Síguenos
Paloma Lorente Sebastián, historiadora del Arte: “Los huesos de los cadáveres nos dan mucha información del difunto y de su sociedad” Paloma Lorente Sebastián, historiadora del Arte: “Los huesos de los cadáveres nos dan mucha información del difunto y de su sociedad”
Paloma Lorente, en el yacimiento del sur de Italia. Renato Bertone

Paloma Lorente Sebastián, historiadora del Arte: “Los huesos de los cadáveres nos dan mucha información del difunto y de su sociedad”

banner click 236 banner 236

Paloma Lorente es una joven de Mora de Rubielos, graduada en Historia del Arte,  que forma parte de un equipo de arqueólogos de la Universidad de Paris 1 Sorbonne que están excavando en el sur de Italia. Apasionada de la arqueología y la antropología funeraria, asegura que unos pocos restos óseos de 2.500 años de antigüedad nos pueden dar muchísimos datos de cómo vivió una persona y una sociedad entera.

-¿Cómo llegó a interesarse por la arqueología funeraria?

-Yo empecé historia del arte en Zaragoza y tuve la suerte de excavar en Pompeya con el CDL de Valencia. Ese fue mi primer contacto con la antropología funeraria y me encantó. En tercero me marché a París con una beca Erasmus y decidí quedarme, porque allí podía especializarme en arqueología y hacer formación en antropología. 

 -¿Qué le atrae de ese campo tan peculiar, que en lugar de los objetos hallados en las tumbas estudia los propios cuerpos?

-Porque me parece apasionante todo lo que puede saberse sobre el pasado a través de los huesos. Cómo trabajaban, cómo vivían, qué tipo de alimentación tenían, qué creencias tenían...  

-¿Qué pueden decirnos los restos de alguien que murió hace 25 siglos, más allá de las posibles causas de la muerte?

-Para empezar la forma en la que está colocada una persona en su sepultura nos dice mucho sobre cómo piensa una sociedad. No solo respecto al difunto, sino también respecto a la muerte, a la vida y a sus creencias. Y por su puesto también podemos conocer cosas mucho más físicas, como su alimentación o el tipo de trabajos que hacían. 

-¿Cómo?

-Un trabajo continuado durante mucho tiempo hace que los músculos dejen determinadas marcas sobre los huesos, que podemos identificar. Las artrosis o las deformaciones oseas que podemos ver en los esqueletos indican qué movimientos rutinarios realizaba esa persona. La forma de los talones puede indicarte que se hacian muchos trabajos en cuclillas, por ejemplo, o si encuentras un agujerito en la parte distal del húmero puede darte pistas sobre si dos esqueletos pertenecían a la misma familia, porque es una deformación genética. 

-Pero eso tiene casi más que ver con la medicina que con la historia, ¿no?

-Sí. Para desarrollar este trabajo tienes que tener una formación de arqueología, evidentemente, pero también en antropología funeraria, conocer muy bien los huesos, sus formas habituales y las razones que han podido provocar las deformaciones que te encuentras, 

-¿Qué periodo y qué poblaciones está estudiando concretamente?

-Formo parte de un equipo de la Universidad de París 1 cuya excavación se hace en verano cerca de la actual ciudad italiana de Potenza y yo me encargo de los rituales funerarios. Estudiamos el periodo lucano, en la zona del sur de Italia que Estrabón llamó Luccania Antiqa. En el siglo V a. C. llegan los pueblos lucanos y yo investigo la transición que se produce en los rituales funerarios en ese momento. Se trata de averiguar por qué existe un cambio entre el antes y el después; ver si es por influencia griega, si realmente llega una población totalmente diferente que impone sus creencias o simplemente es una evolución de las formas de hacer las cosas por contacto con otras culturas. 

-Al margen de la etapa histórica en la que está trabajando, ¿hay un periodo que le atraiga en especial?

-La época imperial romana sin duda, porque es una época de icineraciones. 

-¡Pero eso complicará mucho el asunto!

-¡Por eso mismo! Me interesa porque las icineraciones han sido olvidadas durante mucho tiempo. Se estudiaban las urnas cinerarias y el contenido se dejaba de lado, porque era muy complejo y la antropología funeraria relacionada con la arqueología es una disciplina muy moderna, de los años 70. Además las cenizas son poco espectaculares dentro del poco caso que ya se hace a los restos humanos de las tumbas. Normalmente en una excavación, donde siempre hay poco tiempo y personal, se priorizan los objetos o los tesorillos que llaman más la atención a las instituciones, para aumentar la financiación.  Me he encontrado con un caso en Teggiano que se escavaron cinco tumbas en los años 80. En cada una se encontraron una media de 40 objetos de mucho valor, que en cuatro de las cinco tumbas están perfectamente catalogados y expuestos. Pero yo quería estudiar los restos humanos encontrados, y nadie ha sabido decirme todavía a qué museo fueron a parar o qué paso con ellos.

-¿Pero qué utilidad puede tener investigar unas cenizas...?

-Como no se conseguían temperaturas muy altas al quemar  los cadáveres las cenizas conservan muchas trazas de hueso. Por ejemplo la cabeza del fémur es muy densa y se conserva muy bien. Y a partir de la medida de la cabeza del fémur existen estudios mediantes los que puede estimarse el sexo y la edad del difunto. Y las cenizas también te cuentan qué elementos acompañaban al cadáver en la icineración, si se metían en la urna o no, e incluso en qué orden se introducían en ella, ya que a través de las diferentes capas de ceniza se van encontrando partes diferentes del cuerpo, lo cual te da pautas sobre los diferentes ritos funerarios que se practicaban.