Rosana Sanz y Víctor Domínguez, promotores culturales en el medio rural: “Si un pueblo está agitado por una asociación que genera felicidad, te planteas vivir allí”
OCRE es una plataforma especializada en el desarrollo de proyectos culturales que identifican a cada puebloOCRE es una asociación sin ánimo de lucro especializada en el desarrollo de proyectos culturales adaptados a cada territorio dentro del medio rural. Sus promotores, Rosana Sanz y Víctor Domínguez, participaron el pasado martes en una jornada sobre emprendimiento cultural en Molinos, organizada por Adema en el marco de la Semana del Emprendimiento en Aragón 2024.
-¿Qué es OCRE?
-Rosana Sanz: Somos una organización sin ánimo de lucro dedicada al desarrollo y promoción de proyectos culturales y artísticos en el entorno rural. Nuestra actividad se reparte por Aragón y la oferta abarca desde festivales de música, cine o danza a la programación de conciertos y actividades de dinamización cultural. Nuestro punto de partida fue el festival Bosque Sonoro, en Mozota (Zaragoza), un municipio de 120 habitantes censados en el que todo el año viven 70. Este proyecto sirvió un poco de reclamo para otros pueblos en la zona que querían desarrollar proyectos culturales en esta línea.
-¿Cuál ha sido su mensaje en la jornada de emprendimiento cultural de Molinos?
-R.S.: Participamos desde nuestro apartado de formación e investigación, para divulgar sobre todo las metodologías que llevamos a cabo para poner en valor la singularidad de cada territorio. Trabajamos con el objetivo de favorecer el acceso a la cultura como derecho fundamental en zonas periféricas, con el fin de promocionar la oferta turística, cultural, patrimonial y gastronómica aragonesa, manteniendo la identidad rural de cada uno de los municipios.
-¿Quién conforma OCRE?
-Víctor Domínguez: La asociación está compuesta por distintos profesionales del sector de la cultura con recorridos diferentes y de carácter multidisciplinar, que aspiran a transformar la economía, potenciar el crecimiento y favorecer la cohesión social y territorial.
-¿Han desarrollado algún proyecto en Teruel?
-V.D.: El otro día hicimos un proyecto piloto con un festival pequeñito en La Estanca de Alcañiz, que se llama Slap y que ya llevamos haciendo en Zaragoza desde hace 14 años. Nuestra idea es empezar a desarrollarlo aquí. Lo que hicimos el sábado fue un par de conciertos y algún taller de música. Del resto, todos los proyectos que hemos desarrollado han sido en la provincia de Zaragoza y alguno en Huesca, como Al Arba Festival (Biel, Zaragoza), Brizna (Ayerbe, Huesca), Danza Mínima, Doña Festival, El festival de música clásica más pequeño del mundo (Villanueva de Jiloca, Zaragoza), Film-nic, Nidos Sonoros o Paisaje Sonoro, entre otros.
-¿Qué potencial tienen? ¿Hasta dónde quieren llegar?
-V.D.: El techo no existe. En Teruel ha surgido de esta forma allí en La Estanca, pero el objetivo siempre es identificar esos espacios, preferiblemente naturales y patrimoniales que estén en desuso, y revalorizarlos de alguna forma. También tenemos asesoría rural, formación e investigación. Queremos trabajar en la capacitación para el empleo de profesionales de la cultura.
-¿Qué implica para un pueblo tener vida cultural?
-V.D.: La cultura no solamente es una acción concreta, no es solo programar un concierto sino también un encuentro, ser capaces de recordar, de disfrutar. Abarca un montón de cosas muy importantes que hace que avance una sociedad y, sobre todo, te haga sentir a gusto donde vives. Es esencial. Si un pueblo está agitado por una asociación cultural que genera felicidad, te planteas volver o vivir allí.
-R.S.: Y hay que entender la cultura como una fuente para el desarrollo personal pero también profesional, como motor de emprendimiento. Identificar también esas áreas profesionales de la cultura en las que los jóvenes puedan encontrar una fórmula para decidir quedarse en el pueblo. Tiene que ver con innovación, creatividad y nuevas tecnologías para revitalizar y poner en valor el patrimonio de lo rural, que hay mucho por comunicar y transferir.
-¿Cómo es la vida en su pueblo, Mozota?
-R.S.: Allí es donde vivimos desde hace 12 años y donde los últimos seis he sido concejala de Cultura. A raíz de un festival de música surgido en pandemia que nace de los propios habitantes del municipio en una situación sin precedentes, nació la asociación OCRE pero también una comunidad energética, un bosque escuela de metodologías alternativas de educación para niños de 0 a 6 años, un campin para dar servicio a visitantes... Eso es lo que entendemos como desarrollo cultural y rural. También hemos tenido Erasmus Rural con tres personas que han estado con nosotros durante todo el verano.
-V. D.: También hay otro pequeño evento como Territorio Sisón, y seis o siete nuevas propuestas que han contribuido a habitar y arreglar casas. Y otra cosa muy importante es que asociaciones que ya existían en el pueblo, que estaban olvidadas o paradas, se han retomado y empiezan a hacer programación cultural con este impulso y con relevo generacional de gente con energía y cariño por lo que hacen. Bosque Sonoro lo impulsaron jóvenes de 18-20 años que poco a poco han ido adquiriendo conocimientos profesionales, pero a los que mueve un ánimo por volver y hacer cosas por su pueblo que es fundamental.