados al uso de modos de transporte más sostenibles, en particular, el transporte público, la bicicleta y los desplazamientos a pie”. No lo digo yo, lo dice el mismísimo Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que recuerda que el tema elegido desde Bruselas para la campaña de este año es: Espacio Público Compartido. El lema de esta Semana de la Movilidad es: ¡Combina y muévete!.

Y claro, aquí en Teruel teníamos que hacer algo chachi. El Ayuntamiento presentaba a finales de semana las actividades que nos ayudarían a “sensibilizarnos” con este tema y que tenían como casi única protagonista a la bicicleta. Lo más llamativo (por no decir lo único) es una ruta llamada el Bicibús para que los alumnos del colegio Victoria Díez puedan ir a clase en dos ruedas, así como el Bici Educa para que los menos de 10 años aprendan las normas básicas de circulación. Además habrá dos talleres denominados Bici Integradora y Bici Inclusiva, dedicado a personas venidas de fuera o con discapacidad intelectual.

Quitado esto y unas charlas para que los universitarios no usen el patinete como si estuviesen compitiendo en Motorland, poco más.

Y digo yo: ¿no hay otra manera de fomentar el uso del transporte público en nuestra ciudad? O incluso, ¿no habría sido original fomentar los desplazamientos a pie mediante alguna aplicación de contar pasos? No sé, un poquito de imaginación al menos. Por ejemplo: ¿por qué no fomentar el uso del autobús mediante una tarjeta de fidelización que te regale uno de cada tres viajes? El objetivo es demostrarle al ciudadano que hay alternativas al vehículo privado, no obligarles a esquivar bicis por toda la ciudad.

Pero seguimos yendo al recurso fácil. A demonizar a los que utilizan su vehículo privado, sea cual sea su motivación. Les garantizo que cuando hay alternativas asequibles y fiables de transporte público, mayoritariamente la gente deja su coche en casa.

El problema radica en que el ciudadano no puede fiarse de lo público, tiene que usar sus propios medios y encima sentirse atacados por los de siempre. Pongo un ejemplo que muchos desconocerán y que me hace llegar un amigo.

Tormón-Teruel. Un trayecto de 45 minutos en coche pero que en autobús tarda dos horas en hacerse. El nuevo mapa de transporte público que se acaba de conocer establece que los martes y jueves haya un autobús “directo” con Teruel capital, mientras que los lunes, miércoles y viernes haya que hacer trasbordo en Más de la Cabrera. Un servicio que sólo funciona bajo demanda. Una usuaria de internet se queja amargamente con su caso personal: “Mis padres viven en Tormón y tienen 83 años. No conducen y se tendrán que levantar a las 6:15 de la mañana para llegar a Teruel 8:30 y con todo cerrado. ¿Esto lo ha hecho alguien en su sano juicio? Vergonzoso y sin piedad para nuestros mayores.”

Este es el asunto a tratar en provincias como la nuestra y no tanta chachi-bici. En nuestro caso el transporte público y la movilidad va mucho más allá de dejar el Lamborghini en casa y subirse al bus. Va de despoblación. De desaparecer. Es un tema muy serio que tendría que estar encima de la mesa de todas las formaciones políticas aquí, en Zaragoza y en Madrid.

Teruel no es una ciudad que tenga un problema de movilidad urbana pero sí interurbana. El problema es cómo dar servicio de transporte público a los que no pueden usar el transporte privado. Y más cuando hablamos de gente mayor que depende de estos servicios para algo tan básico como para ir al médico.

Ahí es donde habría que gastarse los millones que nos envía Europa, y no en regalar interrailes y viajes vacacionales a los futuros votantes.

Con los 35 millones que nos cuesta la Dirección General de Despoblación de la DGA podíamos tener un taxi a demanda en cada pueblo. Pero mejor seguir fomentando la bici.