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El milagro de Mirambel El milagro de Mirambel

El milagro de Mirambel

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Javier Silvestre
Mirambel, localidad del Maestrazgo de tan sólo 105 habitantes, ha reabierto su guardería gracias al nacimiento de seis niños en los últimos meses. Este titular tiene que considerarse “milagroso” en una provincia donde la escasa o nula natalidad rural suele ser la nota predominante. Es curioso que el Heraldo de Aragón no duda en apuntar en el primer párrafo de su noticia que la llegada de este insólito auge de nacimiento se debe, en parte, a los parques eólicos instalados en la zona. La realidad es que sólo un padre (de una de las familias que ha estrenado paternidad) tiene relación con el controvertido sector de las renovables.

El resto de padres y madres tienen otros trabajos que demuestran por dónde van los tiros. Por un lado están aquellos que tienen trabajos relacionados con la agricultura o la ganadería; la mayoría de ámbito familiar. Dos mujeres trabajan en residencias cercanas, otra es enfermera, una complementa la explotación porcina familiar con la política, otra es diseñadora gráfica, otro trabaja en una cuadrilla de viabilidad invernal, mientras que el último ha vivido toda su vida en Mirambel y es herrero.

Sea como sea, todos ellos se felicitan porque el municipio ha decidido gastarse 40.000 euros y abrir una guardería para niños de menos de 3 años. Cabe recordar que la escuela cerró hace 22 años y los pocos chavales que había en el pueblo tenían que estudiar en Cantavieja. Ahora, si los padres lo solicitan, se podrá reabrir también en un par de años la escuela del pueblo, con lo que la alegría en Mirambel es palpable.

Entrevistados hace unos meses en La Comarca, los padres y madres posan orgullosos con sus pequeños y repiten la palabra: “Conciliación”. Porque para ellos, disponer de esta guardería en funcionamiento implica poder generar riqueza sin renunciar a su deseo de traer un pequeño al mundo. Y desde la alcaldía, como no puede ser de otra manera, están convencidos de que este baby-boom rural atraerá a nuevos vecinos y más nacimientos. Ojalá sea así.

Mucho se habla de las desventajas que tiene crecer en un entorno rural, supuestamente alejado de las oportunidades que dan las grandes ciudades. Pero nada más lejos de la realidad, al menos durante la niñez. Los niños que se crían en Madrid y Barcelona poco saborean lo que es la libertad hasta que rozan la mayoría de edad. Las distancias, el costo de la vida y los peligros que acechan a la vuelta de la esquina se convierten en una jaula de cristal para miles de menores. Mientras que crecer en un entorno rural permite muchas más libertades, tanto para padres como para hijos.

Eso sí, no podemos olvidar que para que la natalidad en nuestra provincia deje de ser un milagro hay que apostar por apoyar sin complejos a las familias (sean del tipo que sean), porque el futuro nos lo jugamos todos. Por eso tiene que estar garantizada la atención pediátrica en cada comarca; porque durante los primeros años es lo que más puede decantar la balanza de los futuros padres.

No podemos pretender que haya nacimientos en los pueblos de un centenar de habitantes, cuando el mensaje que mandamos al resto del país es que no hay pediatras ni para atender a los niños de Teruel capital. Si el mero hecho de decidir traer a un hijo al mundo es un cocktail de miedos y emociones, hay que evitar a todas costa que la paternidad se convierta en un salto al vacío sin red.

Sin niños no hay futuro. Pero con una natalidad cada vez más tardía, los padres se piensan mucho cómo y dónde tener a sus hijos. Fomentar la paternidad y atraer a quienes quieran ser padres y madres a nuestra provincia debería de ser una auténtica prioridad para nuestras autoridades...cueste lo que cueste. Porque los milagros salen caros, pero haberlos haylos.