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Roberto Cañete, cabo 1º de la UME: Roberto Cañete, cabo 1º de la UME:
Roberto Cañete. UME

Roberto Cañete, cabo 1º de la UME: "La crisis de la covid ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado la unidad"

El militar ha sido condecorado con una Medalla al Méerito de la Protección Civil 2020
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El cabo primero del Cuarto Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM IV) de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Zaragoza, Roberto Cañete Palma, ha sido condecorado por la Delegación del Gobierno en Aragón con una de las Medallas al Mérito de la Protección Civil 2020. Nada más estallar la pandemia, el andorrano intervino en la Operación Balmis, de desinfección de residencias e infraestructuras públicas, y posteriormente en la Operación Baluarte, en la que los militares ejercieron de rastreadores Covid-19. Desde 2011 ha intervenido en terremotos, incendios forestales y temporales, pero confiesa que la crisis del coronavirus ha sido el principal reto al que se ha podido enfrentar la UME y mantiene en la retina imágenes que no borrará jamás.
-Acaba de recibir la Medalla al Mérito de Protección Civil por la labor del BIEM IV de la UME durante la pandemia. ¿En qué ha consistido?
-Las actuaciones ejecutadas en la Operación Balmis estuvieron relacionadas, principalmente, con la desinfección de infraestructuras críticas (puertos, aeropuertos y estaciones), instalaciones sanitarias y otros servicios públicos esenciales, además de apoyo en la instalación de hospitales de campaña. También fue relevante el esfuerzo realizado en la desinfección de más de 130 residencias y traslado de enfermos y personas mayores de hospitales a hoteles hospitalizados
-¿En qué puntos de la geografía española participó su equipo?
-Nos asignaron misiones en varios sitios dentro de nuestra área de responsabilidad (Aragón, Cataluña, Navarra, La Rioja y País Vasco). Yo y mi equipo estuvimos en Barcelona, en concreto.
-¿La crisis del Covid-19 ha sido el mayor reto al que se ha podido enfrentar un militar de la UME?
-Sin ninguna duda, cualquier emergencia por catástrofes naturales te la puedes esperar, pero esto ha sido totalmente diferente por cuanto era absolutamente desconocido para nosotros. Nos enfrentábamos a un reto nuevo.
-Las emergencias rutinarias a las que hacen frente se pueden entrenar, pero el coronavirus era algo nuevo.
-Efectivamente, esto no se entrena y ni siquiera te lo esperas. Hasta que no estalló todo en España veíamos muy lejos todo lo que se veía por televisión en Asia. De ninguna manera pensabas que esto podía llegar a este nivel de gravedad internacional.
-Los militares estuvieron en primera línea desde el principio. ¿Los materiales de protección fueron acordes desde el primer momento? ¿Hubo muchos contagios entre las Fuerzas Armadas?
-No se contagiaron demasiados compañeros. A decir verdad, a nivel nacional había mucha carencia de equipos de protección individual, pero como UME ya teníamos bastante material, si bien no estaba preparado para esto pero sí para otras catástrofes. En la base de Zaragoza no falleció ningún compañero, aunque sé de otros de otras ciudades y de las Fuerzas Armadas en general que sí lo hicieron.
-¿En qué consistía la labor de desinfección de residencias?
-Dependiendo de lo que nos pedían los trabajadores sociosanitarios de las propias residencias. En algunas ocasiones era simplemente desinfección de las instalaciones, en otras era movimiento y traslado de gente con Covid a unas plantas y gente sana a otras. Lo más arduo, por lo delicado de la tarea, era mover enfermos, porque había mucha gente impedida.
-¿Le queda alguna imagen de aquellos días difícil de borrar de la memoria?
-Estos ancianos sabían que algo ocurría, pero no eran conscientes de la gravedad porque estaban en su burbuja. Pero cuando proliferaron los contagios en el interior de las residencias se vieron imágenes muy duras, que marcan mucho. No quiero dar detalles, pero sí es verdad que son imágenes que no te las esperas y, por mucho que sepas lo que ocurre, nunca estás preparado para algo así a nivel mental.
-¿Cómo era la relación de los militares con sus familiares? ¿Había miedo de llevar el Covid-19 a sus hogares?
-En mi caso personal, estuvimos en Barcelona dos meses y pico e hicimos un par de relevos para poder venir un poquito a casa a descansar. Tuve la suerte de que mi pareja es profesora y estaba en un pueblo lejos de casa, por lo que cuando yo volvía a Zaragoza estaba solo y no tenía esa sensación de poner en peligro a la persona que vas a visitar.
-Tras la Operación Balmis llegó la Operación Baluarte, en la que se dedicaron a hacer de rastreadores.
-Nos impartieron formación sobre rastreo de casos y realizamos labores en Navarra y alguna residencia de Aragón. Ahora no estamos tan de lleno en eso. Ha llegado el invierno y con él las nevadas, por lo que nos hemos dedicado más a nuestras labores cotidianas, aunque siempre a disposición de que nos puedan volver a llamar para participar en la Operación Baluarte.
-En los últimos inviernos es habitual verles por la provincia de Teruel abriendo camino en masías y otros núcleos incomunicados por la nieve.
-A la UME nos llaman cuando las Comunidades Autónomas se desbordan y no pueden atender la emergencias con sus medios. Entonces se activa el nivel 2 y apoyamos con maquinaria y material para llegar a todo e intentar solventar este tipo de casos.
-¿Desde cuándo pertenece a la UME y qué le motivó a pertenecer a este cuerpo de élite?
-Desde abril de 2011, si no me falla la memoria. Entré con ganas de aportar. En este trabajo las emergencias son más reales, eres muy útil a la población civil y eso me llamaba muchísimo la atención y me apetecía.
-Antes de pertenecer a la UME fue destinado a Afganistán. ¿Cuál era su misión allí?
-Esto fue en 2005 y estuvimos cuatro meses. Pertenecía por aquel entonces a la unidad QRF, fuerza de reacción rápida. Nos dedicábamos a la escolta de convoyes y a la protección en el marco de la operación de la OTAN. No dejaba de ser un acto bélico, pero las Fuerzas Armadas españolas estábamos en una labor más humanitaria. No obstante, son situaciones que vives con una gran tensión porque es una zona de guerra.
-No es comparable una situación de guerra a una de pandemia, pero la tensión no deja de estar en el ambiente.
-Efectivamente, no es nada parecido pero a nivel de tensión sí porque no sabes lo que te va a ocurrir 20 minutos más tarde. Vas por ahí con tu convoy pero te puede ocurrir cualquier cosa, no vives tranquilo.
-En la actualidad pertenece al equipo USAR (Búsqueda y Rescate Urbano). ¿Qué operaciones relevantes ha desempeñado en esta unidad?
-Los USAR nos dedicamos a la búsqueda y rescate urbano en estructuras colapsadas, terremotos, seísmos y este tipo de emergencias. Tuve la gran suerte de participar en el despliegue internacional en Nepal tras el terremoto sufrido en 2015. Fue muy gratificante poder echar una mano allí.
-¿Qué supone esta medalla para la UME?
-Representa el trabajo de 480 compañeros en Aragón y 3.700 a nivel nacional. La medalla la recojo yo por el cargo que desempeño, pero hay mucha gente detrás haciendo un trabajo impresionante no solo a nivel militar, sino civil. Es muy gratificante y nos reafirma en la vocación de servicio del cuerpo.