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El pueblo salva al pueblo El pueblo salva al pueblo

El pueblo salva al pueblo

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Javier Silvestre
No tengo ni idea de qué contarles hoy en esta columna de opinión. Lo cierto es que la preocupante situación política que vivimos es para aparcar los problemas locales por un domingo e intentar que todos tomemos conciencia de que estamos llegando a un punto de no retorno. En esta guerra polarizada en la que vivimos sumergidos, cada vez son más los que prefieren desconectar de las decisiones que se toman desde el Gobierno y que, aunque no nos afecten directamente, sí que atentan contra el Estado de derecho en el que vivimos.

Uno intenta no radicalizarse leyendo las noticias al levantarse de la cama, pero es imposible no estar de mala leche cuando, antes incluso del mediodía, lo que parece increíble acaba sucediendo. Y aquí nadie dice nada.

Sigo sin comprender esa fascinación por Pedro Sánchez que tienen algunos. Porque puedo entender que uno tenga su ideología y la defienda, pero hay cosas que ningún ciudadano con dos dedos de frente debería asumir como normales.  Y aún así, ahí seguimos, con un presidente que exige que se le pida perdón al Fiscal General del Estado por haber borrado (sin que ningún protocolo lo exigiese) su móvil al saberse investigado. Eso por no hablar de la falta de transparencia de su mujer, Begoña Gómez, que se considera perseguida por hacer negocios en Moncloa utilizando la figura de su marido como aval. Del “hermanito” mejor no hablamos, de su declaración ante la jueza de Badajoz. Cualquiera que vea el interrogatorio se dará cuenta de que nos siguen tomando por imbéciles.

Ahora le meten mano a la acusación popular con efectos retroactivos para que estos casos no puedan juzgarse. Y todos tan ricamente, con nuestras cañas a tres euros en una terraza al sol, sin decir ni pio ¡Ah claro, que nos han subido el sueldo mínimo! Ya verás qué risa cuando los que jamás han tenido que hacer la declaración de la Renta vean que les sale a pagar este año. El problema es que hay tanta vorágine informativa y tanta polarización mediática que hemos normalizado que se nos mienta, que se utilice las instituciones para cambiar sentencias en firme o que se aplauda a corruptos que se han salvado de ir a la cárcel por los ya habituales informes médicos apocalípticos que, oh casualidad, luego nunca se cumplen.

La oposición tampoco es que esté para tirar cohetes. Porque cuando lleguen al poder (si es que llegan) no tocarán una coma de las leyes que ahora les escandalizan tanto. ¿Y por qué? Pues porque les están poniendo en bandeja controlar la Justicia, a RTVE o las grandes empresas pseudo-públicas de nuestro país. Y no lo duden, si hay que volver a pactar con los que siempre acaban llevándose la perra gorda, lo harán. Tienen suerte nuestros políticos de que no haya emergido (aún) una figura carismática que mande este chiringuito que tienen montado a tomar viento. Porque se llevaría las elecciones de calle. Los electores estamos huérfanos de líderes que no nos traten como a idiotas y que prioricen el bienestar general por encima del suyo propio. Estamos hartos de que nos digan que si no comulgamos con sus decisiones es porque estamos “en el lado malo de la Historia”. Estamos cansados de una oposición que parece más preocupada por no ofender que por hacer su trabajo. Y estamos aburridos de partidos escorados a izquierda y derecha que sólo tratan de llamar la atención con fuegos de artificio para unos votantes cada vez más desencantados.

Es normal que la gente desconecte de la política porque cuando uno se mete de lleno en la materia se juega la salud mental. Así que, al final, aunque muchas de mis opiniones no gusten a algunos de los lectores (y políticos locales), casi es preferible hablar de temas más cercanos. En Teruel hay muchos asuntos a mejorar, pero no duden de que si consiguen cargarse la democracia que tanto dicen defender, poco podremos opinar de nada en un futuro cercano.

Infórmense y sean críticos. No compren el discurso que comulga con sus ideales sin buscar opiniones contrarias. Plante cara al adoctrinamiento pese a que le insulten los de siempre. Sólo el pueblo salva al pueblo, ahora más que nunca.