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Rafael Yuste, escritor: “Había que hacer un Silván viajero que sensibilizase sobre el medio ambiente” Rafael Yuste, escritor: “Había que hacer un Silván viajero que sensibilizase sobre el medio ambiente”
Rafael Yuste, el autor de los textos de ‘Silván y los árboles parlantes’, en Teruel

Rafael Yuste, escritor: “Había que hacer un Silván viajero que sensibilizase sobre el medio ambiente”

“En el libro hay un montón de guiños a la literatura de viajes y a las cosas que me han gustado de pequeño”
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Rafael Yuste acaba de publicar en Prames, con ilustraciones de María Felices, Silván y los árboles parlantes, donde el mítico gigante del Pirineo aragonés recorre el mundo para conocer los árboles singulares del planeta y reflexionar sobre la importancia del medio ambiente. La obra se presentó el pasado fin de semana en la Feria del Libro y Cómic de Teruel.

-¿Cómo ha sido recuperar la figura de Silván para hacer un libro ilustrado?

-En Prames queríamos inaugurar una línea de álbumes ilustrados para público infantil y juvenil, la idea me rondaba desde hace mucho tiempo y María Felices, la ilustradora, tenía muchas ganas de hacer algo. Fue recuperar este personaje aragonés de los Pirineos, pero como debió de ser antes de su estigmatización y que se convirtiese en un gigante un poco tiránico. En el libro es un divinidad del bosque con alegría, juventud y fuerza para que todos los niños puedan disfrutar de este personaje.

-Y viajero además en este caso porque recorre el mundo.

-Aragón tiene excelentes bosques y unos paisajes maravillosos, pero hay un montón de árboles muy especiales que están repartidos por todo el mundo y estos temas de la ecología y la sensibilización medioambiental son globales. Había que hacer un Silván viajero que sensibilizase sobre estos problemas de una manera simpática a nivel global.

-¿Ha tenido que viajar a los lugares que recorre Silván, o basta con la imaginación para escribir?

-No, no hace falta viajar, lo que te tiene que gustar mucho es el viaje y sobre todo la literatura de viajes. En el fondo en el libro hay un montón de guiños a los libros o a las cosas que a mí me han gustado desde niño. Están los Mares del Sur, por ejemplo, como homenaje a Stevenson, o está el Amazonas, porque Félix Rodríguez de la Fuente en el fondo a todos nos empezó a meter el gusanillo de la naturaleza con esos programas que tenía.

-¿Cómo se ha acercado usted a estos ecosistemas para plasmarlos en el libro?

-A mí me ha gustado mucho la naturaleza desde muy niño y soy un lector de esos temas, y luego en Prames trabajamos mucho la naturaleza a través de nuestras guías. Ha sido un acercamiento sencillo, solo ha habido que hilar bien el viaje para sacar los puntos que son importantes, y también hay una estructura temporal.

-¿Qué criterios ha seguido para elegir los árboles que aparecen?

-Lo que hice fue una investigación previa sobre los árboles más singulares que hay en el mundo, cuáles son los más altos, o el más alto con flores, los más antiguos y algunos singulares; y Australia había que meterlo por los incendios. Había que seleccionar un itinerario para que entrasen todos, y luego hay una licencia con una higuera sagrada donde Buda alcanzó la iluminación que la he metido por guiños personales. Quería meter un animal fantástico que está muy relacionado, el Ave Fénix, cuyo origen mítico está en la zona del Líbano y allí están los cedros.

-¿Cómo aunar entretenimiento con la sensibilización que quiere lanzar en este libro?

-Pensando sobre todo en el público al que va dirigido. No hay grandes discursos en el libro, y la sensibilización por los árboles y el cuidado de la naturaleza viene dado por la simpatía del personaje y por las fantásticas ilustraciones que ha hecho María Felices, ese es el gancho. No he querido meter mensajes que al final son un poco pesadotes todos y le quitan alegría a lo que es la fascinación por la naturaleza.

-¿A quién va dirigido el libro, porque es para niños pero al final uno nunca sabe hasta dónde llegan estos volúmenes con una presentación tan cuidada?

-Yo creo que un adulto también puede encontrar muchos guiños, a los hippies, al hinduismo... Y luego los niños ven esas sorpresas de los animales, esa frondosidad de algunos árboles. Es un libro ideal para niños de 8, 10, 12 años, pero que lo pueden disfrutar también todos los demás, porque al final es un personaje divertido.

-¿Cómo ha sido competir, y no sé si es la expresión más apropiada, con las ilustraciones de María Felices?

-Ha sido un complemento y la verdad es que ha sido un placer trabajar con ella. Creo que nos hemos entendido muy bien. Primero estaba el cuento y después han venido las ilustraciones. Sí que cuando en el original había demasiado texto que deslucía la ilustración se ha quitado texto para que la ilustración ganase. Siempre hemos pensado que son cuentos para leer, pero la ilustración tiene que mandar visualmente.

-Es un libro que reivindica una responsabilidad con la naturaleza. ¿Cree que la sociedad actual es más sensible con el medio ambiente?

-Yo creo que sí, sin duda. Hay mucha más sensibilización y en los colegios se hacen muchas más campañas y los niños lo tienen muy claro. El problema está en aquellos lugares del mundo donde hay mucha pobreza y estas personas no pueden decidir si cortan o no cortan los árboles; los cortan porque tienen que vivir.

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