

No se crean ustedes que no me causa quebraderos de cabeza escribir esta columna todas las semanas. Más aún cuando me toca meterle el dedo en el ojo a algún cargo público. Intento ser ecuánime y reflejar las inquietudes que vivo como turolense o que me hacen llegar muchos de ustedes por privado. Es cierto que las últimas semanas, los temas de mis columnas han tenido que ver con asuntos mal gestionados por parte del Ayuntamiento. Me alegro infinitamente que algunas de las problemáticas que he abordado en este espacio de opinión hayan acabado generando un debate político en toda regla. Al fin y al cabo, es la labor del periodismo como contrapoder.
Lo que no acabo de entender es que sea yo el que ponga estos temas encima de la mesa, para que más adelante, algunos partidos de la oposición municipal recojan el guante y aprovechen para pedir explicaciones al consistorio. ¿Qué clase de políticos locales tenemos? Lo decía la semana pasada y lo reitero: “No soy yo quien debería sacar todo esto a relucir, sino los grupos de la oposición del Ayuntamiento que parecen más interesados en cobrar a final de mes que en hacer su trabajo de fiscalizar al gobierno municipal (sea del color que sea).”
La publicación de esta columna, sea por lo que sea, se ha convertido en la única forma que tienen algunos ciudadanos de canalizar sus quejas. Y eso tampoco es normal. Entiendo que no todos los asuntos tienen que politizarse, pero hay grandes debates ciudadanos que deberían liderar las formaciones políticas. Sin embargo, no sé por qué, casi todas ellas están adormecidas.
La mayoría absoluta del PP en nuestro Ayuntamiento no implica que la oposición desaparezca. Más bien lo contrario. Deberían de fiscalizar con mayor decisión las decisiones del consistorio, si es que algún día pretenden recuperar el terreno perdido. Hay tanto pasotismo que muchos hemos llegado a pensar que prefieren vivir sin pegar palo al agua. Pero claro, tenemos lo que tenemos: unos, que parecen centrados únicamente en sobrevivir al desembarco de su nueva lideresa impuesta a dedo por el gran líder; otros que no saben ni siquiera si la directiva de su partido es legal o no; otros que están centrados únicamente en chupar cámara en Zaragoza y otros que siguen anclados en ese wokismo extremo que a nadie seduce ya.
La única excepción que se puede hacer entre la oposición actual es Vox, que no se corta a la hora de denunciar ciertas problemáticas inexistentes para el resto de formaciones por ser políticamente incorrectas. Se podrá estar de acuerdo con este partido o no, pero al menos se lo pelean y hacen su labor de oposición. El resto, mucha palabrería vacía, pero poca intención de proponer alternativas reales a los problemas de nuestra ciudad.
Gobernar es estar expuesto siempre a ser criticado (faltaría más). Lo que nadie entiende en nuestra ciudad es la práctica inexistencia de crítica por parte de los partidos de la oposición. Mal asunto cuando los ciudadanos tienen que recurrir antes a un simple columnista que a sus representantes electos para vehicular sus quejas. Algo falla, está claro. Pónganse las pilas o les auguro mucho más tiempo calentando el banquillo… aunque quizás, sólo quizás, es lo que algunos prefieren ver los toros desde la barrera.