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Aceras fecales Aceras fecales

Aceras fecales

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Javier Silvestre

La foto que acompaña este artículo la he hecho yo mismo hace unas horas. Es la acera de la calle Agustina de Aragón, justo al lado del parque de Los Fueros del Ensanche. A simple vista podrán ustedes contabilizar siete defecaciones caninas, pero les aseguro que hay más. Sin entrar en detalles escatológicos, las hay de gran tamaño, de diferente consistencia y tonalidad, y de diversa antigüedad.

Transitar por esa acera para cualquier bípedo se convierte en una suerte de rayuela fecal. Tratar de afrontar el trayecto con una silla de ruedas, un cochecito infantil o un carro de la compra es garantía de llevarse a casa un recuerdo biológico de lo más ingrato.

Hay alguien en el barrio que es un cerdo (o cerda) que, desde hace años, saca a pasear a su perro y piensa que sus inmundicias se recogen solas. El problema no es sólo la absoluta falta del mínimo decoro del propietario del animal, si no que las heces se quedan depositadas allí durante semanas. Sólo consiguen borrarlas las lluvias torrenciales o, más habitualmente, las desafortunadas suelas de los vecinos.

La normativa municipal establece multas que van desde los 701 euros a los 1.500 por cada caca abandonada. Y en ese tramo de 50 metros, el Ayuntamiento podría haber recaudado 5.000 euros como mínimo. Pero hay que pillar al cerdo en cuestión in fraganti para poder sancionarlo. Así que, aquí estamos los vecinos hartos de que todas las calles colindantes sean un campo minado de mierdas.

El imbécil que siembra nuestras aceras con las deposiciones de su mascota debe de salir con nocturnidad y alevosía, porque me consta que hay más de uno que, como lo pille en acción, le va a partir la cara directamente. Avisado quedas, seas quien seas: que te están buscando y no para darte una palmadita en la espalda precisamente (aunque dudo que este sujeto sea capaz de leer más de dos frases seguidas).

Para colmo, los servicios de limpieza del Ayuntamiento deben de tener un anexo en la contrata municipal que les impide limpiar a fondo las aceras con agua a presión. Porque si bien el dueño del perro es el principal responsable de semejante desaguisado, la falta de limpieza por parte del Ayuntamiento no es menos reprochable.  Pagamos unas tasas de limpieza para algo, digo yo.

Y lo que más me preocupa. Si las aceras que rodean un edificio que la alcaldesa visita varias veces a la semana por cuestiones familiares están así… ¿Cómo deben de estar otros puntos de la ciudad que también sufren el incivismo de otros puercos con mascota y que ningún responsable municipal pisa? Planten una patrulla de paisano y pillen al cerdo que nos lleva atormentando años porque el día que lo sorprenda algún vecino tendrán que venir pero con un coche patrulla.

Y ya de paso, a ver si recapacitamos y permitimos que los perros puedan entrar en los parques de esta ciudad (aunque sea con correa) para, cuanto menos, aligerar nuestras aceras de tan asquerosa carga. Porque para multar a gente que se adentra en un parque con su mascota sí que hay policías, pero para liberarnos de la mierda de gente que nos atormenta hace años no.