En enero comienza la segunda fase de “humanización” de la Avenida de Sagunto de Teruel. Y vamos, visto cómo avanzan las obras, casi mejor que lo dejen como está. Porque si bien es cierto que vamos a ganar en aceras para pasear, ahora falta ver cómo llenamos esas mismas aceras de vida. La segunda fase de los trabajos de adecuación de una de las principales vías de nuestra ciudad están incluidas en el llamado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (vaya con el nombrecito) y ya saben que el proyecto está siendo ejecutado por el Ministerio de Transporte y Movilidad Sostenible. El coste, 6,4 millones de euros, que salen de los fondos NextGeneration europeos.
Ya escribí al respecto hace unos meses, cuando reflexionaba sobre quién había ideado semejante transformación urbana desde Madrid y si ésta se iba a adecuar a las necesidades reales de nuestra ciudad. Y a la vista de lo que se va viendo con las obras que se van completado ya, creo que estamos (nuevamente) tirando el dinero de los contribuyentes. Lo digo porque se están quitando carriles para la circulación, sitios para aparcar, zonas de carga y descarga… para ganar en unas aceras eternas que de poco sirven realmente.
Me explico. No hay nada mejor para una ciudad que disponer de grandes zonas peatonales, calles pacificadas con menos coches, y aceras con una frondosa arboleda que permita cobijarse en las horas de máximo calor en verano.
Pero también hay que entender que buena parte de la vida que tiene una calle “humanizada” es nutrirla de terrazas donde la gente disfrute de un café o una cerveza en sus momentos de asueto.
Somos un país de bares y cafeterías. Todo gira en torno a estos negocios de hostelería que permiten a los ciudadanos ya no sólo aplacar la sed, si no también aprovechar para asomarse a algún comercio cercano para comprar algo.
Sin bares no hay vida, al menos en nuestra España de cortado y caña.
Pues bien, no sé yo si en la Avenida de Sagunto se va a poder cumplir esta premisa, ya que por el momento, los negocios que se encuentran en la parte más cercana al colegio La Salle no son mayoritariamente de restauración.
Es cierto que los emprendedores podrían animarse y abrir nuevos bares en la zona, pero este será un proceso lento de transformación que, además, ya está ampliamente cubierto en otras zonas del Ensanche como la plaza avenida de Ruíz Jarabo.
Así que por el momento, el resultado va a ser una gran avenida con unas desmesuradas aceras, sin posibilidad de aparcar fácilmente y que, viendo la proyección de árboles que se van a plantar, puede acabar siendo -con facilidad me temo- en un enorme erial que poco tendrá de “humanizado”.
Pero como la cuestión es gastar por gastar (antes de que se pierda la subvención) y decidir desde Madrid cuestiones tan básicas como el articulado urbano de una de las calles más importantes de la ciudad, estamos como estamos.
La cuestión no es plantarle la batalla al coche, porque nuestra ciudad durante estos días, invita poco a pasear. Si bien es cierto que cuando calienta el Sol, cualquier terraza es un buen lugar de esparcimiento, en cuanto llega la sombra más vale salir corriendo. Y si el Óvalo o la plaza de San Juan son dos emplazamientos donde se puede disfrutar del calorcito solar en invierno, la avenida de Sagunto es bastante más sombría por la altura de los edificios colindantes.
Ya veremos cómo acaba esta apuesta en la que el Ayuntamiento no ha podido decir ni pío.
Pero poco me equivocaré si en unos meses vemos cómo las excavadoras levantan lo que ahora se está haciendo para darle más sentido común a esta vía para, ahora sí, humanizarla teniendo en cuenta las necesidades específicas de nuestra ciudad.
¡Con lo fácil que sería hacer bien las cosas desde el principio!
Ya escribí al respecto hace unos meses, cuando reflexionaba sobre quién había ideado semejante transformación urbana desde Madrid y si ésta se iba a adecuar a las necesidades reales de nuestra ciudad. Y a la vista de lo que se va viendo con las obras que se van completado ya, creo que estamos (nuevamente) tirando el dinero de los contribuyentes. Lo digo porque se están quitando carriles para la circulación, sitios para aparcar, zonas de carga y descarga… para ganar en unas aceras eternas que de poco sirven realmente.
Me explico. No hay nada mejor para una ciudad que disponer de grandes zonas peatonales, calles pacificadas con menos coches, y aceras con una frondosa arboleda que permita cobijarse en las horas de máximo calor en verano.
Pero también hay que entender que buena parte de la vida que tiene una calle “humanizada” es nutrirla de terrazas donde la gente disfrute de un café o una cerveza en sus momentos de asueto.
Somos un país de bares y cafeterías. Todo gira en torno a estos negocios de hostelería que permiten a los ciudadanos ya no sólo aplacar la sed, si no también aprovechar para asomarse a algún comercio cercano para comprar algo.
Sin bares no hay vida, al menos en nuestra España de cortado y caña.
Pues bien, no sé yo si en la Avenida de Sagunto se va a poder cumplir esta premisa, ya que por el momento, los negocios que se encuentran en la parte más cercana al colegio La Salle no son mayoritariamente de restauración.
Es cierto que los emprendedores podrían animarse y abrir nuevos bares en la zona, pero este será un proceso lento de transformación que, además, ya está ampliamente cubierto en otras zonas del Ensanche como la plaza avenida de Ruíz Jarabo.
Así que por el momento, el resultado va a ser una gran avenida con unas desmesuradas aceras, sin posibilidad de aparcar fácilmente y que, viendo la proyección de árboles que se van a plantar, puede acabar siendo -con facilidad me temo- en un enorme erial que poco tendrá de “humanizado”.
Pero como la cuestión es gastar por gastar (antes de que se pierda la subvención) y decidir desde Madrid cuestiones tan básicas como el articulado urbano de una de las calles más importantes de la ciudad, estamos como estamos.
La cuestión no es plantarle la batalla al coche, porque nuestra ciudad durante estos días, invita poco a pasear. Si bien es cierto que cuando calienta el Sol, cualquier terraza es un buen lugar de esparcimiento, en cuanto llega la sombra más vale salir corriendo. Y si el Óvalo o la plaza de San Juan son dos emplazamientos donde se puede disfrutar del calorcito solar en invierno, la avenida de Sagunto es bastante más sombría por la altura de los edificios colindantes.
Ya veremos cómo acaba esta apuesta en la que el Ayuntamiento no ha podido decir ni pío.
Pero poco me equivocaré si en unos meses vemos cómo las excavadoras levantan lo que ahora se está haciendo para darle más sentido común a esta vía para, ahora sí, humanizarla teniendo en cuenta las necesidades específicas de nuestra ciudad.
¡Con lo fácil que sería hacer bien las cosas desde el principio!