Rosana Pastor, actriz: “En Mirambel construimos un equipo bien cohesionado, íbamos todos a una”
Rosana Pastor encarnó el papel de la miliciana Blanca en la película Tierra y libertad. Obtuvo el Goya a la Mejor Actriz Revelación por una interpretación que, además, le marcó la vida, según ella misma cuenta. El pasado día 30 de noviembre volvió a Mirambel junto al director británico Ken Loach.
-La película Tierra y libertad marcó un antes y un después en su carrera con ese Goya que ganó por su interpretación de Blanca, ¿no es así?
-Pero no por el Goya, que también en el aspecto profesional, pero personalmente para todos mis compañeros fue un rodaje muy importante. Para mí el regalo y el privilegio fue poder vivir esa experiencia, ponernos todos en la piel de esas personas que defendieron la democracia en el 36 y todo lo que vino después, el Goya, los reconocimientos y las puertas que me abrió la película a nivel internacional han venido por añadidura .
-Dicen que con Ken Loach los actores no tienen guion.
-Sí hay guion, pero a él le gusta que la gente se comporte de forma espontánea, te da mucha libertad. Previamente no teníamos el guion, cada dos o tres días nos facilitaba algunas hojas donde explicaba la historia y nos decía que cualquier cosa que quisiéramos aportar era bienvenida. Había escenas en las que no nos daban hojas sino que simplemente nos explicaba la situación que íbamos a rodar y nos decía “vividlo”. En la escena de la colectivización, la intervención de Miguel Quintana, el señor mayor que compara la revolución con una vaca, no estaba preparada, él fue un miliciano republicano que luchó en la guerra, un combatiente y vino expresamente a participar en la película y esas son las palabras que le nacieron.
-La gente de Mirambel les recibió con mucho cariño. ¿Es habitual confraternizar tanto con unos extras?
-Es que los extras no eran tal, eran parte importantísima del equipo porque sin extras no hay película. Son necesarios y Loach quiere que todo el mundo esté al mismo nivel. Hay una anécdota, que es la huelga del bocadillo, y es que el cáterin reparte bocadillos entre los extras para comer, pero allí hicimos una pequeña revolución en el equipo y dijimos que todos iban a comer de caliente, sentados en la misma mesa.
-Muy acorde con la reivindicación de la película, ¿no?
-Sí, es el espíritu que vivimos, lo extraordinario y maravilloso de la película es que verdaderamente construimos un equipo de gente muy bien cohesionado y que teníamos esa sensación de que íbamos todos a una.
-¿Recuerda alguna otra anécdota?
-Hay miles de cuestiones. El día que enterramos al compañero miliciano hicimos una fiesta al aire libre con fogatas, despidiéndole simbólicamente. Ken y Rebeca me recordaban ahora las estrellas de Mirambel, que vimos al volver aquella noche al hotel, porque nunca habían visto tantas estrellas juntas. Mi recuerdo es ver las estrellas y pensar que pasábamos página, que uno de nosotros no iba a estar como personaje y como compañero, que volvía a su país, era irlandés, y la vida, como siempre, continúa y bajo este cielo estrellado haces el propósito de mañana empezar de nuevo.
-Usted es una mujer muy reivindicativa. ¿Fue fácil hacer ese papel?
-La verdad es que yo me sentí muy a gusto, Ken no selecciona a los actores por su currículo ni por la experiencia profesional, él pregunta a la gente sobre sus ocupaciones anteriores. Le importaba más la experiencia que hubiéramos tenido, en mi caso como camarera mientras estudiaba, había un compañero que provenía del mundo del cine pero de la parte técnica, otros eran gente de grupos que estaban ocupando una casa en Barcelona. Quiso poner delante de la cámara a gente que sin necesidad de un guion pudiera defender sus ideas delante de una cámara. Yo me sentí muy a gusto y no me fue difícil ponerme en la piel de blanca, para mí fue un privilegio.
-En 25 años las cosas han ido a peor, como dijo Loach. ¿Cómo ve usted, que en 2015 dio el salto a la política, la situación?
-Mi salto a la política tiene indudablemente que ver con la experiencia rodando Tierra y libertad, con todo lo que ha ido fraguándome como persona estos años y con todas las inquietudes que yo ya traía. Ha sido un paso más en el compromiso por lograr una sociedad más justa e igualitaria, ahora estoy fuera de la política institucional, pero seguiré haciendo política como ciudadana, como todo el mundo, con las decisiones que tomamos de dónde compramos, dónde llevamos a nuestros hijos al colegio, cómo consumimos… Creo que vivimos en este momento una situación preocupante, con el auge de la extrema derecha con un mensaje que llega con cierta facilidad, porque es simple y por otra parte vacío de contenido, y que ha conseguido representación importante en el parlamento de España. Nos pone en alerta porque en las comunidades donde estos partidos intolerantes han entrado los gobiernos están tratando de imponer sus criterios y que se deroguen leyes de protección a las mujeres. También proponen negarles los derechos a una asistencia sanitaria y a un trabajo a la gente que llega a nuestro país huyendo de la pobreza a la que les hemos sometido los países ricos. Tenemos que estar muy alerta porque el mensaje del odio al diferente, el que excluye a una parte de la sociedad, dependiendo de su color de piel, de su religión y de su país de origen, está calando.